La directora Janiak logra cerrar la trilogía de La Calle del Terror con un aprobado, y eso es mucho para filmes tipo slasher que habitualmente, aunque sean buenos, siempre tienen un suspenso. Dicho esto, la tercera entrega es la más floja. Le pongo un seis porque no me ha aburrido en absoluto. Pero…

Primer capítulo: 15/06/2021

Sinceramente no entiendo el suspenso de 4,4 que tienen hoy las historias breves de Élite. Igual que fui crítica al principio porque no se les entendía absolutamente nada hoy tengo que decir que anoche me reí un montón con esta pequeña historia de un guapísimo Guzmán (Miguel Bernardeau), Cayetana (Georgina Amorós) y Rebeka.(Claudia Salas).

El guion es genial. Son pocos minutos. Apenas media hora en las que te ríes si conoces a los personajes. ¡Y se les entiende! No podemos pedir más a nuestro cine y televisión.

Como no quiero hacer spoiler de algo tan cortito, mejor os invito a que lo veáis sin pretensiones. Tened en cuenta que, aunque son parte de la serie, no es la serie en sí. Son como anécdotas. La primera ha estado muy bien, ya veremos las demás. De momento a ésta le pongo un 8.

Segundo episodio: 16/06/2021

Me ha emocionado. Guzmán otra vez como protagonista junto a Nadia. Muy bonita.

Es verdad que aporta bien poco a la serie en sí, incluso nada, pero el corto resulta romántico y los dos actores lo hacen de miedo. Sigo poniéndole un notable.

tercer y cuarto episodio; 17/06/2021

El capítulo de Ander es el que menos me ha gustado. Bien dirigido con Piper haciendo un papelón, como es habitual, pero hablando de un tema bastante incómodo (que he vivido muy de cerca).

Si embargo, ver a la Marquesa (Expósito) en una relación completamente tóxica con Samuel (Escamilla) siempre es un verdadero placer. Aunque me han sobrado minutos del drama.

A los dos últimos les pondría un 6 o 7. No obstante sigo dejando el 8 para compensar los suspensos.

Completamente de acuerdo en que va de más a menos. Se desinfla poco a poco y en vez de acabar con una sonrisa, te encuentras serio. Igual los tenía que haber visto al revés. Primero el de Arón, luego el de Samuel y La Marquesa, y por último en los que aparece Guzmán. Sin duda esos son los mejores.

Candyman, secuela directa de la primera parte –lo que se agradece, pues la segunda y la tercera pierden mucho el sentido- no logra el atractivo y la originalidad de la primera, pero sí respeta bastante la historia, tanto la escrita por el conocido Clive Barker, que la tituló Lo Prohibido, como el gran trabajo que se hizo en 1992 por parte del director Bernard Rose, en la que nos mostraba un ser en teoría maligno, parte intrínseca del folclore de la zona de Cabrini, donde se hicieron un montón de residencias para gente marginal y que dio como resultado un gueto en toda regla hecho por blancos para que viviesen etnias menos favorecidas, en este caso, sobre todo negros. La secuela dirigida por una fantástica Nia DaCosta y producida por el famoso Jordan Peele, nos lleva directamente al inicio de Candyman, de su leyenda, de lo que le pasó a Helen cuando investigaba para su tesis y en cómo han cambiado las cosas en el nuevo Cabrini, que ahora tiene otro nombre. El guion está muy cuidado y respeta en gran medida los temas sociales que trata. Es de corta duración y puede que su mayor error sea que quiere abarcar mucho en una sola cinta. Tampoco me ha gustado que aparezca tan poquito Tony Todd, que realmente parece un secundario más y es una lástima porque su profunda voz y su romanticismo fue lo que hizo que nos gustase tanto la primera. Eso, y Helen. En esta secuela no hay ninguna Helen (Virginia Madsen estaba que se salía) ni ningún Candyman digno de mención, pero sí es interesante que la leyenda sea un todo. Que por cada injusticia cometida, haya un castigo. Que el supuesto malo, el que da miedo, quizás no sea lo que aparenta y que los que sí son verdaderamente inhumanos paguen de alguna manera.

Peele reabre viejas heridas, olvidadas desde hace más de veinte años para los residentes de esa zona residencial, que parece nueva y agradable. Nos recuerda que el racismo, la violencia injustificada o el miedo siguen existiendo, aun cuando tu casa sea preciosa y tengas una galería donde exponer tus cuadros. Aunque tengas dinero y mantengas a tu marido que lleva tiempo sin inspiración. Peele habla de las apariencias, y entre medias nos mete un poco de humor, de ese suyo, tan especial, como cuando el negro gay dice: «los negros ya no invocamos, eso es cosa de blancos, no estamos en Luisiana».

Es interesante también la forma de contar lo que le ocurrió a Helen y cómo logró dar con el primer Candyman (Tony Todd), que ya aparece en el adelanto, con ese corto que se hizo sobre este tema. Las sombras chinescas, hacen que rememoremos, sin verlos directamente, lo ocurrido tantos años atrás. Peele nos recuerda que la historia, sea cual sea, nunca debe olvidarse. De la historia hay que aprender y si se olvida no se aprende. Es la conclusión final.

La atmósfera no es tan gótica y romántica como la de 1992, pero Nia DaCosta y Peele hacen uno de los mejores trabajos que he visto en materia de secuelas, remakes o reboots. No hay una mala elección de actores, todos lo hacen bien, pero claro, no todos pueden ser Tony Todd, aunque todos sean las injusticias cometidas por otras personas, que es lo que les une a todos en una idea común. Candyman son todos los que sufren.

Hay quien dice que las palabras no tienen poder, pero hay algunas que es mejor no decirlas en alto.

Apple TV+ ha hecho una buena apuesta sobre un tema bastante más complicado de lo que parece. Me voy a permitir el lujo de hablar, no sólo del nivel de esta No-ficción, sino también de una visión más amplia para todes (sí, escribo todes, porque a pesar de lo que voy a decir no estoy de acuerdo con todo lo que reivindican algunas personas –porque se aleja de lo que se quiere conseguir y no tiene sentido alguno-). Quiero destacar a todos los actores que se han elegido, incluida Jennifer Aniston, que no es costumbre verla en semejante papelón –no, tampoco en Friends-, sin embargo, ha dado un gran salto al vacío y ha funcionado; por supuesto Reese Witherspoon ya nos tiene habituados a todo tipo de personajes, incuyendo los más reivindicativos, como en Crueles Intenciones, Una Rubia muy Legal o La Feria de las Vanidades, sin contar con la serie Big Little Lies; Steve Carell (The Office) es un honor verlo en cualquier interpretación y en este caso no es una excepción; Billy Crudup (Casi Famosos, Big Fish, Watchmen, Spotlight, Alien Covenant, etcétera), aquí hace una actuación atrevida y retadora, lo que le hace estar más atractivo si cabe; Mark Duplass (Así Somos, Tully, Paddleton), tiene un papel complicado –pero todos lo tienen-, Gugu Mbatha-Raw (conocida por Doctor Who, Touch uOdd Thomas: Cazador de Fantasmas). Dos de las productoras son la propia Aniston y Witherspoon, junto con Mimi Leder –conocida por otras ficciones o no tan ficciones como Una Cuestión de Género-. La música y la fotografía son fantásticas y me parece que a excepción de algún pequeño agujero en el guion, es bastante realista.

Primero, el movimiento Me Too se hizo viral en octubre de 2017 cuando salieron a la luz las acusaciones por agresión sexual y acoso sexual del productor y ejecutivo Harvey Weinstein (aunque todos sabemos que no es el único y que esto no se da sólo en el mundo del cine, se da en cualquier empresa y en cualquier lugar del mundo). Fue la actriz de Embrujadas, Alyssa Milano la que animó a las mujeres a tuitear experiencias de tipo acoso, abuso o violaciones en las redes para demostrar que este comportamiento está muy extendido (y es cierto que lo está, pero lógicamente estoy segura de que algunas de las que escribieron, como algunas denuncias, también son falsas…y ya, sé que abro el debate a fuego, pero hay de todo y luego me extenderé en por qué lógicamente se da más en hombres). Muchas actrices se unieron a esta denuncia, incluida Reese.

Segundo, con respecto a por qué este problema se da más en contra de los hombres...bueno, existe desde siempre un «Techo de Cristal» con relación a nosotras. Esto quiere decir que nos es muy difícil acceder a puestos realmente de importancia (y sólo hay que ver los números, las mujeres que tienen poder son todavía pocas), así que a todos los hombres (que no son todos, gracias a dios) que lloráis cada vez que se habla de este tema, del acoso, de violaciones, de abusos de poder, tengo que recordaros que es por algo. Es cierto que una mujer puede también ejercerlo mal y a tener a los empleados bajo el yugo del miedo (a lo que sea, a un despido, simplemente), pero como no hay tantas mujeres en esa posición esa idea no es factible de momento.

Un aspecto importante que se trata en la serie, aparte de tapar a hombres poderosos, es un debate que leo mucho y que he tenido que presenciar y es el miedo a decir NO (que lo podría extender a ciertos hombres también, ojo), pero lo que no tiene sentido es que alguien piense en alto o escriba que «todos somos adultos para negarnos a decir lo que no queremos hacer»; el miedo paraliza a muchas personas (y no sólo el miedo físico, el miedo a hablar y ser despedido, perder lo que te da de comer –no está la cosa para ir dejando trabajos porque haya capullos o capullas por el mundo, ¿no creéis?- así que a todos los que pensáis que es tan fácil como decir NO, que es tan fácil como denunciar a la primera, a esos hombres y mujeres, deciros que vuestra palabra o vuestras letras, para mí, no valen nada. Me da pena tener, no sólo amigos, sino amigas, que piensan de una forma tan machista que no ven más allá de su ombligo, pero igual que digo una cosa, expreso otra, y es que también conozco hombres y mujeres que son dignos de todo mi respeto, porque en el equilibrio está la justicia y la virtud, nunca en un extremo. Las personas que os sentís atacadas por una serie tan bien hecha como ésta (y soy la primera que he criticado fantasmadas de las llamadas «feminazis»), quizás os lo tenéis que hacer mirar, porque no se siente atacado ni herido el que no ha participado en la lucha de alguna manera. Hay una frase que indudablemente resume todo esto, y es la que dice Cory Ellison (Billy Crudrup): «La humanidad es universalmente decepcionante», y lo es.

Antonio Campos (The Devil All the Time) se pone vulgar y dirige The Staircase, adaptación de la docuserie de 2008, del mismo nombre que cuenta una historia real, la del escritor de novelas policíacas Michael Peterson, que el sábado nueve de diciembre del 2001 hizo un par de llamadas sospechosas a emergencias porque había encontrado casi muerta a su esposa de ese momento Kathleen Hunt Peterson. En la primera llamada todavía respiraba, en la segunda ya estaba muerta. Es uno de los casos penales con más cobertura nacional y ha sido objeto de documentales, el más interesante, el francés, que siguió a la defensa de Peterson y a su familia durante el proceso legal. El escritor se convirtió casi al instante en el único sospechoso y se descartó un accidente poco después gracias a las pruebas forenses.

En un principio me pareció interesante. También saber que Campos estaba detrás, ya que me había gustado bastante El Diablo a Todas Horas. Pero desde el primer episodio la cosa se pone, hasta para mí, morbosa, incómoda y desagradable, hasta tal punto, que en el cuarto capítulo la he dejado de ver. No soy masoca, como algunos de mis compañeros, que ven cosas que nos les interesan hasta el final, ¡cómo si nos pagasen por hacerlo!

Por supuesto tiene una fotografía excepcional e impecable, al igual que sus actores o la dirección, pero el guion es lento, se hace extremadamente largo, es terrible ver en todo momento repeticiones de cómo murió la mujer, lo que debió de sufrir. No hace más que repetir la caída, su cabeza golpeándose contra la pared, como escupe sangre, como se mea en los pantalones, y así en cada uno de los episodios. Llega a resultar penoso y asqueroso, porque ya nos lo hemos imaginado cuando comienza la serie. No había motivo para ponerse así, con repeticiones constantes, dejando de lado actuaciones maravillosas de todos los actores. Colin Firth, destaca en un rol más bien desconocido en él, haciendo del patriarca de la familia, el escritor Peterson; Toni Collette (Rehenes) hace lo que mejor sabe, ponerse desagradable y vulgar como la esposa asesinada; Michael Stuhlbarg (Blue Jasmine), Rosememarie DeWitt (Mad Men), Sophie Turner (Juego de Tronos), Odessa Young (Shirley), Patrick Schwarzenegger (Amor a Medianoche), Dane DeHaa (La Cura del Bienestar), Olivia DeJonge (The Society), Tim Guinee (Castell), Juliette Binoche (El Paciente Inglés) o Parker Posey (Scream 3), quedan prácticamente eclipsados porque solo tienes en mente la muerte grosera de la madrastra de todos. Ningún actor secundario, con lo buenos que son, se queda en tu cabeza y para esto bien podían haber escogido a actores desconocidos, que me hubiera dado lo mismo.

En resumen, todo pintaba bien. Quizás podía haber salido mejor si se hubieran centrado desde el primer momento un poco más en la vida que llevaban como matrimonio, que queda deslucido, insisto, por la penosa muerte. Y me repito, al igual que Campos.

Un suspenso alto, que podría ser un uno perfectamente si no fuera por los actores y porque Campos suele hacer las cosas con algo más de clase.

La comparación que hace un compañero de críticas sobre que esta se parece a Defendiendo a Jacob, ya os digo yo que, gracias a Dios, no. Defendiendo a Jacob es elegante, mantiene el interés sin necesidad de enseñar más que lo suficiente, ni falta que hace. Ojo, respetable es que Campos haya elegido este camino y que haya personas a las que les parezca, incluso, gracioso, ese tema. Para mí no lo ha sido. Decepcionante y de muy mal gusto (y lo dice alguien que ve Hostel una vez al año). Señores, cada cosa en su lugar.