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Críticas de carlos bosch benitez
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Críticas 225
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
5 de mayo de 2019
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía mis prevenciones cuando entré en la sala, en parte debido a que las películas sobre personajes célebres suelen caer con cierta facilidad en el acartonamiento y el estereotipo. También en parte porque estoy bastante saturado en lo que a obras de temática gay se refiere, y las suelo evitar a menos que la alternativa sea aún peor. No obstante, me equivoqué de medio a medio, pues reconozco que he disfrutado durante toda la proyección. Aún más por contraste con el deprimente panorama que ofrece el cine occidental actual, que parece haber perdido no sé si el norte o el alma en algún punto del camino.

La única objeción que se me ocurre tiene que ver con la exactitud histórica de los hechos que se narran. No conozco la biografía de Oscar Wilde salvo en sus aspectos más superficiales pero, en cualquier caso, tanto si las cosas sucedieron de esa manera como si se trata de una recreación libre por parte del director, la historia está narrada con tanto convencimiento, que en realidad da lo mismo. No soy ningún fan de Rupert Everett, pero esta película me ha obligado a reconsiderar mi punto de vista. A mi parecer esta vez, en su doble papel de director y protagonista, ha puesto de verdad toda la carne en el asador. El resultado es brillante, y si ese no es el Oscar Wilde histórico, perfectamente pudo haberlo sido.

La verdad es que no tengo mucho que añadir, como me suele suceder con todas las películas que me encantan. Esta película cuenta con escenas auténticamente antológicas, unos diálogos brillantes y un tratamiento visual de una gran belleza. Consigue reflejar toda la sordidez de los últimos días del escritor, sin caer en tremendismos ni perder nunca de vista su perfil humano ni la fragilidad que escondía detrás de la fachada.
carlos bosch benitez
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3
27 de abril de 2019
13 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de esta película debe hacer referencia a lo que uno siente cuando aparece en la pantalla la palabra "Fin". Aunque no recuerdo ahora sus títulos, creo haber visto antes de esta otras dos obras sobre el tema de los abusos sexuales a menores en el seno de la iglesia, una ambientada en Irlanda y otra en los Estados Unidos, pero seguro que hay muchas más. De las tres, esta es con mucho la peor. Para empezar, carece de centro: no hay un protagonista principal, sino varios sucesivamente. Cada uno de ellos le va pasando la pelota al siguiente, que a su vez vuelve a empezar de cero, hasta conseguir que el espectador empiece a revolverse en el asiento. Como consecuencia de ello, la película nunca llega a adquirir verdadera intensidad, y lo que queda es una cansina sucesión de escenas de comedor y dramones familiares un tanto traídos por los pelos. Lo cual no deja de ser una lástima, pues esta película cuenta con un elenco de actores de primera, que se ven claramente desbordados ante lo forzado de algunas situaciones.

Por otro lado, más allá de la calidad de la película como tal, y sin ánimo de minimizar el problema de los abusos, me pregunto si el hecho de sacar a la luz esta película en un momento en que el catolicismo está siendo atacado desde todos los ángulos, puede ser considerado casual. Sobre todo teniendo en cuenta que esta obra no añade absolutamente nada a películas anteriores sobre el mismo tema. El problema fundamental no es tanto la existencia de abusos, que por desgracia son casi inevitables, como el encubrimiento por parte de la jerarquía. De hecho se podría haber acabado hace muchos años con el problema si hubiera habido voluntad para ello. En este aspecto la película sí da en el clavo, si bien lo hace de una forma un tanto chapucera.

Si no he leído mal cada año desaparecen en el mundo unos ocho millones de niños... ¿Adónde van a parar? ¿Por qué razón, al menos hasta donde se me alcanza, nadie ha hecho una película sobre los círculos de pedosatanismo en los que hay implicados políticos, jueces, grandes empresarios y demás peces gordos? ¿O, ya puestos, por qué no hablar también de las tramas pedófilas de Hollywood? Sin ir más lejos en España, desde Alcácer, al Bar España o a Kote Cabezudo, tenemos una larga lista escándalos que el poder político y judicial ha tratado sistemáticamente de encubrir, casi siempre con éxito. Y estamos hablando solo de la punta del iceberg. El hecho de que se ponga siempre el énfasis exclusivamente en la iglesia católica, ¿no podría ser una maniobra de distracción para hacernos mirar una vez más en la dirección equivocada? Con lo cual en absoluto pretendo exonerar a la jerarquía eclesiástica de su responsabilidad, simplemente sugiero que el problema más grave casi con seguridad está en otros lugares que resulta mucho más arriesgado mencionar...
carlos bosch benitez
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9
19 de abril de 2019
17 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces, contra lo que reza el dicho, la primera impresión no es la que vale. Digo esto porque esta película solo la he visto completa al segundo intento. La primera vez salí despavorido a los pocos minutos, pues su arranque no presagiaba nada bueno y me produjo un rechazo instantáneo. La historia, al fin y al cabo, la escriben siempre los vencedores (con la posible excepción de la guerra civil española, que es harina de otro costal), y en lo que se refiere a la historia reciente de Alemania cada vez soporto menos el discurso maniqueo al uso.

Para ser breve, he disfrutado esta historia como pocas en los últimos tiempos. Por este motivo, salvo que hayamos visto dos películas distintas, no acabo de entender a qué viene tanta crítica negativa (me refiero a las oficiales). Es cierto que tiene altibajos como no podía ser menos en casi tres horas de metraje, pero en mi opinión estos apenas se notan. Estoy de acuerdo en que algunos personajes como por ejemplo el maligno doctor nazi, encarnado magistralmente por Sebastian Koch (cuya cara en el cartel me hace pensar inevitablemente en el Dr. Pedro Fraude), tal vez sean demasiado esquemáticos. También es verdad que la trama, si uno ha tenido tiempo de reflexionar un poco, resulta bastante inverosímil. Pero, al fin y al cabo, lo mismo sucede en casi cualquier obra de ficción. Lo que realmente cuenta es que mientras dura la proyección se mantenga el hechizo, aún a sabiendas de que lo es.

Además, el papel principal a cargo de Tom Schilling, un actor de una naturalidad y una inteligencia que desarman, compensan de sobra todo ello. En realidad todos los intérpretes están espléndidos en su contención, hasta el punto de que llega a ser más importante lo que callan que lo que dicen. Uno incluso tiene a veces la sensación de escuchar el susurro de sus pensamientos. Esa es, en mi opinión, una de las grandes bazas de esta película.

Florian Heckel parece estar inmerso en una especie de cruzada personal contra los totalitarismos de cualquier pelaje. Y, sin necesidad de estar totalmente de acuerdo con sus planteamientos, no se le puede negar la agudeza con que expone a la la luz del día las vergüenzas de cualquier sectarismo, ya sea la ideología nazi, la comunista, o bien se trate de los dogmas de la modernidad artística.

No obstante, hay dos aspectos que yo destacaría especialmente en esta película. Uno es justamente lo que algún crítico ha llamado su “sentimentalismo ramplón”. Un punto de vista con el que, supongo, una lumbrera como Carmen Calvo estaría totalmente de acuerdo. Yo prefiero llamarlo “amor romántico” y me parece uno de los puntos fuertes de esta historia. En cambio, son precisamente ese tipo de personas las que me parecen ramplonas. Un segundo gran logro es en mi opinión la belleza visual de algunas secuencias y la capacidad para captar en imágenes la grandiosidad de la naturaleza, que a veces toma tintes casi épicos. Todo ello hace de "La sombra del pasado", además de un canto de amor, una radiografía del alma alemana.

El título original "Obra sin autor" le va mucho mejor, por cierto.

La mayor parte de las escenas de sexo que vemos en el cine, con honrosas excepciones, resultan convencionales, como si las hubieran sacado de un catálogo; al menos esa ha sido siempre mi impresión. Por el contrario, las que hay en esta película figuran entre las más bellas que recuerdo jamás en la pantalla; me parecieron realmente conmovedoras.

Esta es una obra poliédrica, casi imposible de agotar en unas pocas líneas. Una especie de película-río que es a la vez que un corte transversal de la historia alemana, una historia de amor frente a la adversidad, un ensayo sobre la naturaleza del arte y muchas cosas más. Todo ello narrado con rigor y con el máximo respeto al espectador. A pesar de su duración, a mí no me aburrió en absoluto. Ojalá pudiera decir lo mismo del infumable cine panfletario que invade nuestras pantallas.
carlos bosch benitez
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6
11 de abril de 2019
5 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto esta película a regañadientes como una especie de mal menor, pues ya estoy más que saturado de este tipo de cosas que hoy son parte del menú de cada día. Si al final entré en la sala fue solo porque el resto de la cartelera iba de mujeres empoderadas, pobres negritos y nazis malísimos.

Tengo la impresión de haber salido ganando con el cambio, pues al menos no me aburrí. Esta obra, a pesar de su carácter sesgado y manipulador en consonancia con todo lo que sale de Hollywood hoy en día, tiene como mínimo el detalle de no ser un insulto a la inteligencia. De hecho me pareció muy bien realizada e interpretada. No en vano cuenta con la presencia de dos pesos pesado como Lucas Hedges y Nicole Kid/Man (a la cual, dicho sea de paso, se le va poniendo con los años cada vez más cara de tío). También los diálogos, salvo alguna salida de tono ocasional, me parecieron bastante presentables. Me da la impresión de que casi cualquier hombre gay puede identificarse con el conflicto interior del protagonista, sobre todo los que ya no somos jóvenes.

Hablando de lo que no funciona, yo diría que los demás personajes son tal vez demasiado estereotipados para resultar convincentes. Y también que algunas escenas, como por ejemplo aquella en que el protagonista arremete contra el anuncio callejero de una colonia masculina, o la del chico al que aporrean con la Biblia me parecieron algo traídas por los pelos.

Mis objeciones tienen que ver más que nada con el contenido y, sobre todo, con el contexto en que se sitúa esta obra. Como homosexual he conocido bastantes casos de hombres hasta entonces heterosexuales que, en un momento dado, se han pasado al campo contrario con todas las consecuencias sin que nadie se escandalizara. Más bien todo lo contrario, se daba por hecho que por fin habían asumido su verdadera identidad. Por esta razón no entiendo a qué viene tanto rasgarse las vestiduras ante la sola posibilidad de que un homosexual pueda seguir la dirección opuesta, siempre que se trate de una decisión libre y meditada por parte de una persona adulta.

Digo esto a propósito de lo sucedido recientemente con el obispo de Alcalá de Henares, un escándalo que tiene todas las trazas de haber sido meticulosamente orquestado desde el poder, sin entrar a juzgar si las acusaciones tienen o no fundamento. Tengo la impresión de que el estreno de esta película forma parte de la misma campaña de acoso y derribo del cristianismo que la desaforada polémica a propósito del obispo Reig Pla. Y me temo que los objetivos que se persiguen tienen muy poco que ver con la defensa de los homosexuales, que somos tan solo un instrumento desechable.

Dicho lo cual, me apresuro a añadir que albergo seria dudas en cuanto a la efectividad de cualquier tipo de terapia que tenga como objetivo cambiar la inclinación sexual de las personas. La atracción homosexual, cuando es auténtica y no inducida, como por desgracia sucede con tanta frecuencia hoy en día, tiene en realidad muy poco que ver con el sexo, entendido este, hablando en plata, como el hecho de meter algo en un lugar u otro. De hecho tengo la sospecha de que en muchos casos la tendencia homosexual, cuando aún no había sido pervertida desde arriba, al no estar ligada a la reproducción estaba bastante menos centrada en lo sexual que la heterosexualidad. Y tanto una cosa como otra tienen raíces mucho más profundas que simplemente la forma en que se responde a determinados estímulos.

Tal vez sea posible alterar la pauta de conducta, ya sea por motivos religiosos o porque uno haya llegado a la conclusión de que un determinado estilo de vida no sale a cuenta. Más allá de eso, veo muy difícil cambiar nada sin terminar ocasionando un estropicio. Ahora bien, si un adulto en pleno dominio de sus facultades mentales quiere hacer la prueba, está en su derecho. Y no veo con qué argumentos se le puede negar a nadie esa posibilidad. Sobre todo teniendo en cuenta que quienes más vociferan y se tiran de los pelos a este propósito, no parecen tener ningún problema cuando se trata de incitar a menores de edad e incluso a niños a someterse a una mutilación irreversible que los volverá dependientes del chute de uno o varios fármacos durante el resto de sus vidas.

Curiosamente, esto no parece plantearles el más mínimo dilema moral. El que paga manda.

Además, y esto es una simple conjetura, a lo mejor resulta que no todas la terapias son tan en blanco y negro como la que se muestra en esta película. Tal como van las cosas, nadie tendrá pronto la posibilidad de averiguarlo: al menos en España, hay una rara unanimidad entre los políticos de uno y otro signo a la hora de reprimir cualquier opinión disidente sobre este tema. No es mi caso, por supuesto, pero alguien que pasara por ahí podría pensar que se les ve el plumero.

En otro orden de cosas, también me pareció interesante observar que entre los espectadores de esta película había un buen número de chavales de instituto acompañados por adultos. Supongo que se trataría de algún profesor o de uno de tantos paniaguados del sistema especializados en lavado de cerebro. Los mismos, supongo, que después se llenan la boca hablando de Franco.
carlos bosch benitez
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6
4 de abril de 2019
0 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo la suerte de no recordar prácticamente nada de las anteriores películas de Denys Arcand, lo cual tal vez me hace un poco más objetivo a la hora de juzgar esta otra. Además, tras sobrevivir al último estreno de Almodóvar, casi cualquier cosa me parece bien. Que nadie se extrañe, por tanto, de que haya disfrutado de verdad esta película, entre otras cosas porque me ha parecido muy entretenida y bien interpretada.
Confieso en cambio, que no me he tomado demasiado en serio los mensajes supuestamente antisistema que el director va dejando caer aquí y allá. Y no por falsos, sino porque me parecen absolutamente inofensivos: justamente el tipo de progresismo reconfortante que más refuerza el actual estado de cosas.
Y todos tan contentos...
A mí lo que de verdad me ha llamado la atención, no solo en esta sino en casi todas las películas recientes, es que buena parte de las mujeres protagonistas sean en realidad hombres transexualizados. Y aún me sorprende más, que solo muy pocas personas perciban el hechizo, a pesar de que suele ser bastante evidente en cuanto se tiene el ojo un poco entrenado. Solo en esta película hay un buen puñado de ejemplos, empezando por Maripier Morin ("Marie Pierre") que, detalles anatómicos aparte, en mi opinión emana una energía masculina que no se la salta un caballo.
Otro detalle curioso que también vengo observando desde hace tiempo es que por alguna misteriosa razón casi siempre te lo hacen saber de una forma u otra. Algunos ejemplos podrían ser el "me trataba como a un chico" de esta película, o el "¡soy un hombre!" de "María, reina de Escocia" pero, a poco que uno esté atento, se pueden detectar muchos más.
¿Ingeniería social, control mental, magia negra? Tal vez estoy viendo fantasmas, pero sinceramente lo dudo. Y, póngasele el nombre que se quiera, si es que tengo razón tan solo este detalle bastaría para desmentir la supuesta carga crítica de esta obra.
Lo cual no quita para que, como decía al principio, a mí me haya hecho el mismo efecto que un oasis en medio del Sahara. Sobre todo teniendo en cuenta que ir al cine se ha convertido en casi un deporte de riesgo, y dar con una película simplemente pasable en una especie de milagro del Altísimo.
carlos bosch benitez
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