Esta es mi crítica número 200 y siempre lo será. Es por eso que quería dedicársela a una película de la que pudiera decir algo realmente elogioso y la afortunada es "Il divo".

La primera república italiana murió sepultada por una avalancha de corrupción en grado superlativo, de la que realmente el país nunca se ha llegado a recuperar. La formulación de un nuevo sistema de partidos ha derivado en un caos, con dos grandes entes: la derecha berlusconiana y neofascista y un centroizquierda a veces aglutinado alrededor de las cenizas del historico partido comunista italiano, ahora denominado partido demócrata. Además cada ente está densamente poblado por los restos humanos y partidistas del viejo sistema, lo que aplasta las posibilidades de la política italiana de salir de su tumba (aunque la esperanza es lo último que se pierde...).

Así las cosas, dedicar una película a Andreotti no es cualquier cosa, vendría a ser lo mismo que dedicársela a Berlusconi. Andreotti fue uno de los grandes pilares sobre los que se articuló un sistema político enfermo, acosado por la falta de verdadera pluralidad política, el terrorismo y la mafia, pero dominado por personas que no tenían reparos en moverse en aguas turbulentas ni en confrontarse por medios ilícitos con rivales y enemigos. Andreotti fue uno de ellos y para abordarlo, necesitamos de un director capaz de enfocar correctamente su figura, de un guión capaz de diseccionarlo y de un planteamieinto visual que subraye su singularidad.

Así las cosas, a pesar de sus personalísimo e incluso paródico enfoque, la tentativa se salda con un exito total, ya que Sorrentino consigue desgranar los elementos esenciales del asunto. No se logra una película rotunda, porque el enfoque no es lo bastante ambicioso, pero el resultado es muy bueno, refrescante y sin duda interesante. Mención a parte merecen las numerosas frases inolvidables puestas en boca del personaje principal.

Y todo lo dicho tiene sentido solamente desde la mirada al presente. Un presente político, el de 2008, dominado por una decadencia política tan explícita como evidente para todos los italianos, que hasta 2011 no ha hecho más que agrandarse. Es una película para italianos que conocen bien su historia reciente, a los que se puede refrescar la memoria como lo hace Sorrentino. El lenguaje un tanto bufón y burlesco es la única manera de explicar la historia política reciente de Italia sin caer en el psicodrama colectivo o en una depresión rotunda, puesto que con todo lo que ya ha caido, ¿cómo les puede gobernar quien les gobierna?

Recomendación: interesantísima, hay que verla.