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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
8
Drama Alice Howland (Julianne Moore) está orgullosa de la vida que tanto esfuerzo le ha costado construir. A los cincuenta, es profesora de psicología cognitiva en Harvard y una experta lingüista de fama mundial, con un marido exitoso y tres hijos adultos. Cuando empieza a sentirse desorientada, un trágico diagnóstico cambia su vida, al tiempo que su relación con su familia y con el mundo, para siempre. Con elegancia y delicadeza, la autora ... [+]
18 de enero de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Nada está perdido para siempre. En este mundo, existe un tipo de progreso que siempre es doloroso. Anhelamos lo que hemos dejado atrás, y soñamos con lo que vendrá. Al menos yo creo que es así.”

Estas frases cierran el magistral monólogo final de Ángeles en América, de Tony Kushner, uno de los pilares del teatro dramático del siglo XX. En Still Alice, adquieren nuevas y dolorosas lecturas, porque cuando se pronuncian, ciertamente parece que ya todo está perdido para siempre.

Still Alice expone de manera directa y desprovista de dramatismos exagerados el terror de la enfermedad terrible que es el Alzheimer. Los directores y guionistas Richard Glatzer y Wash Westmoreland apuestan por el retrato sencillo y familiar de una mujer, Alice, que se va perdiendo tras la espesa niebla de su memoria. Y la sutileza de la película y el guión es lo que la hace tan dolorosa, al ver como esa niebla poco a poco se va densificando y convirtiendo en una espesa tela de araña, en un algodón opaco que impide ver lo que Alice había sido.

Lo doloroso de Still Alice no está tan solo en la enfermedad en sí misma, o en la crisis de afectos que provoca en la familia de la protagonista (que interpretan unos actores en sus mejores interpretaciones), sino en la encarnación desnuda que Julianne Moore hace Alice. Porque con pequeños gestos, con sutiles movimientos, con una mirada transparente, vamos viendo como Alice, todavía Alice, va dejando de ser Alice. Y en ese largo viaje hacia la noche, vemos como la memoria, el recuerdo, y la brillantez de su inteligencia, van perdiéndose como agua entre sus dedos.

Es difícil encarar semejante reto actoral sin quedarse en la superficie, pero Moore se adentra en esa niebla, en esa oscuridad, con tanto pudor, tanto respeto, y tanto mimo a los detalles, que es capaz de hacernos creer en esta Alice, y es capaz de hacer que cualquiera se identifique con su pérdida, con la agonía de sus recuerdos, con la dolorosa historia de una mujer, como tantas otras personas que sufren y han sufrido este dolor, cuyo ostracismo emocional es una terrible e injusta condena.
jaly
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