Dentro del universo Breaking Bad, El Camino funciona perfectamente con la combinación de todos (o casi todos) los elementos de la serie original. Es un broche final que deja a un lado la meta y los entresijos rocambolescos de los dos protagonistas originales, para centrarse solo en Pickman, un personaje atormentado y con una enorme carga emocional. El desarrollo del personaje, al igual que en la serie, sigue siendo brillante, justificando con flashbacks todos sus pretextos para que realmente sea un film en sí mismo y no un capítulo más.
Estamos ante un thriller tenso y vibrante pero a la vez detallista y peculiar, muy en la línea de Breaking Bad. Sus dos horas de metraje no dejan un minuto para el aburrimiento y la película funciona perfectamente de principio a fin sin olvidar algún guiño a los más nostálgicos de la serie. La puesta en escena es elegante, el pulso firme y la acción está a muchas millas de saturar al espectador de artificios y cambios de plano.
Lo bueno es que la película se justifica perfectamente sola, salvo por alguno de los mencionados guiños que, aunque aportan trasfondo al protagonista, son perfectamente obviables a ojos de un supuesto espectador ajeno a la que posiblemente sea una de las mejores series de ficción de la historia.