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España España · Barcelona
Críticas de Rómulo
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Críticas 355
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de noviembre de 2021
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caso Hartung - Kastanjemanden

Es octubre en Copenhague. El otoño tiñe de mil tonalidades los parques de la ciudad y los bosques que la rodean. Pero tras su desbordante belleza y la exuberancia multicolor que nos brinda la naturaleza, mientras la civilizada sociedad danesa se prepara para un largo y crudo invierno, no todo son dulces fragancias las que airean Dinamarca, tal y como acertadamente sospechaba el centinela Marcelo mientras vigilaba las murallas de Elsingør.
La joven inspectora Naia Thulin, adscrita a la Unidad de Homicidios en Copenhague, lo sabe muy bien, porque su olfato se ha ido afinando entre los escombros del horror y la náusea de los espeluznantes crímenes y asesinatos que le ha tocado indagar. Ella y su compañero Mark Hess, serán los protagonistas más relevantes de los seis episodios que componen esta intimidante miniserie danesa de cine negro que pone a su disposición la plataforma Netflix.
Una espléndida fotografía nos ofrece un sugestivo retrato de la ciudad de Copenhague y de los bellísimos paisajes que visten sus alrededores. El guion está inteligentemente estructurado por lo que el ritmo resulta sumamente fluido. Una historia devastadora desde cualquier punto de vista y momentos de gran tensión dramática absorben toda nuestra atención. Buenas dosis de suspense, giros inesperados y escenas de un brutal realismo - que en absoluto contradicen el comportamiento de algunos seres humanos-, nos sobrecogen y conmueven por partes iguales.
Los personajes muestran un alto grado de complejidad, están estupendamente trabajados y tanto sus conflictos personales como problemas domésticos se intercalan de manera natural y sin forzadas maniobras con el principal desempeño que les corresponde en la serie.
Y yo me pregunto ¿por qué los escritores nordicos resultan tan endemoniadamente buenos a la hora de escribir novela negra? ¿Cómo es que las historias de Stieg Larsson, Henning Mankell o Jo Nesbø, solo por citar a algunos, se convierten automáticamente en un éxito de ventas nada más ser publicadas? Hasta hoy, no parece haber una explicación razonable para semejante fenómeno, pero lo cierto es que el cine ha sido el gran beneficiado con las magníficas versiones que de ellas se realizan como en el caso que hoy nos ocupa.
Ah, y no olviden que octubre es también tiempo de castañas, porque “Kastanjemanden”, su título original, resulta mucho más acorde con el inquietante y sombrío argumento de la serie que la inapropiada traducción española que le han endosado.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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7
24 de noviembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la tormenta

Hirokazu Kore-eda, afamado director japonés nacido en la ciudad de Tokio, nos acaba de regalar una auténtica filigrana, un hermoso trabajo de orfrebrería. "Después de la tormenta" en la que él mismo dirige y escribe el guion supone una lección magistral de buen cine en donde no faltan el humor, la ironía y una indispensable buena dosis de mordaz crítica social: "A mi edad hacer amigos significa acudir a más funerales.", es la contestación de una madre cuando su hija le interpela sobre su soledad.
El relato de Kore-eda no esconde una historia excepcional, ni situaciones arrebatadoras que sacudan la conciencia del espectador, ni escenas escabrosas que le provoquen repugnancia o miedo. Por el contrario, la narración es de una sencillez y realismo tan comunes y cotidianos que cualquier espectador puede reconocerse en ellos como en un espejo. No importa que la cinta refleje los problemas familiares de una sociedad tan alejada de nuestras costumbres y culturalmente distinta. Los seres humanos compartimos infinidad de dificultades, unas muy dolorosas, otras más llevaderas, que afectan nuestra existencia de manera semejante. Otra cosa es cómo cada quien afronta sus problemas y la manera con la que encara la adversidad.
Luego entonces ¿qué hace de esta cinta un pequeño y preciado tesoro? Pues la delicadeza, sensibilidad y elegancia con la que Kore-eda trata una cuestión que puede parecer a simple vista poco relevante -ya sea oriente u occidente, tanto da- aunque muy habitual en el ámbito de una sociedad tan desquiciada como confusa en la que para bien o para mal estamos condenados a bracear sin tregua. Sin embargo el tokiota la sublima convirtiéndola en poesía; transforma la aspereza en una caricia suave, los gestos, diálogos y miradas en una dulce sinfonía que interpreta con sutileza y buen gusto al tiempo que convierte las penalidades de la vida diaria en un ejercicio de aceptación y emotiva sabiduría.
Y volveremos a ver a Kirin Kiki, esa adorable, menuda y afectuosa ancianita, maravillosa actriz, de apariencia frágil pero llena de vitalidad y ternura ¿La recuerdan en "Una pastelería en Tokio", -la reseñé aquí en su momento- elaborando aquellos deliciosos pastelitos dorayakis tan apreciados en japón con un mimo y dedicación entrañables?
Ella, así como el resto del elenco vuela a la altura que exige esta pequeña joya pero yo no voy a olvidar en mucho tiempo a Yoko Maki, una deliciosa criatura, delicada como la porcelana, bellísima y expresiva de la que no puedes desviar la vista ni un solo segundo mientras ella aparece iluminando la pantalla.
La educación, la comprensión, la paciencia, la generosidad y, en definitiva, la humanidad que nos redime y distingue como seres racionales, son los hilos con los que Kore-eda cose este deslumbrante ropaje al tiempo que sutura las heridas que los años y las circunstancias abren en cada uno de nosotros cuando tus sueños y expectativas de futuro no se corresponden con la realidad que te ha tocado vivir y la nostalgia de lo que podía haber sido y no fue hieren como una daga y horadan con saña en la llaga abierta de tu presente.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
9 de octubre de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo sigue

“Verás maltratados a los inocentes, perdonados los culpados, menospreciados los buenos, honrados y sublimados los malos; verás los pobres y humildes abatidos, y poder más en todos los negocios el favor que la virtud”. Fray Luis de Granada (Guía de pecadores).

El texto con que Fernando Fernán-Gómez abre su película preludia lo que se nos avecina. Él fue un hombre inabarcable, inclasificable, de un talento superior y todo lo que hacía, absolutamente todo, lo hacía bien. Como actor, guionista o director, o las tres cosas al tiempo -como ocurre con esta pelicula que hoy reseño- y también como escritor o ensayista; en su afan perfeccionista siempre dejaba impreso un sello tan personal que no era sino su marca de excelencia.
"El mundo sigue” se estrenó prácticamente de forma clandestina en un cine de Bilbao, en el año 65, dos años depués de haber sido realizada. La censura franquista puso toda su maquinaria a trabajar para que la película no se viera. Y así fue; después quedó tristemente enlatada y sufrió el más injusto de los olvidos. Ahora se cumplirían 50 años de su inadvertido estreno.
Porque la cinta es soberbia. Expone y airea todas las miserias de la España de esa época y Fernando lo hace de forma cruda, áspera, sin tapujos, ajustándose a la espantosa realidad de aquel país.
La mentira, la prostitución, la falsedad hipócrita de sacristía; el sentido trasnochado y decimonónico del honor a la española, quijotéscamente entendido, que no provoca sino más dolor; la pobreza, el machismo cruel, exacerbado, la necesidad de dinero por cualquier medio capaz de cambiar unos valores sujetos, ya de por sí, con alfileres, están perfectamente retratados. Una sombría y deprimente sociedad que se mueve en el lodazal humillante de la miseria.

Y cuando Fernán-Gómez reproduce magistralmente el ambiente del Madrid callejero, sus bares, sus personajes de barrio, la mala educación, la ignorancia, el menesteroso ambiente del fútbol y las quinielas, la pobreza material y moral, las insalubres, húmedas y sofocantes viviendas, el alma del espectador se desmorona.
¿Me pregunto, si en la primera mitad de la década de los 50 cuando el neorrealismo italiano estalla de éxito, de no haber sido aquí mutilados por un regimen opresor y represor que aplicó la censura de forma implacable, nuestros Fernán-Gomez, Berlanga o Bardem no hubieran competido con los Sica, Rossellini o Visconti? ¿Si no hubieran logrado, tal vez, rayar a su misma altura de haber contado con la misma libertad de los italianos? Desgraciadamente, nunca lo sabremos.

Llama un tanto la atención el lenguaje cinematográfico que emplea el director, demasiado teatral y melodramático para mi gusto cuando en esa época el cine ya utilizaba métodos no tan marcadamente expresivos y más alejados de la influencia del teatro; pero, finalmente, ello no le resta tensión ni dismuye su interés a lo largo del metraje. 

El guion es sólido, está muy bien trenzado y utiliza recursos muy novedosos para su tiempo. El elenco de actores merece -en particular Gemma Cuervo y Lina Canalejas, dos hermanas unidas por un odio atroz e irreconciliable- mención especial pues realizan un magnífico trabajo que es justo destacar.

De forma que, queridos amigos, más vale tarde que nunca, con algo de retraso, 50 años no son nada, he podido ver esta estupenda y desgarradora película.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
9 de noviembre de 2021
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tiempo que te doy

“Cada día pensaré un minuto menos en él y así será un minuto menos de tristeza." Lina

Descubro en la plataforma Netflix una pequeña gran obra de arte. Una miniserie cuyo formato llama de inmediato mi atención por su chocante singularidad, ya que la emotiva historia que nos narra está contenida en diez episodios de tan sólo once minutos cada uno, por lo que su duración total no difiere a la de cualquier película.
“El tiempo que te doy” es un precioso regalo cuya sencillez no eclipsa la ternura que encierran sus 111 minutos de exquisita sensibilidad y delicadeza. Su exiguo presupuesto y la minúscula disponibilidad de recursos no parecen haber supuesto un obstáculo para Nadia Santiago, que realiza un maravilloso ejercicio de plena madurez narrativa.
La actriz madrileña que, pese a su juventud, almacena en su haber un largo y sobresaliente historial en cine y series televisivas, consigue, en esta su primera incursión como directora y guionista, además de protagonizar a su principal personaje, hilvanar un enternecedor -aunque también amargo y doloroso- relato. Tres hurras pues, para esta audaz cineasta por su arriesgado y valiente triple salto al vacío.
“El tiempo que te doy” es, ante todo, entrañablemente humana, se ve con agrado y la frescura y genuina sinceridad de su puesta en escena me atrapan desde el primer instante. En su espontánea naturalidad estriba buena parte de la veracidad que nuestra directora imprime a sus personajes. Nos sentimos indentificados con ellos, nos resultan familiares, cercanos y esa proximidad es uno de los grandes logros de su sorprendente trabajo.
Nadia Santiago nos deja un impagable testimonio a través de Lina, una muchacha que, al igual que muchos otros millones de seres anónimos, sufre, con mayor o menor intensidad, durante más o menos tiempo, la ruptura de su pareja a la que había convertido en el epicentro de su vida y cuyo vacío resulta ahora tan difícil de llenar.
De la resistencia a asumir esa separación y del doloroso duelo que supone la pérdida tratan los diez brevísimos episodios que he saboreado de un tirón y sin un solo parpadeo.
Y como el gusto es un abanico de infinitas tonalidades, resulta factible que “El tiempo que te doy” no satisfaga a todos por igual pues su inusual e introspectiva mirada hará que determinados paladares acostumbrados a una dieta más convencional probablemente la rechacen.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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8
21 de septiembre de 2020
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Sinner

Si ustedes, mis improbables lectores, aman las emociones fuertes, disfrutan de los relatos sombríos en los que el alma humana se manifiesta en toda su desgarradora fragilidad, en los que la maldad y la integridad difuminan la línea de una frontera invisible y son capaces de transitar entre la luz y la sombra sin desfallecer por el camino, ésta es su serie.
“The Sinner” -a su disposición en Netflix- consta de tres temporadas y el autor de esta maravilla es el estadounidense Derek Simond,
inspirado en la novela homónima de la escritora alemana Petra Hammesfajr. Cada temporada es una historia cerrada con diferentes actores y escenarios pero hábilmente hilvanada a través de un
mismo protagonista tan singular, ambiguo y desconcertante que secuestra nuestra voluntad desde el primer minuto. Y éste no es otro que el inspector de policía Harry Ambrose, admirablemente interpretado por el actor neoyorquino Bill Pullman en un papel que parece haber sido creado para él, tal es el grado de complejidad e infinidad de registros que imprime a su personaje.
Harry es un investigador tenaz, inteligente y obsesivo. A su asombrosa intuición suma una gran capacidad de observación. Es incansable, astuto, paciente, sumamente meticuloso y jamás se da por vencido. Interviene y resuelve casos que por su presumible transparencia terminarían siendo archivados de no ser por su perspicaz determinación e infalible olfato. Pero, tras su intimidante personalidad se esconde un ser frágil y extremadamente vulnerable. Desde hace tiempo se halla físicamente mermado por una ciática crónica que en ocasiones lo inmoviliza y se convierte en un verdadero martirio. Sin embargo no es esta dolencia la peor carga que soporta. A Harry le duelen otras heridas mucho más profundas, heridas que a pesar del tiempo transcurrido aún no cicatrizan. Todo ello convierte a Harry en un ser hermético, solitario, incapaz de exteriorizar sus emociones, contínuamente enfrentado a dilemas morales y maniatado por sus propias dudas e inseguridades. Las causas de ese infierno interior que le atormenta desde que era un niño nos irán siendo reveladas en el trancurso de la serie.
“The Sinner” no recurre a trillados estereotipos, ni a manoseados métodos de investigación mil veces vistos, lo que la convierte en una serie singular, distinta, enigmática, capaz de acelerar los latidos de nuestro corazón. Se apoya en un potentísimo guion minado de giros sorprendentes en los que los indescifrables misterios que controlan la mente humana se filtran por cada poro de esta inclasificable historia.
Cuenta además con un elenco de extraordinarios actores tales como Matt Bomer o Jessica Biel. Pero sobre todos ellos sobrevuela la sombra de un Bill Pullman imbatible que, con su sola mirada, y a través de impactantes primeros planos, nos interpela, conmueve y estremece.

Emilio Castelló Barreneche
Rómulo
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