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España España · Valencia
Críticas de Talladal
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Críticas 134
Críticas ordenadas por utilidad
7
11 de enero de 2009
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
La palabra "persona" viene del latín, donde significa "máscara". Digo esto porque en esta película los personajes son personas que son personajes. Todos llevan la máscara de humano y todos enmascaran el secreto de la esfinge, sobre todo cuando interactúan con otras esfinges. Pongamos que una esfinge es un exitoso médico de película y otra esfinge su preciosa paciente y se enamoran y se quieren casar, y entonces les suceden muchas peripecias donde se relacionan con otras esfinges, y al final son felices y comen perdices. Esta decente estructura, estamos en los cincuenta, sirve para que se edifique una comedia que es una peli de misterios, o mejor, de descubrimientos. El desvelamiento de los secretos de los personajes es la dinamo de la historia. El género de comedia dulcifica el tono y permite al espectador que sacie al mccarthy que lleva dentro, que entre las funciones del arte se halla la sublimación de los complejos de culpa sociales. Jeanne Crain hace de pícara teen jugando a los médicos con un Cary Grant algo envarado pero resultón. Final made in Hollywood, como mandan los cánones.
Talladal
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5
8 de abril de 2009
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno termina de ver “Arrebato” por primera vez se queda perplejo. No sabe si le ha gustado o no. La crítica, que al fin y al cabo parte de nuestros semejantes, coincide en tal juicio de perplejidad. Las opiniones en tales circunstancias son dispares: Van de la obra maestra a la tomadura de pelo. Para aquellos que piensan en que es una genialidad, me pregunto si sostendrían tal juicio si la obra no fuese española. Si mantendrían la misma opinión siendo la película austrohúngara o de la Conchinchina. Si en tal caso estarían dispuestos a quedarse la hora y cuarenta y nueve minutos encandilados ante esta primicia excelsa. No lo creo. La obra es desde luego evocadora para el espectador del segundo milenio: Tiene la frescura propia de esos años locos del principio de la Democracia. Sabe a Movida y a Almodóvar, a buquito de heroína y a juventud maldita, a experimento liberador y a libertinaje tras tanta cofradía de cuervos oscuros. A veces parece la versión tenebrosa de “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”. Tras situarnos en estas familiares coordenadas históricas no debemos obviar que la trama es absurda e inexacta, que los diálogos son a menudo vacuos, que algunas escenas chirrían – ¿a qué viene el por otra parte encantador playback cincuentero de Cecilia Roth en pleno clímax?-, que el montaje es chapucero y que las actuaciones, salvando al divino Poncela, de amateur alucinado. Pero a pesar de todo, la película engancha con su atmósfera de misterio morboso, con esas escenas (auto)destructivas de afterhours pasados de todo, con ese regusto a “El Desencanto” de Chávarri. Gusta la reivindicación de los valores excluyentes de la juventud ochentera, si es que no son propios de la juventud intemporal, el ensalzamiento de la experiencia al límite –el arrebato-, el “carpe diem”, el desprecio de lo viejo y los viejos. En todo caso, ante tanto desfase –histórico-drogo-cinematográfico- uno espera en todo momento que algo horroroso pase en la película en algún momento. Se espera la sobredosis final que lo vuelva a uno loco. Pero ese final no llega. Una camarita gira y te vampiriza, supuestamente, y ahí queda todo, como cuando Poncela dice que desde que toma drogas duras no se empalma. Ningún arrebato. En todo caso, un coitus interruptus con algo de precursor.
Talladal
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6
7 de enero de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La disposición de un imperio es también un estado mental: Supone, nobleza obliga, el sacrificio de mantenerlo, arriesgando eventualmente la fortuna y la vida, para mayor gloria de Su Majestad y de la nación británica. Actualmente este imperialismo escandaliza aunque no está muy claro que la justicia anacrónica sea propiamente justicia. Por otra parte, la historia es una reflexión sobre la valentía, precisamente en unas fechas críticas en que la amenaza alemana daba lugar a una política de apaciguamiento que, para los discrepantes, no era más que un acto de vergonzosa cobardía. En estas coordenadas históricas esta división ideológica genera una mala conciencia en la nación, de la que es expresión esta película. Obviamente la respuesta es tranquilizadora para todos: El Imperio no flaquea nunca, y los desertores de la política belicista no son unos cobardes porque la valentía es también una virtud privada. El arte, gran sublimador, hará de esta valentía que no le para los pies a Hitler una epopeya. El arte la va a retroalimentar positivamente, a estirarla y cebarla con toda la mitología inverosímil del heroísmo para que se transmute en una de aventuras, todo un clásico del género, porque el cine es también un inofensivo mecanismo de evasión de masas. Tan inofensivo que ese mismo año no pudo impedir que diera inicio la Segunda Guerra Mundial.
Talladal
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8
7 de septiembre de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera en Central Park, el encuentro con el anticuario, las bombas, los coches embistiéndose en las calles de Nueva York…Uno no entiende nada pero ya esperamos que va pasar algo. La fórmula del suspense. Poco a poco la historia se va centrando hasta alcanzarse la linealidad en Dustin Hoffman. Éste se ha granjeado pronto nuestras simpatías. En la elección entre un heroico agente secreto y un estudiante de Universidad con algo de perdedor, pronto nos identificamos con éste último. Y esta elección será nuestro asidero ante los vaivenes de una trama frenética. Será también nuestra condena porque la historia se desarrolla adversamente contra nuestro protagonista, que involuntariamente acaba enfrentándose a la personificación del horror encarnado en un criminal nazi –genial Laurence Olivier- en una trama de agentes secretos y diamantes que nunca queda demasiado clara. Poco importa, porque Dustin sufre y nosotros con él. Estamos lejos de los superhombres a los que estamos acostumbrados en la épica. Aquí nos hallamos ante un ser humano en peligro. Podría ser cualquiera de nosotros. ¿Qué haríamos en su situación? Así es como se encara este macabro juego de rol no apto para aprensivos a los dentistas. Treinta y tantos años después y con todo lo que se inventa en el cine para sacudirnos la apatía, un cine así justifica la existencia de éste. Prepárense para estar en tensión.
Talladal
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7
17 de agosto de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es afortunado/a a quien le depare la dicha de disfrutar de este thriller disparatado, intenso desde el principio hasta el final, provisto de unos diálogos rebosantes de ingenio, con la química de una pareja protagonista que se va enamorando romanticonamente como tanto gusta -pese a que se diga que los tiempos cambian y qua hay que ser más directos y tal-, Cary Grant y Audrey Hepburn sin perder el sentido del humor incluso en los momentos más difíciles, con unos secundarios con personalidad como Matthau, Kennedy o Coburn, donde no se sabe en ningún momento quién es quién y nos compadecemos entonces de Audrey porque compartimos su soledad y su terror, y es cuando viene Cary Grant al rescate con su pícara sonrisa paternal y ya estamos todos más aliviados, y otra vuelta de tuerca al guión y Cary es el malo, pero con ese saber estar de gentleman tan pendiente de la aparentemente frágil Audrey que pronto comprendemos que ha sido todo una flasa alarma, y qué bonita es París cuando se está enamorado, y los malos son como de película con sus extravagantes personalidades, casi simpáticos aunque sean peligrosos, porque el peligro acecha, y el bien y el mal están bien delimitados para que no haya dudas, y solamente no sabemos quién es quién pero en realidad sí que lo sabemos pero no nos lo queremos revelar para que el espectáculo no se detenga. Dadme más de estos artificios, que la realidad es como el mal cine y el mal cine, su realidad.
Talladal
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