Con clásicos dentro del mundo del cine como "Testigo de cargo", que tan bien considerados están entre la mayor parte de los cinéfilos, ocurre un fenómeno muy curioso y casi paradójico. Miras la nota media y enmudeces mientras te quitas el sombrero ante una de las mejores películas de la historia, que se dice pronto. Luego entras a leer las críticas de los usuarios y observas con asombro que las más valoradas son las que puntúan por debajo del mínimo y usan términos como "sobrevalorada" o "bodrio". Misterios de Filmaffinity.

Quizá "Testigo de cargo" no tenga la mejor historia, pero tiene un argumento que va "in crescendo", con una divertida y dinámica primera parte a modo de presentación y una segunda parte en el que el tenso y emocionante juicio copa toda la atención. Incluso tenemos un par de flashbacks colocados en el momento clave de forma magistral. Aparte de, por supuesto, la guinda del sorprendente final; un desenlace que a base de giros de guión inesperados consigue dejar con la boca abierta. Hasta el punto de que en los créditos finales advierten al gran público de no desvelar "los trucos" de la trama a las personas que no hayan disfrutado aún de ella.

Quizá "Testigo de cargo" no tenga las mejores interpretaciones, pero tiene a un soberbio Charles Laughton dando vida a un socarrón abogado al borde del colapso con el que es imposible no empatizar, lo cual es admirable teniendo en cuenta que el personaje es un viejo gruñón y malhumorado. Y divertido, muy divertido. No quiero desmerecer tampoco la labor de Tyrone Power y especialmente de Marlene Dietrich, su icónica impasibilidad y su inconfundible caída de ojos.

Quizá, también, "Testigo de cargo" no tenga el mejor apartado técnico, a pesar del gran trabajo de Wilder adaptando al cine el espíritu de la obra de teatro original en la que está basada, manteniendo esa esencia teatral sin resultar demasiado inmóvil o poco dinámica. O de una exquisita banda sonora cuyas melodías encajan perfectamente en estilo y tempo en cada una de las escenas.

Es por eso que la obra de Wilder se puede considerar una auténtica maravilla, porque en conjunto destaca en todos y cada uno de sus apartados, sin perder fuelle o calidad por culpa de ninguno, ya que todos mantienen el nivel de forma increíble. Y aunque sea algo que solo se puede valorar con los años, "Testigo de cargo" es una película imperecedera, por la que no pasa el tiempo y que a pesar de tener ya 70 años encima, sigue fresca como el primer día para todo aquel que quiera disfrutarla sin haber perdido ni un ápice de lo que la hizo grande.