Film alegórico, introspectivo, sobre una familia del antiguo Oeste norteamericano y sus muchas carencias vitales.
Pocas veces la nieve ha tenido un aspecto tan sombrío y oscuro. Tal vez por eso la pantera (que la intuimos negra) se camufla en el exterior de una cabaña, que tiene más de puerta del infierno que de cálido hogar.

La lucha dialéctica de una familia encarcelada en la tradición, los convencionalismos y el miedo apocalíptico a los incumplimientos bíblicos, la lideran quienes se consideran fuertes y cargados de razón y responsabilidad: una madre que echa fuego por los ojos y, su músculo externo, el hijo que ocupará su trono y que tomará las decisiones cuando ella no esté.

Es como si Wellman, a través de la novela de Walter Van Tilburg Clark, estuviera ajustando cuentas de temas muy personales que tienen que ver con él, su entorno, su patria o su religión. Original y artística forma de hacerlo, lo de ajustar cuentas, máxime cuando cuentas con los actores idóneos para realizar esta singular tarea de denuncia.