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España España · Santander
Voto de Simsolo:
2
Comedia Peter Highman (Robert Downey Jr.), un serio arquitecto que está a punto de ser padre, tendrá que cruzar todo Estados Unidos, desde Atlanta hasta Los Ángeles, para asistir al nacimiento de su primer hijo, pero también tendrá que soportar a un excéntrico compañero de viaje (Zach Galifianakis). (FILMAFFINITY)
2 de enero de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me niego a utilizar el título en castellano de esta película, no porque resulte estúpido o desacertado, sino porque falsea la película. “Due Date” es algo más que una comedia salida de madre en la línea de otras de Phillips. Tampoco eran así, estrictamente, las anteriores. Recurriendo a la convención dramática de enfrentar a dos tipos opuestos, describe en imágenes un modesto y sentimental tratado acerca de la masculinidad y el fracaso, la decencia y la farsa. La tierra, qué le vamos a hacer, tiene dos polos. En ese aspecto “Due date” llega a brillar, aunque a veces la ternura arrincone al humor con suavidad, sin que te des cuenta. La risa sigue ahí, desperdigada a lo largo de este relato de carretera, pero no es lo primordial. Ayuda a distender la mandíbula tras esos diálogos cínicos y desclasados, que van definiendo a los dos personajes principales. Dos héroes modernos surgidos de un tropiezo de aeropuerto y una portezuela arrancada. Con esa premisa, esa bofetada a la normalidad, comienza la película.

Lo escatológico, sin embargo, permanece. Una marca de fábrica que siembra de ambigüedades y desquiciamiento este retrato de esa otra América que sólo intuimos cuando títulos en apariencia más serios, miran debajo de las alfombras. La escena en la que aparece la Lewis, convertida en esa traficante doméstica que podías intuir por papeles anteriores, resulta iconográfica. Cada uno está, por fin, en el lugar que le corresponde, y nuestro atildado futuro padre no da aquí, precisamente, muestras de adorar los niños. La reyerta es jocosa e ilustrativa: adultos y menores acaban a la misma altura, como si se hubiesen peleado en un patio de colegio. En el fondo, cenizas aparte, el viaje de Downey Jr. no es hacia la paternidad, sino hacia su propia infancia, hacia el gamberrismo más tenaz: ensuciarse, pelearse, insultar… Todo ello aderezado con las suficientes pinceladas de emoción como para que la película derive hacia lo agridulce. Un fracasado que no lo sabe y un triunfador necesitado de un cambio de rumbo, perdidos en esas carreteras que son crónicas escritas a botepronto.

Quizás el coche sea el escenario del siglo XX. Nuestra metáfora. Si encierras a dos personajes en uno y lo dejar rodar por una carretera, incluso sin historia acabas teniendo historia: la de ambos, la de nosotros mismos enfrascados en la búsqueda de algo que, probablemente, acabaremos también por dejar en la cuneta.
Simsolo
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