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España España · Madrid
Críticas de Estrago
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Críticas 117
Críticas ordenadas por utilidad
5
12 de agosto de 2018
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otra película de época, esta vez ambientada en el siglo VIII, que para atraer al público juvenil, el que mayoritariamente llena las salas, no tiene más remedio que acudir al manido recurso del visitante alienígena. Contiene todos los elementos previsibles: teratología, maldad del género humano, dulce rostro femenino al que conquistar, salvajes en el fondo bonachones y, cómo no, salvación de un pueblo soso e impersonal a manos de un héroe mosaico merecidamente reconocido. No obstante, a mí al menos me ha entretenido y, salvando el aspecto eléctrico y poco pavoroso del monstruo-villano, la factura es buena, la ambientación conseguida y la música envolvente. Algo me dice que mi nota es demasiado benévola.
Estrago
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4
14 de diciembre de 2019
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tal como me temía, otro biopic del montón, escrupuloso con la gente aún viva que rodeó al artista. Al final no dice absolutamente nada. Bueno, sí, que Freddie Mercury tenía buena voz y prosperó meritoriamente haciéndose a sí mismo. ¿Sus vicios, su enfermedad y su triste final? Bueno, je, je, je, ¿quiénes somos nosotros para hurgar en el drama y explotar el inmenso potencial que las pasiones humanas brindan a un guion de cine, siendo así que además la historia ya se basta con un montón de cortes de conciertos concebidos para un público incondicional?
Estrago
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4
2 de diciembre de 2019
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucha variedad étnica a cuento de nada (la dictadura de las cuotas ha alcanzado en Hollywood cotas grotescas), mucho dinamismo desenfadado y todo eso, pero se trata de la misma antigualla de siempre dirigida al público infantil: el héroe oculto tras el típico chico tímido pone sus dos argumentos sobre la mesa después de transformarse gracias a su máscara, y salva a la guapa e indefensa damisela en peligro.

Lo mejor: los efectos especiales, impecables.
Estrago
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5
16 de septiembre de 2018
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandilocuente amasijo de chuminadas críptico-cabalísticas y topicazos psico-sociales, todavía más intrascendente y bobalicón de lo que esperaba. Ya me extrañaba a mí que tantas personas que a duras penas sabían leer devoraran el libro con tanta ansia. Dan Brown tiene que hacérselo mirar: un escritor tan culto e inteligente no puede dejarse poseer por ese auténtico trastorno obsesivo-compulsivo por los anagramas y los cálculos topográficos, no puede siquiera pensar que la combinación de una cajita con cierto parecido a un cubo de rubik podría dar al traste con dos milenios de camelos aceptados por millones de personas dispuestas a tragarse cualquier cagarruta, por muy inverosímil y boba que ésta sea.

Eso si de verdad cree en ello, porque si se lo toma como simple ficción para echar el rato, la propuesta no aburre del todo.
Estrago
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3
26 de julio de 2019
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El género épico, tanto en la literatura como en el cine, tiene un problema que no sabe resolver: para vender, necesita promover unos ideales en los que nadie cree, empezando por los propios autores y terminando por los soldados. Es decir, su lastre es la propia épica, la grandilocuencia, la lucha por una libertad consistente en elegir la postración ante un bueno que nunca ha existido: Moisés, Leónidas, Jesucristo, William Wallace, Redbad...

En unas ocasiones, el poeta o el director salva hábilmente este grano en el culo de nacimiento echando mano de unos recursos artísticos que el público, aquiescente con el engaño, abraza como lo que son: licencias. Así salen grandes obras como la Ilíada, "Braveheart" (1995), "Troya" (2004) o "300" (2006) y otras discretas como "Centurión" (2010), "La Legión del Águila" (2011) o "Vikingo" (2016). En este sentido, las series ganan al cine por goleada, y es lógico, puesto que decenas de horas permiten matizar, levantar el velo y mostrar la realidad del discurso épico: "Roma" (2005-2007) y "Juego de Tronos" (esta última a pesar de pertenecer, en términos históricos, a un universo ficticio) lo bordan, recreándose en la mofa del espíritu épico (el único ideal es el egoísmo sádico).

En el resto de casos, el producto se estrella: la retórica del aedo bobo no solo sigue campando a sus anchas, sino que además lo hace de una manera ridícula y deficiente, dejando ver todas las costuras. La producción holandesa que nos ocupa es el mejor ejemplo. Todo, salvo el contexto histórico de partida, es manido y desafortunado.

Las batallas: confusas, fulleras, sin un solo golpe claro o limpio. Si tanto miedo les da mostrar la trayectoria de entrada o de salida, ¿por qué no se limitan a filmar una comedia romántica y asunto solucionado? En "Troya" vemos a Aquiles descuajar una cabeza de un griego sin cambio de plano, en "Centurión" un bárbaro le taja el pescuezo a un romano con toda claridad, antes, durante y después. Y son solo dos ejemplos entre decenas. En "La leyenda de Redbad", oímos el sonido del acero abriendo la carne y a continuación vemos un plano con la espada o lanza ya pegada con cola en el cuerpo. En lugar de conmoverte con la víctima yacente, estás pensando en cómo se puede estar haciendo ahora una película peor que en los años 80. Por supuesto, en línea con este deseo de no ofender sensibilidades mojigatas y recaudar más, el sexo es censurado, a pesar de que habría estado justificada su presencia explícita.

El montaje: caprichoso, anárquico, hecho por alguna víctima de la LOGSE holandesa. Planos poéticos y a cámara lenta metidos en momentos de una narrativa prosaica. Todo es copia sin criterio y chapucera de otras películas, buenas y malas.

La dirección: entre destartalada y ausente, como si el responsable hubiera estado borracho todo el tiempo o mirando la hora para volver a casa y tragarse un Gran Hermano.

La fotografía, hecha a la ligera, sin ganas, permanentemente quemada, obra de un profesional a tono con el director.

Efectos especiales de vergüenza: fuego digital a mansalva, y los cerdos en llamas del final, para reír por no llorar.

Aunque los actores no son malos, salvo el sobreactuado histrión que encarna al obispo Willibrord (una mera caricatura del cristiano medieval), todos los personajes son absolutamente planos, como los Países Bajos, carentes de carisma, y sus vidas te importan un comino (el caso de la hermana de Redbad es flagrante: un topo que naturalmente no habla). Los femeninos son decididamente viejos para las edades a las que se casaban (una de ellas, aparece como virgen y tiene arrugas). A excepción de la antigua amada del protagonista (que la mitad de las veces está estropeada por la pintura guerrera en la frente, que la envejece) todas las mujeres son feas, así que la película no sirve ni para alegrarte la vista.

La negativa y cruda imagen que se da del cristianismo, que se ajusta a la realidad históricamente documentada, era un punto a su favor, pero finalmente se echa perder con el falaz y anacrónico discurso de Frea. Para contentar a todos los espectadores, vamos.

La aportación original o personal brilla por su ausencia. Todo venía anunciado ya en los sosísimos títulos de crédito iniciales, hechos con toda la prisa del mundo (habrían quedado mejor con máquina de escribir). Podríamos preguntar al director y al guionista lo mismo que la chamana chiflada al protagonista: "¿Sabes quién eres?" Pero lo más seguro es que no nos entendieran.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Estrago
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