Sí, estamos ante una película que a primera vista parece hecha con dos duros. Tiene lugar en una serie de casas de campo, un bosque y una carretera, y no hay una quincena de personajes que participan en la historia, que francamente es muy sencilla.

Pero no puedo evitar admirar esta película por todo cuanto logra.

Por lo asquerosamente bien que actúa todo aquel que participa en ella, por mínimo que sea su papel, en este terrorífico juego de engaños, traiciones, odio, rencores y secretos sangrientos. Llegas a ver a un asesino, a un monstruo, a un ángel o a un héroe en los ojos de cada personaje. Es Jennifer Lawrence quien debería haberse llevado el Oscar a la Mejor Actriz, pues esta chavala acaba de demostrarnos que no hace falta llorar ante la cámara, ni enrojecerse los ojos ni acumular primerísimos planos... ni siquiera ser muy expresivo en la mayor parte del metraje, realmente, para que un personaje con un alma rota nos hiele las entrañas.

Por lo sencillo, simplérrimo de la trama, y la arrolladora fuerza dramática con la que está llevada. El odio y la traición continua que sufren los personajes, el asfixiante misterio en torno a una desaparición y la amenaza de un futuro lóbrego, así como el miedo y la desconfianza costantes... y las pequeñas chispas de amor, ternura y esperanza, enormemente agradecidas y celebradas. Es admirable que algo tan fácil y directo nos pueda llevar a susfrir y a alegrarnos así con los personajes.

Por sus personajes femeninos. No sólo por el personaje de Ree Dolly, interpretado por una soberbia Jennifer Lawrence, una de las mejores jóvenes heroínas que he visto en el cine, sino por lo fascinante, poderoso y malvado de todas las demás mujeres de la película y esa presencia oscura que imponen sobre los hombres.

Porque su directora se centra y procura centrarnos en los valores y antivalores de la propia película, con una mirada crítica y libre, sin intentar disfrazar nada con apariencias artísticas.

Y por el final, que creo que es sobrecogedor.

Un hurra por una película más gélida que el más crudo invierno y humanamente tan cálida.

Yo ya casi había perdido la fe en Marvel.

Seamos sinceros: a Marvel nunca ha parecido importarle mucho hacer pésimas adaptaciones (e incluso algunas pésimas series de cómics) de sus propias creaciones siempre que estas se vendan bien, y todo un arsenal de películas, series animadas y videojuegos de pésima calidad nos lo corroboran.

Ahora Marvel tiene su trabajo más ambicioso: crear un universo cinematográfico propio. Comenzó bastante bien con "Iron Man" y ahora nos presentan "Capitán América: El Primer Vengador", último paso de la antesala al proyecto más ambicioso de todos: los Vengadores, el equipo supremo de superhéroes de Marvel.

Pues bien, las dos últimas películas de este proyecto fueron tropiezos. "Iron Man 2" no fue más que un tráiler del proyecto recientemente mencionado, y "Thor" fue un paradigma de cine falso, cobarde, pusilánime y carente de amor y fe por parte de su creaciones.

Pero "Capitán América: El Primer Vengador", no. Esto sí es una película, con valor e identidad propios, con verdadera aventura y con deseos de crear el mejor entretenimiento, algo que tristemente hoy se confunde con el pasatiempo.

La última cinta de Marvel acierta en apostar por unos personajes sencillos pero acertadísimamente entrañables. Desde el primer momento se puede simpatizar con los dos jóvenes Steve Rogers y James "Bucky" Barnes, dos muchachos con un sueño común pero distinguidos por un complejo destinado a invertirse. O con Peggy Carter y su interminable lucha por permanecer impasible ante todo. O con el demoledor sentido común del doctor Erskine, o el quejica del coronel Phillips, o incluso por el socarrón cínico Howard Stark.

En la pésima "Thor", el héroe y la chica tenían la misma química que dos piedras, pero en esta entrega nos muestran una relación indirecta pero tierna entre Steve Rogers y Peggy Carter, quienes parecen enamorarse de forma libre y honesta (es la aplastante sinceridad y humildad, y no el heroísmo de Steve lo que da el chispazo) y no simplemente obligados por un guión.

Y cómo no, la acción. Esto sí que es acción bélica, y escenas de sangre y moralina aparte. Las espectaculares escenas del Capi luchando con su escudo. El asalto para liberar a los prisioneros, pura emoción. La persecución en moto, una auténtica maravilla.
Y es una pena, porque la película es un pelín anticlimática, sobre todo en el encuentro y la lucha final entre el Capitán América y el Cráneo Rojo, así como la relación de ambos personajes en general.

Los actores están todos estupendos, llevándose los premios de la función la preciosa Hayley Atwell y el sobrio Stanley Tucci. Chris Evans, a quien ya conocíamos de interpretar a un superhéroe chulesco, aquí nos encarna a un personaje completamente opuesto y lo hace con maestría.

Sin duda, un añadido valioso a la colección de Marvel y al género cinematográfico de superhéroes en general.

PUNTAZO.

Preciosa canción para un divertidísimo videoclip en el que Timón canta apasionadamente a la luz de la Luna mientras que a Pumba le sucede todo lo horrible que a uno le puede pasar en África y aún más.

Un calamar gigante le ataca. Los cocodrilos le muerden. Los elefantes, los ñus y las cebras le aplastan. Un hombre-pez le estrangula, un submarino de guerra le dispara, un enjambre de abejas le deja la cara hecha un producto de Pescanova. Un gallinero, una caja fuerte y un módulo orbital de la NASA y una tostadora le caen encima. Tres camiones le atropellan. Le queman, le hacen explotar, le pinchan, le rocían...

... y al finl, le cae un rayo. Cojonudo.

La verdad es que es admirable lo vistoso que resulta todo esto con esta canción de amor, cosa rara, pero desde luego todos los chavales de mi generación nos acordamos de esta pantufla por aquellas películas de Disney que llegaban directamente a vídeo, o porque alguna vez lo pasarían por el Club Disney.

La verdad es que, para ser un producto televisivo o doméstico, los chicos se curraron una animación bastante bonita. Mi imagen preferida, las tres ranas en pose playboy que cierran la canción.

¡Por los recuerdos!

Diez razones por las cuales "Thor" es un desastre de película, por alguien que nunca ha leído a este personaje, al menos fuera de los cómics de "Los Vengadores".

1- Porque Kenneth Branagh es una parte de talento y tres de ego. Nos puede colar todos los "travellings-contrapicados-aberrantes" que le dé la gana, desesperado por dejar algún tipo de "sello de autor"... pero no puede evitar que las escenas en las que los amigos asgardianos de Thor visitan la Tierra resulten ridículas y vergonzosas. Y en realidad, todas las escenas donde aparecen estos personajes.

2- Por una vez más, meter referencias al resto del "Universo Cinematográfico Marvel" con calzador y mal. SHIELD aparece en la película, literalmente, para tocar los huevos. Y si tenían que sacar desesperadamente a Hawkeye, que le hubieran hecho tener un buen papel de acción, como el de la Viuda Negra en "Iron Man 2".

3- Porque el vestuario de los asgardianos, incluídas las armaduras de Thor, Odín y Loki (que me parecen estupendamente diseñadas), parecen de plástico o compradas en un "todo a cien". Y el vestuario de los amigos de Thor... es como el de "Dungeons & Dragons", otra gran obra maestra.
Incluso el martillo Mjolnir parece un juguete. Es más imponente en un cartel de la película, donde vemos a Thor en una tormenta lluviosa.

4- Por la repelente banda sonora de Patrick Doyle. Algunas piezas están bien, el resto parece para un circo infantil más que para una película de héroes o dioses.

5- Porque en esta película, todo lo que sucede en el planeta Tierra parece una parodia, y además mala, de "Contact", sólo que Jodie Foster es la peor Natalie Portman que hemos visto en mucho tiempo. Eso sí, prefiero a Chris Hemsworth antes que a Matthew MacCounaughey. En realidad, nada de lo que sucede en la película tiene importancia.
La referencia a Arthur Clarke es poco menos que un insulto.

No tiene historia: tiene un grupo de ladrones simpáticos y guapos (que tienen que caer bien) y un gilipollas (que tiene que caer mal) que tiene un montón de pasta y a la ex-mujer de George Clooney. Un mcguffin dorado y un mcguffin femenino para que George Clooney se ponga serio en mirada y en palabras de vez en cuando. Y no, no tiene un gran guión, ni siquiera un buen guión: a partir de mitad de la película, a los guionistas se les van las ideas y van improvisando todo, y resulta que durante el resto de la película nos han mostrado el “plan del robo” a medias, y eso es una trampa facilona para engañar al espectador y hacerle creer que ha visto una película imprevisible. ¿Imprevisible, o sencillamente deshonesta? Y no: no tiene a grandes actores haciendo grandes interpretaciones, por grandes que aparezcan sus nombres en los carteles y las carátulas. Tiene a estrellas haciendo de estrellas, posando y no actuando, repitiendo sus papeles de siempre (y no falta Don Cheadle haciendo de "negro friki y payaso") y puestos ante la cámara como en un anuncio de trajes o perfumes con jazz erótico de fondo. Como mucho puede decirse que tenemos a Brad Pitt haciendo de Mortadelo. incluso sus diálogos parecen de anuncios, adornando descripciones de lugares clave las vegas con frases en plan: "Juegas o no juegas. Decídelo."

En resumen, la película es un enorme cúmulo de antivalores cinematográficos. Trampas, tópicos, simplonerías, caricaturas, pedorretas al cerebro del espectador, kitches (o como se escriba en plural) y cosas así.

¿Pero saben una cosa? La película MOLA. Porque es divertida, colegas, y ya está. No busquen más. Ya querrían muchas películas de este tipo ser así de entretenidas. Viva el cine insustancial