Secretos de inocencia usurpada. Licencias para destruir con apatía. Castigo de silencio. Caprichos asesinos de honras tóxicas. Panfleto de rectitud. Héroes con el mágico poder del amor. Fortunas que interesan y pasados que confiesan.

Otra delicia técnica de Griffith. Las composiciones y el ritmo son maravillosos. Los ajustes de plano, la elección idónea en cada secuencia y la estructura en los tonos de la narración son enormes.

La escena del rio es marca de la casa. Griffith se crece y compone de manera épica una alegoría preciosa.

Una obra contenida que se apoya en la humildad selectiva de su director.

Traición y muerte bajo el yugo de la intolerancia. Desdichados colaterales de codicia insana. Miedos, celos y desconfianza. El tropiezo de los justos. La zancadilla del ego superlativo. Ideales inquebrantables de dirección caprichosa.

El cinismo de Griffith es proporcional a su ego. Responde a sus detractores con una réplica soberbia. La magnitud de sus referentes es la aspiración de un grito de pretensiones enfermizas. Escupe sermones con su mejor arma. Abrumadora puesta en escena para una defensa agresiva.

El apartado técnico es de tal magnitud que condensa todo el cine del siglo posterior en una misma obra. Asombroso.

Rodando sentimientos. Realidades oníricas. Culpa y decadencia. Instintos de represión insuficiente. Amor y depresión. Brecha generacional. Huellas criminales. Detectives incesantes . Escala social omnipresente. Influencia religiosa y referencias literarias.

Griffith consigue diseccionar la realidad y generar historias de simultaneidad metafísica. Indaga en la mente del personaje de forma visual. El recurso del primer plano potencia ansiedades y dirige la atención del espectador al mismo sitio que la del personaje. Los efectos visuales enfatizan la angustia de la situación.

La cantidad de personajes y subtramas derivadas enriquecen la obra con distracciones irregulares. Si bien algunas escenas no sirven para agilizar el avance de la historia principal, sí enfatizan en los aspectos más significativos de dicho segmento. De ahí la fuerza en su primera mitad de metraje.

La comprensión narrativa permanece intacta después de cada truco y recurso. Un trabajo mayúsculo de contenido y forma que camina dentro y fuera de la palpable realidad.

Idílicos futuros de paz. Crimen vulgarizado con guante blanco. Lealtades de vieja escuela y sangrado romántico. Sueños de líder, pesadillas de amante. Honor de naturaleza indigna. La corrupción sujeta víctimas con cadenas muy cortas.

Fukasaku impregna a sus personajes de romanticismo. Ensalza valores familiares en estructuras con distorsión de éticas. La sucesión de sangrientas batallas agiliza el ritmo de una cinta más preocupada por el sufrimiento personal. Vacaciones de sangre para el osado fugitivo.

"Perdóname. Rompí tus sueños, como los de mi esposa. No se me permitió soñar. Un yakuza siempre será un yakuza, su destino no le pertenece".

Delirante. Abarca prácticamente todo lo abarcable para ser kitsch. Concebida como una obra de teatro (nacida de una novela de Rampo Edogawa) y adaptada al cine por Shindô, alterna géneros y atmósferas sin pudor. Una suerte de cine B y musical hortera.

La extravagancia irrumpe con fuerza en su segunda mitad. Desplaza la lucha de egos y se sumerge en una locura de ficción clásica. El frikismo romántico de sus personajes entretiene y desorienta. Su crítica anticapitalista se expone con fuerza y sorna.

Desmadre con giros de cerebro. Avariciosa en conceptos. Una interesante cutrez sesentera con villanos distorsionados.