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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
7
Drama. Fantástico. Aventuras William Bloom (Billy Crudup) no tiene muy buena relación con su padre (Albert Finney), pero tras enterarse de que padece una enfermedad terminal, regresa a su hogar para estar a su lado en sus últimos momentos. Una vez más, William se verá obligado a escucharlo mientras cuenta las interminables historias de su juventud. Pero, en esta ocasión, tratará de averiguar cosas que le permitan conocer mejor a su padre, aunque para ello tendrá ... [+]
20 de mayo de 2007
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras la decepcionante versión de El planeta de los simios, una concesión al cine comercial de Hollywood en un intento por conseguir luz verde para otros proyectos más personales, Tim Burton regresa con Big fish a mundos más acordes con sus inquietudes. Tal vez inspirado por la reciente pérdida de su padre, el director de Batman adapta la novela de Daniel Wallace en la que un padre y un hijo, Edward Bloom y William Bloom, ante el cáncer terminal del primero, tratan de derribar la barrera que los ha convertido en perfectos desconocidos. Para ello, el hijo debe descubrir quién es realmente su padre, un peculiar y extravagante ser humano cuya vida ha permanecido envuelta siempre en un halo mítico de ilusiones, hazañas y cuentos. El cariño es mutuo y sincero, pero las incompatibilidades emanadas de su divergente concepción del mundo les han distanciado.
Con una acertada elección de actores - tanto Ewan McGregor y Albert Finney, como Alison Lohman y Jessica Lange guardan cierto parecido; Helena Bonham Carter, Danny DeVito y Steve Buscemi como solventes y agradecidos secundarios -, el sugestivo acompañamiento de Danny Elfman en la banda sonora, y el estilo visual al que nos tiene habituados el creador de Mars attack y Sleepy Hollow, acomete una historia repleta de humanidad, y aunque el metraje sea un tanto excesivo, y exista un desequilibrio entre los componentes realistas y fantásticos, resulta fascinante su empeño por adentramos en mundos tan distantes, y al mismo tiempo, tan familiares. Porque bajo una aparente superficialidad, hay mucha reflexión, una narración envolvente de vivencias (alistamiento en el ejército, trabajo en el circo, conquista amorosa, visión de la muerte...), y una serie de seres extraños y entrañables (siamesas, gigantes, brujas, hombres-lobo...) alrededor de los cuales construye auténticos delirios visuales y surrealistas (un campo lleno de narcisos, un paraíso llamado Spectro...).
La creación espontánea, ingenua y purísima de la poesía burtoniana se vuelve en este caso un tanto premeditada y rebuscada. Tantos elementos oníricos se antojan innecesarios, sobre todo si tenemos en cuenta que el desenlace no da una respuesta lo suficientemente nítida del porqué del comportamiento del protagonista, de sus fabulaciones y quimeras. Urge una complicidad por parte del espectador a la hora de desentrañar varios mensajes: la falta de entendimiento entre dos personas unidas por la sangre, la defensa de la imaginación como herramienta para superar circunstancias adversas, la abnegación ante el amor, la defensa de la fidelidad matrimonial, la relación padre-hijo..., en definitiva, una disección amable y positiva de la sociedad sin horizontes espirituales, pero sin fatalismo, que hace que desaparezca la trascendencia de sus mejores obras: Ed Wood, Eduardo Manostijeras y Pesadilla antes de Navidad.
La Maga
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