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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
10
Drama Frederick Manion (Ben Gazzara), un teniente del ejército, asesina fríamente al presunto violador de su mujer (Lee Remick). Ella contrata como abogado defensor a Paul Biegler (James Stewart), un honrado hombre de leyes. Durante el juicio se reflejarán todo tipo de emociones y pasiones, desde los celos a la rabia. Uno de los dramas judiciales más famosos de la historia del cine. (FILMAFFINITY)
27 de julio de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dudaba si había sido antes o después de Testigo de cargo, de Billy Wilder, con la intencionalidad de dar mayor mérito a aquella de las dos con más edad. Porque aunque el tema, el país de los hechos y los protagonistas difieran, lo cierto es que el espíritu de ambas se asemeja lo suficiente como para concluir que un genio había visto al otro, y si no había copia al menos sí se podía presumir influencia.

Hay también, en Anatomía de un asesinato, broñazos, invisibles por supuesto, de humanidad y de ese humor socarrón necesario para afrontar el drama cotidiano de la existencia, absurda en muchas ocasiones. Se repiten personajes cascarrabias que se dejan querer y ayudantes molestos sin los que no podríamos vivir. Las víctimas resultan no serlo tanto y los presuntos culpables son hábiles y convincentes. Los diálogos son elegantes duelos de avezados espadachines del verbo y los jueces son seres humanos dispuestos a rendirse ante un buen chiste o regate, y menos ridículos (aunque los de Inglaterra lleven peluca), que nuestras intocables y poco terrenales señorías contemporáneas.

Supe que dos años antes de que Otto Preminger y su escritor Wendell Mayes, sobre novela de Robert Traver, parieran "Anatomía de un asesinato"; Billy Wilder junto a Harry Kurnitz habían puesto en lenguaje cinematográfico la obra de teatro de Agatha Christie que aquí se llamó "Testigo de cargo" y decidí no cambiar la nota de ninguna de las dos porque me pareció que aunque fuera la misma puesta de sol, los dos pintores, con distinta paleta y pinceles diferentes, habían conseguido dos obras maestras, y poco importa que uno la hubiera terminado un lunes por la noche y el otro un jueves por la mañana.
Decidí, eso sí, aprovechar, cambiando mínimos detalles, la misma crítica para las dos películas porque en mi interior sólo había agradecimiento hacia ambas y ningún sentimiento encontrado. Así pues: "Tanto monta, monta tanto ..."
Sinhué
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