Pocas veces en el cine el protagonista está caracterizado en el personaje con más defectos. En el tesoro de Sierra Madre se da esta rara circunstancia. Tal vez porque John Huston contaba con Humphrey Bogart vió enseguida no solo al antihéroe, también al egoista, pusilánime, insolidario y desafortunado Fred; componiendo así una historia que en pantalla se ve perfectamente creíble y equilibrada.

La búsqueda del oro de Tampico por parte de tres vagabundos gringos que limosnean por calles fronterizas de México, es una aventura en toda regla. Dirigidos por el más viejo y más sabio se insertan en el corazón de Sierra Madre, para con discreción y respeto arrancar de sus entrañas el polvo dorado ya que las pepitas no abundan. No faltarán ocasiones para contactar con campesinos, ladrones y socios pertinaces; a pesar de su poco interés en hacer vida social.

No hay tara o cualidad humana que no emerja en los momentos difíciles y en esta película, tanto lo uno como lo otro, está dibujado con pulso firme. Ambiciones, amistad, afán de posesión, generosidad, cobardía.....Todo bien recogido, y expuesto de manera magistral en un guión sin fisuras, que ridiculiza hasta el paroxismo la maldad y a quienes son portadores de ella; y premia con el consuelo a quienes atienden a los principios humanos y naturales.