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España España · Honor al Sabadell!
Críticas de Grandine
Críticas 1.255
Críticas ordenadas por utilidad
8
6 de diciembre de 2006
69 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el filón de la comedia romántica parecía totalmente agotado, llegó My sassy girl para sorprender a más de uno, tomando prestados elementos más cercanos al anime como algunas de las situaciones que se dan o las reacciones de determinados personajes, y ofrecer un rato agradable de diversión y entrañable entretenimiento a cargo de sus dos protagonistas, un tímido muchacho y una extrovertida joven que se conocen casualmente en el metro y a partir de ahí desentrañan una profunda relación amistosa que irá desembocando en otras cosas más adelante, creando momentos de lo más agradables y otros grotescamente divertidos.

En cuanto al film en sí, destaca en especial por la virtud del realizador en el momento de llevar la historia a la pantalla, haciéndolo con sumo trazo y logrando que sea de lo más amena durante el recorrido total del metraje.
También cabe destacar la capacidad del guionista (que supongo será de la novela) por reinventarse continuamente sin llegar a tornarse anodina con el paso de los minutos, además de saber profundizar suficientemente bien en algún que otro tema que levantará la complicidad de más de uno. Para ello, a lo largo del trazado de la cinta, nos topamos con situaciones de todo tipo, ya sean más (la del parque de atracciones, las del árbol, las historias que escribe ella...) o menos (el momento con los padres de ella, los de la prisión...) afortunadas.

Todo ello completado a la perfección con dos interpretaciones que se amoldan a la perfección con las dos personalidades de los protagonistas. Mientras él realiza todo un recital de muecas y muestra un histrionismo facial que haría descojonarse a cualquiera, ella cumple sobradamente, dando carácter y garra a su personaje, además de endluzarlo con algunos gestos y miradas totalmente hipnóticos.
Para quien quiera pasar un buen rato ante una de esas comedias que no se ven cada día y que, para finalizar, deja un sabor de boca prácticamente inmejorable, que no lo dude, en My sassy girl encontrará todo aquello de lo que se despojaron las comedias inglesas hace tiempo (ya sólo algunas dan la talla) y lo que las americanas llevan tiempo sin conocer, una pizca de originalidad y un puñado de buenas cualidades como para disfrutar de ella desde el primer hasta el último minuto.
Grandine
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8
18 de octubre de 2009
98 de 146 usuarios han encontrado esta crítica útil
La era vikinga fue un período de terror e ira, un período en el que cualquier ser que habitase aquellas tierras, se veía obligado a defenderse, luchar y llegar a unos límites inimaginables de crueldad para poder defender su propia vida.
Hachas y espadas se encontraban para dejar paso a un verdadero reguero de muertes y cadáveres ante el dominio y la fiereza de una etnia como la vikinga, haciendo que esos años, fuesen años de auténtica vorágine humana, y esos campos, fuesen campos teñidos de sangre y cuerpos sin vida.

Winding Refn, en sus primeros compases, deja claro que todas esas sensaciones más cercanas a la inhumanidad y el sadismo poblaban aquellas tierras, y realiza así la presentación de su personaje principal, One-Eye, un guerrero que, sin palabras, y una expresión tan rocosa como impasible, deberá escapar de las propias garras vikingas tras ser un prisionero de éstos y ser obligado a luchar vez tras otra, sorprendiéndoles por su inagotable capacidad de combate.

El rojo y el azul, elementos constantes en "Valhalla Rising" marcan una predominancia y una dualidad entre ese guerrero y los demás personajes, y asocian a One-Eye con la sangre y la ira, en contraposición a esos tonos azulados que personalizan paisajes, brumas y seres incapaces de llegar al ímpetu y fogosidad del protagonista.

De entre sus múltiples pasajes, destaca en especial el viaje en barco realizado por One-Eye, con una atmósfera que, de portentosa, nos introduce con un pasmo impresionante en situaciones que bordean la demencia sin que uno se llegue a cuestionar donde están los límites de la propia humanidad. Por desgracia, el único pero que se le puede poner a esta nueva y fantástica incursión a ese mundo, es el hecho de no poder conservar esa atmósfera durante todo su metraje, porque de ser así estaríamos, seguramente, ante una de esas joyas que es un placer ver y descubrir, aunque ya lo resulte por sus más que logradas virtudes, que nos sumergen en una época donde el rojo, más que un color, era un símbolo. El símbolo de la vorágine, y sus incontrolables consecuencias.
Grandine
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8
27 de octubre de 2006
62 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por norma general, suelo escribir un título a mis críticas distinto del que da nombre al film, sin embargo, esta vez he decidido no hacerlo así. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: Porque estoy harto de que macacos mononeuronales se dediquen a destrozar un título tras otro a la llegada a nuestro país. Siempre ha sucedido, y siempre sucederá, que si "Teléfonos rojos", "Semillas del diablo" (que destrozó el film, llanamente) y, últimamente, "Infiltrados". Lo que distingue este caso en particular, es esa bazofia de título que puede llevar a pensar a muchos que nos hallamos ante el típico producto medio casposo cuyo atractivo reside en su cutrerío, pero ni de coña es así, pues Dellamorte dellamore (De la muerte y del amor) posee grandes virtudes, y entre ellas el brillante mensaje que destila tras ese magnífico título, que concuerda a la perfección con algunas de las vertientes que se ven exploradas de modo fascinante en esta cinta.

En la película, tras un genial prólogo que nos presenta la peculiar situación vivida por el protagonista durante su ardua jornada laboral, Michele Soavi entra pronto en materia, mostrándonos los andares y venires de un personaje muy bien definido, y que aporta unos tintes muy buenos a la historia, con esa actitud seca y fría en su particular 'modus operandi'.
Quizá, después de un arranque tan esplendoroso, donde extrañas situaciones y geniales diálogos se suceden uno tras otro, la poca entereza del nudo pueda llegar a desmotivar al espectador, aun y viéndose este ensalzado por secuencias de un tono medio humorístico de lo más idoneo, que ofrecen un aliciente más para seguir pegado a la pantalla con una historia que, pese a parecer que no lleva a ninguna parte en algún que otro momento, mantiene un magnífico ritmo narrando las peripecias de Francesco Dellamorte, el particular ciudador del cementerio de un pequeño pueblo donde los muertos resucitan durante el séptimo día de su entierro.
La idea original, por simple que pueda parecer, a cada minuto va adquiriendo un cariz más serio y maduro, ofreciendo un desarrollo completamente sorpresivo en determinados puntos y donde, tanto los personajes secundarios como ciertos aspectos del film otorgan unas cualidades soberbias a la obra de Soavi.

De este modo, y después de algo más de una entretenidísima hora, poco podía imaginar yo el giro que daría la película para tomar un cauce mucho más serio y determinante, mostrando verdaderamente sus intenciones, y concluyendo en un final desasosegante, hipnótico, palpitante y estremecedor, de esos que le hacen a uno revolverse. Aunque, sinceramente, el adjetivo que mejor detallaría el aluvión de sensaciones que recorrieron mi mente al finalizar el film, no es otro que el de indescriptible.
Eso sí, mentiría si dijese que he entendido la obra en todos sus vertientes, pues la cantidad de matices y tonalidades que adquiere hacía su conclusión es aturdidora.
El primer visionado es para disfrutarlo, los siguientes, para comprenderlos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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7
18 de octubre de 2009
59 de 68 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como todos, cuando era un enano, servidor también tenía sus propias pesadillas, pesadillas que contemplaban personajes como los Gremlins, los Critters o el mismísimo Freddy Krueger. Sin embargo, sentarse a ver la película de Joe Dante o a aquellos ovalados seres con mucha mala leche cualquier vez que repitiesen por enésima vez en la programación películas tan míticas como las que dan nombre a esos monstruos y alienígenas formaba parte casi de una tradición, y el terror que pudieran infundir durante aquellos años se veía reducido con cada visionado, sin embargo, en cuanto las cuchillas de Freddy aparecían en pantalla, yo desaparecía del comedor o del lugar donde quisiese que la estuviesen emitiendo, porque hay cosas que a uno le aterrorizaban más que nada, y ver como unas cuchillas aparecían de entre las sábanas para llevarse al mundo de los muertos a chavales de escasa edad era una pesadilla recurrente entre las mías, así que durante mi infancia jamás llegué a compartir más de cinco minutos seguidos en una misma sala con Freddy Krueger en pantalla.

Pasados los años, y dejados atrás los temores que abarcaban otros personajes como el Alien de Ridley Scott (que también me hacía huir por peteneras), jamás le di cancha a esa congoja que constituía la peli de Wes Craven para mi, y aun siendo gran seguidor del género en que se enmarcaba la propuesta, nunca encontré el momento para dirigirme a la primera de una saga que se prolongó como tantas otras.
Tras tanto tiempo, este año me topé con una posibilidad única: poder ver "Pesadilla en Elm Street" por primera vez en pantalla grande, y no la desaproveché, pues ver obras así en esas condiciones es, además de una gozada, un auténtico lujo.

Una vez llegado el día y la hora, y ya dentro de la sala, tras un pequeño inciso en forma de documental, las luces se apagaron y llegó el momento de enfrentarme a mi casi némesis infantil. A partir de ese momento, nada iba a ser igual, iba a desafiar un miedo que me perseguía desde pequeño y que, desde el primer minuto de la cinta de Craven, ya no sólo constituía una pesadilla para mi, sino también para los personajes que deberían luchar contra una figura que, por méritos propios, ya es algo más que un mito.
Los minutos pasaban, y el disfrute sólo hacía que aumentar: no únicamente la premisa original del cineasta americano hacía de su film una pequeña delicia, también encajaban a la perfección personajes como el de la madre alcohólica que daban el contrapunto cómico necesario.


(La pesadilla termina en el Spoiler...)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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8
30 de julio de 2009
53 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un hecho bastante peculiar que lleva llamándome la atención desde hace bastante tiempo. Cuando en una sitcom americana se crea un vendaval de situaciones para realizar un sano (o no) ejercicio socarrón en pos de sacar unas sonrisas al espectador, sus personajes suelen sentirse devaluados y menospreciados, sus defectos saltan a la palestra y, pese a que en última instancia se suele incurrir en una reconciliación, a un servidor no le queda nunca ese poso de haber visto en pantalla a unos tipos admirables o que se ganen la simpatía de uno. Sin embargo, al cruzar el charco, la situación se me antoja muy distinta: siempre se crean momentos a través de los que hacer surgir el brote humorístico adecuado, bromeando mediante un tono más irónico y sutil, logrando que los protagonistas de series como, por ejemplo, "Spaced" representen una figura mucho más entrañable, al lado de la que sentarse y gozar un buen rato, acogido entre ellos, sus anécdotas y sus pequeñas contiendas.

Además de ello, la serie guionizada por Pegg y Haynes (con un papel en “Shaun of the Dead”, pero parece ser que más alejada del tándem Pegg-Wright tras esta serie), se surte de una galería de magníficos personajes que, desde sus protagonistas, Daisy y Tim, formando una ficticia pareja, hasta extraordinarios secundarios como Marsha (tremenda Julia Deakin), Richard (el discotequero que se monta fiestas con cualquier sonido que oiga), el emblemático Mike (enorme Nick Frost) o el brutal artista conceptual Mark, logran hacer de "Spaced" un tremendo y variopinto espacio en el que desde los más freaks hasta los más excéntricos tienen cabida sin que ni uno sólo de los instantes que sirven en pantalla tenga el más mínimo desperdicio.

Si hubiese que destacar algunos de los mejores episodios, no sabría exactamente con cual quedarme, ya que desde la salida discotequera con Richard, hasta el día de Paintball de Tim y Mike poseen momentos tan absolutamente formidables como divertidos, que intentar desechar cualquiera de los capítulos de esta pequeña joya desconocida sería un crímen.

"Spaced", pues, se alza como una auténtica y, en ocasiones, desmedida delicia para los amantes tanto de los guiños más freaks como del humor más hilarante, y logra confabular un universo en el cual nada desentona, y todo posee una resolución acorde con las características de una serie a redescubrir, de esas que uno degustaría vez tras otra debido a las fantásticas ocurrencias que deja tras de sí.
Simplemente imperdible.
Grandine
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