Me pareció una simpática y entretenida película de enriedos amorosos, y reflexiones sentimentales, al estilo Woody Allen (con protagonista/director incluido), pero en Montevideo. Una comedia de existencialismo ligero, con un ritmo que expresa la frescura propia de sus rozagantes protagonistas.

En definitiva, más que meritoria apropiación de la obra de Woodie Allen, que entretiene, cumple y sorprende.

Para disfrutar con un ex.

Tres mediometrajes prolijitos, como cuentos cortos de temática fantástica. Bien filmados, bien montados, bien actuados. El espíritu sintético y altamente conductista del cine hecho para TV; ese que mantiene el ritmo y el suspenso. Tres historias completamente diferentes, pero que apuestan por el encanto y la fascinación. El espíritu de Cuentos Asombrosos, o de The Twilight Zone... o incluso de Los Cuentos de la Cripta.

En el primero, un hombre restaura un coche antiguo, y al manejarlo por los viejos caminos rurales, realiza un viaje en el tiempo. Historia con un embrujo muy lindo y particular, me pareció un cuento fantástico de Bioy Casares. Mantiene una atmósfera de constante suspenso hasta redondear una anécdota super curiosa. El mejor.

En el tercero, una desesperada madre invoca, mediante un ritual de magia negra, el retorno de su fallecido hijo. Esta premisa tan simple y macabra, sucede en una noche de tormenta que marca un ritmo desesperante, y con hermosos y curiosos planos, para evocar la tortuosa locura de una madre tan sola.

Por lo visto, nadie da dos pesos por estas tres, pero si sos una persona simple, que gusta de perderse cada tanto, en la OSCURA E INCOMPRENSIBLE REGIÓN DE LA NOCHE, te recomiendo que la busques en el servidor ruso: está subida completa, en audio original y con subtítulos en español.

Historia casi costumbrista, narrada, cinematográficamente, con gran sensibilidad. Nos sumerge en una atmósfera terrorífica y cargada de suspenso, con sólo mostrarnos cosas totalmente terrenales, como un hombre convaleciente postrado en su cama, una ventana que se mueve con el viento, o un corral lleno de cabras bajo un cielo nublado. Tuve la sensación de estar viendo algo genérico, pero muy bien filmado y montado. Me metió miedo y tensión en el cuerpo desde el momento cero, y me mantuvo expectante y curioso. Sin embargo, la película se torna repetitiva y monótona. El miedo se va diluyendo hacia un final carente de acción, sorpresa u otras emociones.

La vi hace dos días y ya casi ni me acuerdo cómo terminó, ni cual era el quid de la cuestión. Tampoco me dejó ni una escena memorable, u otros aspectos en qué pensar. Por suerte escribo estas líneas, que servirán de ayuda memoria para cuando tropiece nuevamente con esta cinta si la hubiere olvidado por completo.

En fin, que la falta de originalidad y resortes emocionales diluyen demasiado un gran trabajo de suspenso.

A mi compañera de oficina no le molestan aquellos compañeros groseros y mal hablados; y por el contrario, le da muchísimo escozor aquel hombre tan amable, demasiado cortés. Ya lo tildó de baboso, de onanista, de "jeropa". Percibe, quizás, que la pulcritud y la cortesía a sobremanera le sirven de tapadera al peor de los pervertidos. Si vieran cómo se peina el tipo, y desde donde nos espía con esos ojitos...

¿A cuento de qué viene toda este divague por los cerros de Úbeda? Cierto, que la película está rodada espectacular, con elegancia y potencia. Presenta unos escenarios y vestuarios hipnóticos. El guión avanza en sutilezas, y muestra unos personajes muy humanos. Pero todo gira en torno a una idea poco interesante para todos los que no somos unos degenerados sin remedio.

Tal vez yo no la entendí, y pido perdón al fanático que tenga que leer esto. Antes que me diga nada, ya se, el sexo es una temática constante en la obra del viejo Paul. Y aquí está todo: sexo y violencia, como arrebatos de una bestialidad que se rebela a la rígida civilización. Pero es que en ésta, lo representan unas colegialas calenturientas, top models vestidas de época, rozagantes. Devota apasionada una, totalmente desacatada la otra. Enamoradas, como se enamora uno a los quince años. Es decir, total e inconscientemente calientes. Pero todo envuelto en un halo medio intelectual, de cine adulto, elegante, bien filmado.

El mismo argumento que muchísimo cine porno, pero para presentar en Cannes y Venecia. Mientras la vi pensé: ¿Qué es más obsceno, estimularse con 15 minutos de pornografía lisa y llana; o poner cara de póker, apalancarse en la butaca y contemplar más de 2 horas de la intimidad de este internado de señoritas bien filmado?

Debe ser que prefiero el viejo y confiable porno. Se la voy a recomendar al hombre de la oficina: "Es cine de autor, puede que te guste..."

Una cámara, una idea a perseguir y entusiasmo intrépido. Sólo eso se necesita, evidentemente, para hacer cine. No mucho más necesitaron los hermanos Safdie para hacer este excelente drama y retrato de cierto personaje contemporáneo. En el caso, un padre inmaduro, egoísta y, a su modo, superficial.

Un padre en extremo descuidado pero... ¿Cariñoso? Bueno, veamos qué es el cariño. Preguntémonos, ¿Qué estás dispuesto a a hacer por tus hijos?.. no no, mucho mejor. Esta película invierte la pregunta, y gana en reflexión: ¿Qué sos capaz de NO hacer por tus hijos? ¿Dejarías de hacer, al menos un poco, lo que te gusta hacer? ¿Resignarías tal o cual cosa? ¿Madurarías? Y si no sos capaz de madurar por tus hijos (la mayoría de la gente ni se lo plantea, simplemente madura al tener hijos y ya), ¿puede decirse que aquello que brindás es cariño?

El estilo realista/naturalista de los Safdie, es un cine de lo cotidiano pero cargado de emoción. Cámara en mano, en la via pública, repleto de no-actores y semi improvisaciones. Un poco como el de Cassavetes, un poco como el de los Duplass, pero con un ritmo frenético y un gusto por las situaciones incómodas y apremiantes.

Finalmente, es bueno señalar que este retrato no "cae" en señalamientos morales. Tanto es así, que casi hace apología de la inmoralidad. Desde ya, un buen retrato no precisa volverse una denuncia, pero no puedo dejar de pensar que prima una mirada "simpática" e incluso "romántica" de la inmadurez, por sobre la cruda y oscura realidad de un tipo que no es capaz de prepararse para recibir a sus hijos, las únicas dos semanas al año que le es permitido verlos.