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España España · Granada
Voto de Yolare:
6
Ciencia ficción. Drama Futuro, año 2000. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde se encuentra el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre ... [+]
14 de marzo de 2015
106 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yanpol64 no puede añadir la continuación de su crítica y lo hago yo:

- La solución a una tremenda desigualdad social nunca llegará del enfrentamiento político, ni de la lucha obrera ni de ninguna lucha de clases, sino que llegará de la mano de una especie de nacional-socialismo cristiano, sí, ciertamente, llegará de la pacífica colaboración entre la alta burguesía propietaria y dirigente (que es el “cerebro” en la película) y la clase obrera desposeída (que es la “mano”) gracias a un mediador casi sagrado que rechaza completamente la lucha de clases (que es el “corazón”, inspirado seguramente en un partido como el nazi de la Alemania de Entreguerras)…

Menudo porvenir. Aunque la culpa de tanto despropósito anti-futurista, de tanto desatino retrógrado (la rabia obrera de ese supuesto mundo “futuro” se manifestará en la histeria colectiva de querer “quemar a una bruja”), no fue tanto del director como de la autora de la novela y del guión, su esposa Thea von Harbour, que por lo que vemos ya comenzaba a congeniar con el creciente espíritu nazi de gran parte de la sociedad alemana. No es extraño que fuese una de las películas favoritas de Adolf Hitler ni que Joseph Goebbels estuviese dispuesto a nombrar a Fritz Lang director de la UFA, perdonándole su ascendencia judía materna (propuesta que motivó la inmediata huida del director a Francia en 1933).

Y más allá de su detestable sesgo ideológico, desde el punto de vista formal la propia narración tiene en sí misma muchos elementos demasiado inconsistentes como, por ejemplo, que los obreros esclavos vivan como zombis, sin aparente voluntad ni vida propia, sin necesidad de estar drogados, sin estar amenazados, sin estar apenas vigilados… pero que al mismo tiempo descubramos que esos mismos seres grises uniformados y desanimados (“sin ánima”) viven con sus esposas, tienen hijos, tienen valores y convicciones revolucionarias latentes… aunque nadie lo diría viendo como avanzan al modo de autómatas sin alma y sin identidad. Y se podrían poner otros muchos ejemplos, como el hecho de que parezca fácil salir de los guetos subterráneos a la vida urbana de la superficie, pero que sólo lo hagan los protagonistas y que al final casi parezca imposible; o como esa otra de que el tirano de la megalópolis fomente intencionadamente la rebelión obrera para así poder reprimir con dureza y exterminar la disidencia ¡pero luego vemos que no aparecen por ninguna parte ni fuerzas policiales ni militares! (no están ni se les espera), así que el propio déspota ha provocado la destrucción y el caos sin más, sin que tenga el más mínimo sentido su “estrategia”…

No comprendo como Fritz Lang aceptó montar esa historia con semejante mensaje. No puedo ponerle ni el “6” de “interesante” a pesar de su valor histórico y patrimonial, pues no me parece que ésta tenga que ser la perspectiva adecuada para valorar una película. Los que le ponen un “10” imagino que valoran el film como si fuesen coleccionistas de museo. Aunque sea muy valiosa como “Memoria del Mundo”, aunque sea muy valiosa como obra germinal de tantas otras distopías de la historia de la ciencia ficción, del cómic, de la literatura, del cine… la película ha envejecido muy mal, esencialmente porque adoleció de serias carencias imaginativas en su fase embrionaria y porque ya nació con la halitosis de un espíritu retrógrado, arcaizante y reaccionario.

Firmado: Yanpol64.
Yolare
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