El proceso de amar a una persona es algo muy personal en cada ser humano. El paso definitivo que hay entre"gustar a alguien" a "querer a alguien" depende de tantos factores que es realmente difícil saber dónde está el límite de cada concepto. Unos creerán en el amor a primera vista. Otros, más realistas y probablemente más experimentados y menos soñadores, nos dirán que el amor se fragua con el tiempo, con las experiencias compartidas, con la batalla diaria contra la rutina y el aburrimiento.
Pues bien, esta es una película dedicada a ese amor fugaz, intenso y breve que se convierte en una especie de sueño mágico de 24 horas y que deja una huella imborrable en nuestros corazones. Y si además, esto sucede en una ciudad como Viena pues tenemos la combinación perfecta para crear la historia de amor que a todos nos gustaría tener. Pero cuidado que no le quito méritos a la película, ya que conseguir esto de manera elegante y sin caer en los tópicos que Hollywood nos tiene acostumbrados no es fácil. Aquí juegan a favor un guión inteligente y bien estructurado, y unos buenos actores que consiguen crear cierta química entre ellos.
Aún así, ese toque realista i cotidiano que tiene la película es a mi modo de ver un poco incompatible con lo que sucede. Será que yo soy desconfiado, pero me cuesta creer que una chica francesa decida interrumpir su viaje para acompañar a un chico que acaba de conocer por muy guaperas que sea. Quizás mi experiencia no me deja creer en ese amor surgido de la nada, y eso no me permita dejar mi mente en blanco y dejarme llevar por esta historia. Pero aún así reconozco que pocas películas románticas han sido capaces de despertar en mi una chispita como lo ha hecho esta. Y eso, conociéndome como me conozco, ya es mucho.