Quitando el hecho de que la estética está plagiada completamente de la otra película que casi todas las demás críticas nombran, estamos ante un plato que le falta sal. Está bien lo de la idea de que no se acuerdan y crea un ambiente de desconfianza muy bueno para el espectador pero, esto dura la primera media hora si llega, el resto ya es volver siempre a lo mismo.

No la veo como una película recomendable, más bien es un producto de vídeo club preparado para cuando se han acabado las novedades y no tienes nada que alquilar que no hayas visto ya en la tele cien veces.

En el spoiler explico cosas que me han parecido curiosas de la cinta.

Takashi Miike trata sin conseguirlo de innovar en el tortuoso y complicadísimo, para los occidentales, mundo yakuza. Esta es la historia de un mafioso que cae en los infiernos y que llega incluso a ser perseguido por sus propios compañeros.

En este caso, aparte de los numerosos asesinatos y palizas propios de este tipo de cine, se intenta dar otra visión introduciendo a la mafia en el mundo de las drogas, involucrando al protagonista en una espiral de destrucción propia del mismísimo Tony Montana.

Planos larguísimos y silencios eternos hacen que la película se haga insoportable por momentos, también se trata, quizás demasiadas veces, al protagonista como si fuera idiota, actuando a veces de manera incomprensible.

Yo creo que este tipo de cine es solamente para gente que gusta del género yakuza y, quizás aún así, habrá gente que no le guste el filme.... como me ha pasado a mi ;-)

Me parecen muy bien las personas que son subyugadas por el director, un actor o por la campaña mediática que rodee algo, un libro, una película, un movimiento social... perfecto. Desgraciadamente, a mi no me pasan esas cosas, que dirija este esperpento Terry Gilliam o que el protagonista(s) sea Heath Ledger pues como que me la trae el pairo.

Me gusta que una película sea divertida, dinámica y que no me provoque bostezos o me haga mirar el reloj seis veces. Ahí es donde verdaderamente se calcula la valía, no en los mimbres. Este imaginario trata de un circo donde unos vagabundos, parece que milenarios, dan la tabarra a la gente a cambio de unas monedas, a partir de ahí, encuentran a un misterioso suicida y hasta aquí puedo leer...

No se la recomiendo para nada. Consejo: Si una película a los cincuenta minutos les aburre y les cansa, háganme caso, no terminen de verla.

Dentro de la fiebre adolescente por los "no muertos", aparece esta serie sin muchas aspiraciones y hecha para relleno de la franja horaria de cualquier canal de medio pelo. El argumento trata de un chico que descubre que es heredero de la saga Van Helsing y, junto a su padrino y una especie de medium ciega, se dedica a clasificar y aplastar monstruos.

Eso si, que nadie se espere nada del otro mundo (valga la redundancia), esto va de amores adolescentes, conversaciones imberbes, fiestas universitarias y personajes sacados de Historias de la Cripta.

Ídolos de aire no es más que una teleserie muy descafeinada que trata sobre el espionaje, contra espionaje y el tráfico de armas internacional. Dividida en dos partes diferenciadas de una hora más o menos, el argumento trata de como el Kremlin maneja unos misteriosos asesinatos de pilotos en una base rusa cuando está a punto de sacar a la luz un novedoso avión.

La película en sí no es demasiado divertida, es más bien lenta y los personajes (vaya doblaje más malo por cierto) son demasiado, como decirlo, lentos, anodinos, sin sustancia vamos. Las escenas con los aviones parecen sacadas de un capítulo de JAG: Alerta Roja. Pero claro, como todo no va a ser malo en esta vida, la película resurge en su segundo tramo poniéndose hasta entretenida, así que, el que tenga el cuajo de aguantar, pues seguro que al final igual hasta le gusta.