Hipnótica. Terriblemente hipnótica.

La imagen es un puñetazo. El sonido te acaricia.

Dos horas de arte. Perturbador, evocativo y delicioso.

Nunca la cámara lenta fue tan bien utilizada. Ni la música clásica sonó con tal intensidad.

Imprescindible.

El cine como sensación. El cine como simple vehículo de emociones. Sin lógica. Desatado.
Eso es Un perro andaluz. El sueño entrelazado de dos grandes artistas. Dos inconformistas respirando sueños...esculpiendo lo onírico.
No busquen explicaciones. Solo sientan.
Si se perturban, no se preocupen, algunos sueños son así.

Música en vena. Por las esquinas llenas de barro y humedad, por entre los cuerpos desaparecidos, por las calles y sus artistas callejeros, por los garitos llenos de humo y saxofón. Única y exclusivamente...música.

Treme basa su grandeza en lo cotidiano y lo sencillo. En el día a día de una población que saca fuerzas desde su interior, (y en su interior solo respiran música), para sobreponerse a el desastre. A la desesperanza, la rabia y la impotencia.

David Simon vuelve a enarbolar su bandera, la que lleva escrita "que se joda el espectador medio" en letras de sangre. Y la lleva hasta el límite, para elaborar un drama coral, emotivo y lleno de calidez. Por su sencillez y elegancia. Por sus múltiples referencias culturales. Y la calidad de las mismas.

Nueva Orleans bombea música. Jazz, Blues, Soul... Genial y maravillosa selección de temas. Núcleo de la serie. Y artífice principal de esa atmosfera tan única que lo envuelve todo. Que le da ese toque tan personal y la aleja de cualquier obra anteriormente hecha.

David Simon vuelve a crear arte en la pequeña pantalla. Música e imágenes. Vida y muerte. Apología y denuncia. Cine puro. Una nueva joya audiovisual que maravilla y encandila.

DOWN IN THE TREME.

Samurai Champloo es liviana. No tiene gran profundidad. Pero a un enamorado del hip hop como yo y del arte en general, le engancha.

Primeros capítulos flojillos. En cuanto historia. Por que en el apartado artístico es una jodida pasada. Hipnótica tanto por sus estilo de dibujo, algo así como un oleo violento y seguro de si mismo en movimiento, como por sus ritmos. Sencillamente junto con Cowboy Bebop, lo mas petante que he oído en un anime. Esos beats acuosos, vaporosos que de vez en cuando se funden en planos geniales son por si mismos geniales.

Cada vez que la serie avanza en episodios las historias van ganando, tanto en profundidad, como limando el sentido de humor (muy presente en la serie) y la conexión de espectador con los personajes. Logrando algún que otro capitulo memorable por el ecuador de la serie.

Cowboy Bebop era Jazz, amargo, melancólico, evocador.
Samurai Champloo es Hip Hop, fuerza, ritmo, fluye con seguridad.

Brillante metáfora sobre el paso del tiempo. Los bloques de la memoria. Sumergidos en el mar del olvido.

Dibujos pictóricos junto con una banda sonora tremendamente emotiva y delicada. 12 minutos de sensibilidad y delicadeza.

Muy recomendable.