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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
9
Drama. Cine negro Verano de 1949. Ed Crane (Billy Bob Thornton), un introvertido barbero de un pueblecito del norte de California, se siente insatisfecho de su rutinaria vida. Las infidelidades de su mujer (Frances McDormand) le brindan la oportunidad de ejercer un chantaje que podría ayudarle a cambiar su apática existencia. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cada cien críticas me siento al borde del camino y reflexiono sobre esta actividad creativa, aún cuando esté basada en el esfuerzo imaginativo de otros. Lo de someter a juicio el trabajo de los demás, ya lo sabéis, me parece impúdico la mayoría de las veces; salvo cuando alguien pretende colarme, amparándose en la subjetividad de la obra cinematográfica, dosis doctrinales o propagandísticas para, camuflando la verdad, venderme un producto fraudulento, o basado en la rentabilidad engañosa de la inmediatez.
También es cierto que como el disfrute que me proporciona el cine no se circunscribe en exclusiva a lo que el director me quiera contar, si no que entran en la ceremonia multitud de factores de tipo social, evocativos y emocionales; no considero decoroso cebarme con quien me ofrece tanto por tan poco. De ahí mi escasa sintonía con los "cítricos" y con quienes se sienten estafados porque el autor no les ha dado material digerible o final deseado.

Con estas premisas bien afianzadas me dispuse a ver, por segunda vez : El hombre que nunca estuvo allí (The Man Who Wasn't There); una subyugante comedia negra de los Coen que tenía "atravesada en los párpados", como aquella mujer de Eduardo Galeano, desde su estreno en la segunda temporada del Cineclub El Gallinero, hace algo más de veinte años. Me pareció que sería un justo homenaje a los hermanos más famosos de Mineápolis, por los buenos momentos que me han proporcionado, dedicarles mi crónica 1.300 de Filmaffinity.

En aquella primera ocasión, fuimos 122 los invitados a presenciar las grisáceas vicisitudes del barbero californiano, que inhalaba compulsivamente humo entre discretos hipidos de oxígeno. ¡Qué momentos, cuando aún las Salas oficiaban en exclusiva!.
El paso del tiempo consiguió que aquellas nubes de monóxido de carbono, que partían de los cigarrillos de Ed Crane, me ocultaran algunas claves de los crímenes chapuceros, o muertes accidentales, que el destino siempre reserva a los rocambolescos personajes paridos por Joel y Ethan.

Feliz, para mí, reencuentro con el hombre que vive dentro de sus pensamientos, mientras escucha como una adormecedora letanía los monólogos ajenos; y con Doris, la mujer inmune al virus del amor; con el triunfador sin escrúpulos; el "brasas del cuñado; el emprendedor que busca socio capitalista; la inocente criatura: tierra de promisión, balsa de salvación; el abogado estrella; el sincero profesor, y defensor, de la música... Todos girando, como un poste de barbería, en torno a la rutina diaria de los habitantes de Santa Rosa, allá por el 1949. Y basta una decisión, una mínima intencionalidad de cambio, para que el desencadenante se active; y ya, todo se vuelva resbaladizo, imprevisible, imparable...
¡C'est la vie!, nos dicen los hnos ateo-judíos, mientras nos revolcamos juntos en la fatalidad de los otros, para olvidar la nuestra; con un sentido del humor masoquista, que remarca la inexorabilidad de la puñetera existencia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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