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Críticas de Sirah Wiedemann
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Críticas 37
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
28 de diciembre de 2012
Sé el primero en valorar esta crítica
Por todos es conocido aquello de que según el cristal con que se mire, las cosas pueden variar mucho. Las divagaciones de 4 amigos sobre los misterios que entrañan los hechos cotidianos del día a día son el punto de partida de esta película. Uno de ellos piensa que bastante dramatismo hay en las cosas y que por ello se debe mirar la vida con una actitud cómica, para evadirnos, solo así podemos relajarnos y disfrutar. Mientras que otro amigo piensa que es la realidad dolorosa, la tragedia en sí, lo que nos mueve y nos hace reaccionar. Cuando un tercer amigo cuente la anécdota de una chica que llegó inesperadamente a una cena, se nos ofrecerán los dos puntos de vista sobre los hechos acontecidos, y el eje central de las historias que van surgiendo en los dos relatos paralelos es Melinda. Si, Woody me ha vuelto a conquistar por la frescura e ingenio de sus diálogos, muy mordaces, irónicos, profundos, de esos que te sacuden y te obligan a que te pares a reflexionar. Muy buen film en la estela de otras de las últimas que me gustaron del clarinetista, como fueron Midnight in Paris y Si la cosa funciona.
Es cierto que me suelen gustar más las historias con una fuerte carga dramática y a veces tengo la debilidad de considerar la comedia como algo más insustancial, pero esta película ha conseguido que me dé cuenta de que muchas veces en la vida la actitud es lo que más cuenta, el optimismo, siempre que sea posible, te ayuda a conseguir lo que deseas y te empuja con ahínco. Aunque el dolor siempre me ha parecido que es el motor del cambio, lo que te impulsa a mejorar, pienso que si hay una mezcla de ambos componentes seguro que podremos afrontar las embestidas con mucha más entereza. Siempre es mejor sumar que restar al fin y al cabo ¿no?
Como reflexión final me pareció una oda a la vida, a vivir con plenitud y disfrutar del viaje. En fin, muy estimulante película.
Sirah Wiedemann
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7
12 de diciembre de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar la crítica en sí, debo decir que las ideas que se expondrán a continuación surgieron de una cena de tres estudiantes de biología. Quedaron para realizar un trabajo pero terminaron viendo Melancolía, dos de ellas se iniciaban en el Movimiento Dogma 95, mientras que la tercera, entusiasta de algunas películas de dicha corriente, ya ha visionado algunas,pero no las suficientes para tener un ojo crítico afilado. Es por ello que tengo que hacer mi particular agradecimiento a Reality (usuaria en filmaffinity), y a Lidfe. Ellas lo entenderán.
Sin llevar un seguimiento exhaustivo de la filmografía del director danés cocreador del movimiento Dogma 95, me ha quedado la sensación de que no está plasmada toda su esencia. Quizás tras su anterior película, Antichrist, dónde obtuvo ciertos varapalos de crítica y público, decidiera redimirse y conectar con el mundo. O tal vez no, solo sean sospechas carentes de fundamento. Alabo la idea de la que parte, y con un comienzo que me parece bastante prometedor, sin embargo, fue desilusionándome hacia la mitad del metraje.
La primera parte, Justine, me ha parecido una buena propuesta, aunque no muy novedosa. No es la primera vez que el cine nos presenta como escenario una boda, y dicha situación sirve para mostrarnos todos los entresijos, frustaciones y vacío de las personas tan allegadas. Como ya demostró en otras de sus películas, es la mujer la que marca con más decisión las directrices que rigen los acontecimientos, dejando un papel bastante pasivo al hombre.
Desde el inicio de la celebración iremos conociendo de mano de la novia todo ese mundo desconocido en el que se mueve sin rumbo: su marido, su familia, su jefe… La conexión con la naturaleza que siente Justine le hará entender del modo más instintivo que algo no va bien, algo que quizás ella ha estado esperando mucho tiempo: ser libre para poder ser ella misma, lejos de todo aquello que la hace sentir mal y diferente. Es justo ahí cuándo algo pasa (debo ir al spoiler, pues requiere contar partes transcendentales del argumento).
Como curiosidad quisiera añadir que las dos iniciadas quedaron con ganas de descubrir más películas de esta corriente, parece ser que el cine nórdico gusta más de lo que creemos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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10
11 de diciembre de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace un tiempo descubrí algo que me pasa siempre que descubro una joya, ya sea un libro, película u otra cosa, que consigue revolverme por dentro y toca la fibra más sensible que hay en mí: me asoma la duda de si quiero compartir o no aquello que me entusiasma, pues me acecha el temor de que otros no puedan valorar o ver las cosas de la manera que las he sentido, y ello me duele, sería para mí algo casi místico, una manera de mancillar esa obra de arte. Sé que puede sonar muy egocéntrico, pero no es malintencionado, prefiero interpretarlo como amor genuino. Pues bien, con esta película he vuelto a tener esa sensación.
Tratándose del gran Truffaut y de una peli rompedora en muchos aspectos, he constatado, sin embargo, que hay un público nada desdeñable (no es el caso en filmaffinity) que la valoran negativamente y no dudan en tachar el cine francés como algo imcomprensible, pretencioso y aburrido. Eso me lleva al recuerdo de unas palabras de un antiguo profesor: el cine francés, al igual que pasa con Godard, lo amas o lo odias.
Y en mi caso es amor puro lo que siento por la manera en la que hicieron cine todos aquellos integrantes que contribuyeron a cuestionarse y sentar nuevas bases, culminando en la Nouvelle Vague.
Qué decir a estas alturas que no se haya dicho ya de esta película: la gran persona de Truffaut se esconde tras la figura del joven Antoine, una niñez inestable, una educación severa y con métodos poco constructivos, y el amor al cine que tuvo desde sus tiernos años. ¿Quién no ha sentido nunca ganas de hacer novillos e ir al cine a ver una buena película? Tal vez esos profesores y esos años tan duros fueron los culpables de regalarnos un genial creador de cine, pues para Truffaut el cine era la vida.
Los movimientos de cámara me recordaron por momentos a El final de la escapada (Godard), escasamente posterior a ésta película: esa forma de contarnos lo cotidiano, de fotografiar cada detalle, los planos con un Antoine ensimismado (¿qué tendrá en la cabeza ese pobre muchacho con todas las perrerías que le juega esta vida?)...Y es la infancia, aquellos años dónde nos vamos asentando como personas, lo que le han negado a Antoine, algo tan vital. El momento que más me marcó fue el de la psicóloga, ahí vemos como el chiquillo ha asumido todo, te cuenta sus desgracias de una manera tan cercana y poco sensiblera, como si no tuviera importancia. Esa dureza de la vida que tiene Antoine me llegó demasiado quizás.
En fin, otra vez me he vuelto a enamorar de otra joya del cine francés, tanto que en vez de estudiar me he puesto a hacer su crítica, enamorada de esa sutileza, de ese trato tan inteligente hacia el espectador. Y fue ahí, justo al final, cuando afloró a la superficie mi manantial y no pude dejar de llorar.
Sirah Wiedemann
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8
30 de noviembre de 2012
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La película comienza con una entrevista a Adèle, su protagonista femenina, un alma frágil e inocente, que quiere colmar sus ansias de cariño en cualquier hombre dispuesto a ello. Lo que ocurre es que la historia siempre acaba teniendo final triste, pues es demasiado bella e inocente para que la valoren y sepan cuidar. Sin más salidas que la del suicidio en su cabeza, Adele se dirige a un puente para poner el colofón a la tragedia de su vida. Pero allí aparece Gabor, un hipnótico hombre (algo charlatán y cuentista) que por medio de su palabra la intenta convencer de que puede salvarla. Con este hipnótico comienzo da rienda suelta esta película, que transcurre en un viaje introspectivo a través de dos personajes maravillosos. La mirada de Adéle encandila y Pierre tiene momentos en los que provoca pasión. Es una maravillosa historia de amor contada con auténtico alma.
Leconte se atrevió hace más de una década a rodar una película en blanco y negro, algo alabado por la reciente multipremiada y valorada The Artist. Da gusto que directores (franceses, ¿será casualidad? Yo creo que no) se arriesguen a contarnos historias con una temática y trasfondo diferentes y alejadas de lo que impera en la industria comercial. Así que si son de esas personas que disfrutan con lo diferente, les encanta ser sorprendidos y su sensibilidad no entiende de cánones establecidos, creo que encontrarán en esta película una pequeña joya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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10
29 de noviembre de 2012
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pretendo realizar esta crítica centrándome en varios aspectos de la misma que pueden ser de especial discusión, pero ante todo entiendo que esta historia aborda la idea de hasta qué punto estamos instaurados como civilización los humanos, a la vez que nos lleva a cuestionarnos si esas bases son o no fáciles de mantener. Vaya por delante que no he leído el libro en el que se inspira la película, y por tanto al analizar la historia puede ser que pierda detalles de relevancia. Por otro lado, este clásico marcó camino a la hora de hacer cine en cuanto a las películas de su género: terror psicológico, alta tensión en el metraje, juego de planos con la cámara nunca antes vistos en el cine. Pero ya que no estoy capacitada para hacer una buena valoración del nivel técnico, me centraré en su análisis psicológico, el cual es profundo a mi parecer.
El título Civilización vs. Naturaleza hace referencia al protagonista, David Summer, un astrofísico norteamericano recién emigrado a un pueblo inglés junto a su mujer Amy, oriunda de tal lugar. David representa el papel de la civilización, es un hombre con una idea y plan de vida, que se irá dando cuenta que no podemos pretender tener nuestra vida bajo control, pues nuestras acciones dependen de las circunstancias que existen en nuestro entorno. Desde el inicio del metraje vamos palpando la tensión y el agobio del pueblo a través de sus habitantes, que representan diferentes aspectos de nuestra sociedad occidental: el delirio, el fanatismo, la religión, una misoginia a mi parecer brutal, la enfermedad y total falta de comprensión hacia esos enfermos y la sexualidad más cruel. Es nuestra parte más primigenia adonde quiero ir a parar: nos hemos instaurado como civilización y a menudo tendemos a olvidar nuestros orígenes naturales, pero al fin y al cabo somos animales. Estos aspectos tan primitivos se encuentran muy bien representados en esta película, así que lo que nos invita a preguntarnos bien podría ser: ¿Estamos consolidados realmente como civilización? ¿Puede llegar el momento en el que afloren nuestros instintos más básicos como mecanismo de defensa en respuesta a un ataque? Si es así, por mucho que nos veamos superiores al resto de los seres vivos, bien podría pasar que en algún momento las leyes naturales se vuelvan a imponer a las leyes humanas, las cuales tenemos tan establecidas y consideradas como inalterables. Si, saldría ese dios salvaje que llevamos dentro según la última película de Polanski.
Concibiendo el cine como algo más allá del entretenimiento, veo aquí un magnífico ensayo sobre el comportamiento del ser humano con sus congéneres y su entorno. Para entender esto mejor comentaré en el spoiler el dilema que se le presenta a David en un momento dado de la película:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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