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Críticas de Capitan Ahab
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Críticas 300
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
15 de octubre de 2019
50 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Da la impresión de que Woody Allen se dio cuenta a mitad del guion de que nos estaba colando otra vez la historia de Sueño de una noche de verano, es decir, la exaltación de unos gloriosos momentos de infidelidad y recreo sensual que desembocan inevitablemente en una vuelta a la rutina, tal como ya nos ha narrado otras veces, siguiendo también a su adorado Ingmar Bergman. Y da la impresión de que, por variar, quiso rectificar sobre la marcha con un final que no parece que ensamble bien con lo recorrido anteriormente, de manera que uno se va del cine con una sensación idéntica a si un piloto te ha llevado a Londres pero lo trata de disimular conectando una holografía de la torre Eiffel.
Pero, bien pensado, ¿qué importa en este caso el argumento? ¿A quién le importa realmente esa historia de cuatro pijiguapos millonetis, tan superficial e inconsistente, en un Nueva York en el que todo el mundo se encuentra casualmente, como si fuera la plaza del pueblo, y donde todavía las esposas sorprenden al marido en la cama con alguien que tiene que salir por la escalera de incendios lloviendo y cosas así?
Woody optó hace mucho por no faltar a su cita anual con el estreno y rechazó elaborar convenientemente lo que hace, consciente de que entre la paja que necesariamente va a abundar seguiremos encontrando buenos puñados de grano y dado que tampoco hay garantía de que una elaboración mayor diera mejores obras.
Y no cabe duda de que una vez más ha conseguido una película de unos diálogos hilarantes y chispeantes, una delicia para los amantes de lo puramente ingenioso, y en los parámetros que gustan a los fieles seguidores de su cine: la sacralización del jazz más viejo, el regodeo en el Nueva York de postal y sus artistas cool en la cresta de la ola, o los chistes sexuales y culturales (como ese de “voy a estudiar Física y dedicarme a vender materia oscura”).
Algún crítico se ha apresurado a proclamar que estamos ante otra película prescindible de Woody Allen. Pues no le falta razón. Pero las películas prescindibles de Woody Allen están bastante por encima de los momentos supremos de las carreras de Alex de la Iglesia, Christopher Nolan o Luc Besson, por ejemplo. Y en sus momentos supremos, hay pocos en activo que le alcancen. ¿O no?
Capitan Ahab
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8
12 de octubre de 2019
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de la etapa intermedia de Ingmar Bergman, en la que queda claro que ya ha madurado del todo su mundo seco, cerrado, extraordinariamente rico y pleno de angustias existenciales y pesimismo, por el que siempre será conocido. Sus ingredientes son: un mínimo contingente de su habitual plantilla de estupendos actores (sólo cuatro personajes se dejan ver en todo el metraje), la impresionante fotografía de Sven Nykvist y un rico guion de fondo teatral (huele a Chejov y Strindberg), pero convertido en película magníficamente planificada. Creo que en esta página hay excelentes comentarios sobre su fondo y no cabe añadir nada a ello. Lo que me llama la atención son las críticas alegremente denigratorias de los que, además, confiesan no haber entendido nada (ni parece que aspiren a hacerlo), un modelo de comentario que se prodiga no solo en esta sino en película similares.
En cierta forma, es lógico que haya comentaristas amateur que reaccionen con hostilidad ante productos de gran sensibilidad intelectual como los de Bergman, porque, para los menos flexibles, su visionado debe de ser como recibir un insulto, algo así como una indeseada ducha de sutileza que deja en evidencia la simplicidad y el pragmatismo para los que están adiestrados por el cine comercial.
Y es lícito, sin duda, sentirse desconcertado y superado por mensajes complejos, en los que ni siquiera sabemos distinguir qué parte es sabia y razonable y qué parte es vanidad y capricho. Lo ridículo es la reacción de esos que, lejos de toda reflexión y de toda humildad, proclaman a bombo y platillo que lo que ellos no entienden es que no tiene pies ni cabeza, lo que a ellos les aburre es que es un bodrio, lo que a ellos les supera es que es pretencioso, y que quien diga lo contrario les está llamando tontos.
Y qué graciosos se ponen cuando claman “¡lenta, lenta!” (¿no será que te están hablando en un nivel más profundo del que tú te empeñas en escuchar y por eso no sientes el ritmo?), “sobrevalorada” (¿no sobrevalorarás tú tu capacidad de crítica ecuánime?), vacía (sí, el compartimento de los impactos y giros sensacionalistas está vacío, pero ¿has mirado en otra parte?), insustancial (claro, si tiras el plátano y te limitas a chupar la cáscara, no hallarás gran sustancia).
En definitiva, el factor recepción también cuenta en una película: una cosa es que sea una obra pretenciosa (que las hay y Bergman no está libre de ello) y otra que uno no esté preparado para recibirla o no lo haya hecho con la actitud adecuada. Recibir mensajes también es un trabajo, pues solo el que aspira a manipularte te lo da todo mascado. Y el que clama contra la obra intelectual no es que sea necesariamente bobo, es que pretende que vivamos todos en un mundo de bobería, simplismo y conformidad.
Capitan Ahab
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5
4 de octubre de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con dirección de Dominic Cooke, Ian McEwan convierte su propia novela en un fiel guión, si bien con un final más marcadamente sentimental que en su obra original. Como en la novela, la película acusa el peso de una gran cantidad de flash backs bastante obvios (la mayoría del metraje), que además de quitar agilidad a la narración de la trascendental luna de miel de la parejita de jóvenes británicos pre-revolución sexual que se retrata, no aportan demasiado al dibujo de psicologías, ya trazado por el propio comportamiento en la cámara nupcial de los respectivos personajes. Aunque la obra no es desechable, la idea básica de dibujar una especie de menage a trois, “Tú, yo y varios siglos de Imperio Británico y represión sexual a nuestras espaldas”, podría haber dado mejores frutos en manos más ambiciosas.
Capitan Ahab
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3
1 de octubre de 2019
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Los esfuerzos de la industria cinematográfica española para hacer un cine comercial con más posibilidades en la taquilla interior y en el extranjero parecen estar dejando atrás los tiempos en que, para competir con los castos yanquis, había que introducir un desnudo cada veinte minutos. Ahora se compite con la misma violencia, catastrofismo y efectismo de lo hollywoodense y se introducen constantes golpetazos y explosiones, así como muertes, sangres, torturas y mutilaciones. Los malos son terribles porque torturan y mutilan como el que levanta un poco la voz (aunque tengan el historial de pan bendito que tiene José Sacristán). Y las películas pretenden ser entretenidas porque hay un nuevo impacto o giro dramático a cada paso y no porque relaten una historia coherente y original con más o menos implicaciones sociofilosóficas. Como se siguen esquemas muy trillados, no dejan de incluirse escenas que parecen conducir al desnudo más o menos exhibicionista, pero se rehúye, con lo que encima se expide un vaho mojigato. Y como se siguen esos viejos esquemas violentos, la mujer no se desnuda pero es que ni siquiera aparece o sus papeles se reducen tanto que apenas da tiempo a reconocer a las actrices. La profesionialidad es alta: impecables los departamentos de dirección, foto, interpretación, ambientación, etcétera. El nivel artístico muy bajo, porque para eso hace falta tener algo que decir. Hasta el viejo Hollywood transmitía ideas y valores más allá de la pura evasión. Eran ideas y valores anticuados y muy a menudo hipócritas, pero daban mayor trascendencia a sus obras. Esto tiene menos misterio que el mecanismo del sonajero.
Capitan Ahab
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6
24 de septiembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta obra de Leonard Kastle, muy aclamada entre los cinéfilos de las curiosidades y rarezas, destaca porque consigue que el asesinato parezca lo que en realidad es: algo desagradable (además, de criminal, trágico, cruel, etcétera), algo que, cuando uno lo tiene delante, no quiere seguir viendo, lo cual no es habitual, pues en la mayoría de los asesinatos de la pantalla prima el glamour de asesinos y víctimas o de la escenografía y manera de ejecución de la acción sangrienta. Aquí, los dos cómplices resultan unos chapuceros en casi todo: en sus mezquinas y miserables estafas, en sus planes improvisados, o mal pensados, o mal ejecutados (o todo a la vez), y también en sus asesinatos. Unos elementos que podrían llevar fácilmente a la comedia negra, pero que están correctamente contenidos en el terreno del drama. Por lo demás, es discutible que la situación que lleva a esos dos protagonistas tan vulgares y corrientes a esa espiral de horror esté bien expresada por el guión y la dirección, o que se nos den verdaderamente las claves del extraño entendimiento entre ambos o de la aparente dependencia del hombre sobre la mujer. Una película muy apta para ver con calma y sin grandes expectativas, como a las mariposas poco bellas pero nada frecuentes.
Capitan Ahab
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