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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
8
Drama Khaled y Said son dos jóvenes palestinos, amigos desde la infancia, a los que reclutan para llevar a cabo un atentado suicida en Tel Aviv. Después de una última noche con sus respectivas familias, de las que no les está permitido despedirse, parten hacia la frontera con explosivos pegados al cuerpo. Sin embargo, nada sale como estaba previsto y una serie de contratiempos les obliga a separarse. Entonces tendrán que replantearse su vida ... [+]
4 de marzo de 2007
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno empieza a estar cansado ante el goteo continuo de noticias que la prensa y la TV ofrecen sobre los muertos en Palestina e Israel. Salta a la vista que un perfil informativo que deja la realidad de lado, tratando a los asesinos como entes inmorales sobre los que no hay que tomar partido o tratar de comprender, no parece responder al tratamiento más objetivo. Es por eso que tal vez Hany Abu-Assad, palestino con pasaporte holandés y residente en Israel, haya decidido retratar la Cisjordania de la 2ª Intifada a través de dos jóvenes palestinos amigos desde la infancia que, ante la ocupación asfixiante de su ciudad, Nablus, actúen de la única manera que comprenden como posible, secundados por una organización de artificieros caseros, leyendas mártires e ideólogos que no se inmolan. Entender estas mentalidades es el primer paso, y la secuencia inicial del arreglo del parachoques es la metáfora que mejor lo explica.
En principio, Khaled adopta una postura pasional y ciega, Said una más reticente. La alternativa, la postura femenina de Suha, la más moderada y occidental. Y Jamal es el reclutador que, mientras tanto, profiere aforismos tan poco edificantes para cabezas en proceso de degeneración como: si no teméis la muerte, controláis la vida; mira siempre a los ojos de tu enemigo, porque tú eres el dueño de su vida, cuando quieras, lo harás saltar por los aires. Las aspiraciones vitales quedan reducidas a beber té, la familia sobrevive marcada por el calvario del dolor, y un solo chispazo es suficiente para pasar de la parsimonia al activismo. Con una fotografía desaliñada, poseída por la sencillez árida de los escombros, el director explora las legítimas razones de la resistencia a la ocupación sin justificar en ningún momento la pérdida de vidas humanas, sin juzgar, manipular o posicionarse. La tensión, continua, incómoda, no deja indiferente a nadie.
Rodada en 35 mm., con un magistral fundido en blanco como desenlace, Paradise Now es una indagación sobre las motivaciones, y la falta de éstas, de los kamikazes, de la procedencia de su fanatismo y las causas que los empujan a él. Necesaria y estimulante, esta reflexión sobre la ambigüedad que encierran los términos víctima y opresor esquiva lo políticamente correcto, las presiones (el localizador fue secuestrado, varios técnicos decidieron abandonar, y el rodaje se vio interrumpido por la caída de un misil enviado desde Israel), y una visión occidental de la vida y la muerte. Historia y estética se cuidan sin grandilocuencias, y aunque algunas escenas acusan un debilitamiento amoroso por culpa de excesivos auto-análisis psicológicos, su valentía y humanismo les emocionarán, siempre y cuando no se resistan por juicios morales o posicionamientos políticos.
La Maga
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