Esa música que sonaba en el organillo Casio color blanco crema ha venido de nuevo a mi memoria. Ayer sacaba de la caja de jugetes los 6 muñecos conservados allí desde hace 30 años con la esperanza de volverlos a ver en la gran pantalla. Ahora, aún mediatizado, tengo la sensación de haberme reencontrado con unos queridos familiares lejanos. Sigen siendo los mismos, con su personalidad; hay cosas que no cambian. Tal vez mas asentados con más prudencia, los años no pasan en balde, las interpretaciones de los veteranos son profundas, algo tristes como Quijotes agotados aún con la esperanza de ser un ejemplo. La juventud no engancha, apenas cutis suaves mucha fachada pero sin esa magia de la personalidad de los atractivos antiguos.