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Voto de Alonsoquijano:
5
Romance. Drama Elio Perlman (Timothée Chalamet), un joven de 17 años, pasa el cálido y soleado verano de 1983 en la casa de campo de sus padres en el norte de Italia. Se pasa el tiempo holgazaneando, escuchando música, leyendo libros y nadando hasta que un día el nuevo ayudante americano de su padre llega a la gran villa. Oliver (Armie Hammer) es encantador y, como Elio, tiene raíces judías; también es joven, seguro de sí mismo y atractivo. Al ... [+]
21 de febrero de 2018
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La narración va creciendo a medida que la belleza y las sugerencias avanzan.
Cuando digo que quizá sea una película necesaria, tiene que ver con la sinceridad con la que está narrada la emoción y pasión, a veces necesariamente morbosa -como lo es la pasión más sincera-, que puede surgir en una edad, y entre dos hombres.
Magnífica la manera en que es sugerida la comprensión paterno y materno filial, ese "dejar crecer" necesario.
Lo que es desesperación y decadencia de "Un tango en Paris"-a la que no me deja de recordar- aquí es descubrimiento, hedonismo juvenil y esperanza. Y también la lógica desesperación en la pérdida y distancia.
Pero el envoltorio narrativo tiene sus pegas.
La película está trazada con un "cierto esnobismo", como si sólo fuera posible lo que nos cuenta en el seno de una familia culta -al estilo de una "mítica" Italia culta o aristócrata maravillosamente evocada por Yourcenar en "Memorias de Adriano"-. Y ya no sólo culta sino excelsa en su formación (políglota, semiótica…) se pudiera dar una relación apasionada y normalizada entre dos hombres. Este aspecto está subrayado innecesariamente, y me molesta profundamente. No creo que haya que situarse en ese punto de superioridad culta. ¿O quizá el autor del texto -James Ivory o Luca- confunde la cultura con cierta superioridad ética?... Yo si sentí en el visionado esa cierta soberbia. En definitiva es una cuestión personal. Habrá a quien le parezca estupendo y lógico, pero es un prejuicio.
Lo ya dicho, es un problema mío pero no es un asunto menor porque convierte la obra artística en un discurso visual diletante, aleccionador y excesivo, que prorroga su metraje en más de 20 minutos innecesarios, en los que brillan-eso si- momentos de una belleza de grandísimo cine, como la noche en vela de los amantes a contraluz o la conversación padre-hijo, o los silencios de esa madre sabia e impulsadora.
No desvelo nada, pero no está a la altura tan alta de las valoraciones que se le están dando. Muy superiores, este año la tristemente vetada “Wind River” o la maravillosa “En Cuerpo y Alma” de Ildikó Enyedi.
Alonsoquijano
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