Diálogos presuntuosos, epatantes, “mira que moderno soy” que igual cito a los clásicos, hago una reflexión filosófica o meto una frase soez. La música es igualmente pretenciosa. Sin embargo el tema que plantea se hace casi enseguida interesante: el miedo a la vejez y los intentos de aferrarse a una juventud que se ha ido. Creo que es, en particular, la interpretación de Rosa María Sardá, sobre todo, y en menor medida la de José Mª Pou, lo que hace que el espectador entre en la historia y se plantee lo que estos personajes se están planteando. La imagen es muy vulgar, muy básica, y me parece que al director se le van los intérpretes por donde les da la gana, no sabe dominarlos. Pero menos mal que los dos actores antes citados si saben lo que tienen que hacer. Lo más curioso es que cuando has quedado atrapado y estás deseando que los personajes sean como tu quieres que sean, cada uno de ellos se libera del espectador y son lo que son.

Es curioso que en una película catalana, en catalán, con actores básicamente catalanes, directora catalana, y con todas las subvenciones y parabienes de los organismos que cuidan de la identidad catalana, nada más empezar, los protagonistas pidan “una botella de champagne”. Los productores de cava tienen que estar que trinan. Es un aviso del guión que se nos viene encima. La historia pasa de una habitación a otra sin ningún hilo que lo haga coherente. Las interpretaciones son nefastas, y hasta la misma Silvia Munt está lejos de lo que fue. En cuanto al tango, mira Silvia, Bertolucci llevó el tango a la pantalla a su máxima expresión, y tu, que lo habrás visto, no se como te atreves a incluirlo en tu película de esa forma que no viene a cuento, por mucho que imites los naranjas y amarillos. Por otra parte, no entiendo porque los directores tienen tanto interés en llenar los altavoces de sonido, y así, sin ton ni son, hacen sonar una música pesada y poco original durante casi toda la película, y sobre todo en los momentos que el silencio seria más expresivo.

Si el director hubiera acortado los planos a su justa medida, la película hubiera quedado en un corto de menos de media hora pero hubiera ganado en ritmo y en intensidad, pero estos franceses se quedaron en la nouvelle vague y creen que son Alain Resnais. Y el caso es que el director ha contado con cierta cantidad de dinero porque sacar un tanque por las calles de Paris no es un plano amateur. Hay un momento en que un grupo de hombres de la resistencia cantan La Marsellesa y aquello parece el coro de la Opera de París. Menos mal que se la cantan entera. ¿Por qué será que me acordé de Casablanca? Será porque en este caso no transmite ninguna emoción. Que sepan que está contada como para que la vean los niños y seguro que no deducen nada porque hasta que yo me enterado de lo que hace el chaval. Bueno, enterado no, lo he supuesto. Es que soy muy mal pensado y a lo mejor el muchacho es más bueno que el pan. En cuanto a lo de Cannes hay que tener en cuenta que los franceses son muy chauvinistas. Es una de esas películas que al terminar me digo: “que manera de perder el tiempo”.

En el cine hay un elemento importantísimo llamado fotografía que hasta tiene un director encargado de elegir el tipo de película, los objetivos, la iluminación, etc. Prescindir de este elemento y recurrir a la fotografía oscura, quizás por aquello de la naturalidad, puede ser peligroso porque el espectador no ve lo que tiene que ver. Por otra parte es posible recurrir a esa fotografía oscura para ocultar una mala ambientación y hasta una mala interpretación. Por otra parte el guión es burdo, malo y sin sentido porque no hay una historia que contar, sino una serie de escenas en las que se apunta un punto de sadismo-masoquismo, y algo de morbosidad sexual. ¿Cuándo se ha utilizado una bata de casa con cola que arrastra por los suelos? Menuda incomodidad para la mujer. Si el director lo que pretende es hacerla pasar por encima de la cámara en un plano “que bien lo he hecho” que busque otra forma porque no somos tontos aunque él sea muy progre. Y todo ¿para qué? ¿Por qué? Para el morbo y por el morbo. A nadie debe extrañar que los espectadores no vayan a ver cine español. Pero los directores, como este Agustí, no se preocupan, para eso están las subvenciones.

Yo no entiendo como se puede hacer una película tan mala. El guión, o lo que se le parezca, es malo, pero malo en concepto, en desarrollo y con unos diálogos que no se le ocurren ni al más inútil de los escritores. Y todo lo demás es malo, muy malo. Ver moverse a todos los protagonistas por la pantalla como auténticos zombis, con los brazos caídos, sin saber donde colocar las manos, mirando a ninguna parte, con una dicción que ni siquiera tienen los niños de un colegio en su fiesta de fin de curso. Y el caso es que esta película no es la primera que hace este director sino que se supone por sus anteriores películas que tenía una experiencia. Además, no entiendo como pudo hacer más películas después de este bodrio. La música está para que la película le guste mucho a los mejicanos pero utilizando unas actuaciones increíblemente malas. Hasta la actuación de Lucha Villa es de lo peor que se pueda ver, o mejor dicho, a Lucha Villa apenas se le ve la cara cantando. No quiero seguir perdiendo el tiempo escribiendo sobre una película que incluyo entre las peores películas que he visto.