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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
8
Drama Berlín, 1942. Bruno (Asa Butterfield) tiene ocho años y desconoce el significado de la Solución Final y del Holocausto. No es consciente de las pavorosas crueldades que su país, en plena guerra mundial, está infligiendo a los pueblos de Europa. Todo lo que sabe es que su padre -recién nombrado comandante de un campo de concentración- ha ascendido en el escalafón, y que ha pasado de vivir en una confortable casa de Berlín a una zona ... [+]
17 de octubre de 2009
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El niño con el pijama de rayas puede verse con dos ópticas claramente antagónicas, así como el libro en el que se basa. Por un lado están aquellos que la atacan como falacia sin sentido, sentimentaloide, irreal, forzada, con situaciones y coincidencias improbables. Por otro lado están aquellos que piensan que es una bella fábula sobre la infancia y el poder del mal, una visión caleidoscópica sobre el nazismo desde los ojos de un niño. Un estudio sobre el fanatismo y la barbarie desde una perspectiva sencilla, inocente, profundamente limpia.

Personalmente, y tanto en cuanto al libro como a la película, soy consciente de ciertas incongruencias históricas y narrativas (como el hecho de que el niño judío pueda sentarse tranquilamente en el campo de concentración, que el niño alemán no encuentre problemas para volver allí una y otra vez, que el primero sea justamente aquel que envían a trabajar a la casa del segundo), pero viéndola como una tesis hipotética sobre como el extermino se ve a través de los ojos de la infancia, me parecen innovaciones sobrecogedoras, capaces de conmover y alertar conciencias como la más histórica de las realidades.

Una valla, breves lazos de alambre separan dos mundos lejanos y distintos. En uno los niños juegan, las madres dan de comer a sus hijos, que se duchan y se visten cada día.

En el otro los niños son arrastrados por masas de hombres desnutridos y moribundos, perdidos de sus familias; la peste, la enfermedad, y la tortura son aquello que ven en vez de parques o juguetes. Comen lo justo para no morir, aunque sus fuerzas, cortas como sus años, no aguanten para siquiera andar.

Eso es lo más interesante para mí de esta historia, la visión y el contraste infantil del genocidio, las consecuencias superficiales de los crematorios, de los azotes y del razismo en los ojos de aquellos que ni siquiera saben el significado de estas palabras, menos aún las razones para aplicarlas. Aunque, personalmente, ni yo acabo de comprenderlas.

Y por cierto, el reparto, al completo, perfecto.
jaly
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