"FIGHT CLUB" salió al mundo y se hostió en taquilla.

Pero eso ya pasó con "Blade Runner", ¿no? Algunos clásicos no salen en el momento adecuado.

Y ahora, en una era de crisis mundial y jóvenes sin futuro que tratan de crear una revolución en las calles, se antoja como un film cada vez más pertinente.

Porque Tyler y sus Space Monkeys eran unos adelantados a finales del XX.

Porque Fincher ya se había hecho un cineasta grande, pero muchos no se habían dado cuenta.

Porque el guión es brillante.

Porque "Fight Club" es negra cual peli de Verhoeven un Kubrickianamente cínica.

Porque es cruel, divertida, peleona, agresiva y ataca al estomago, diviertiendo a la vez que escupe verdades nihilistas con rabia juvenil.

Porque ya ha dejado huella en el cine actual y porque refleja los tiempos convulsos que nos ha tocado vivir.

O tal vez porque es una gran película. Que no es poco.

NOTA: También hay que aplaudir los redaños de los tíos que pusieron la pasta para una peli tan atrevida, molesta y cojonuda en el adocenado Hollywood moderno. Le echaron narices. De veras. ¿Un filme producido por una gran corporación que ataca a las grandes corporaciones y en el que la gente acaba desfigurada, se insertan fotogramas porno, aparecen hombres con grandes mamas? Rareza única, oigan.