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Voto de Luis F Ragua:
8
6,0
4.434
Fantástico. Drama
El Tío Boonmee sufre una insuficiencia renal aguda y decide acabar sus días entre los suyos en el campo. Sorprendentemente, los fantasmas de su mujer muerta y de su hijo desaparecido se le aparecen y lo toman bajo sus alas. Mientras medita sobre los motivos de su enfermedad, Boonmee atraviesa la jungla con su familia hasta llegar a una cueva en la cima de una colina, el lugar donde vino por primera vez al mundo. (FILMAFFINITY)
24 de noviembre de 2010
79 de 88 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede considerarse que esta "crítica" está llena de spoilers, pues es más una interpretación. Esta película merece ser interpretada, y eso implica que se cuenten distintos aspectos de la historia.
Antes que nada, que quede claro que “Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives” es una de las (si no la más) extrañas películas que jamás he visto. La reacción que encuentro en los usuarios de internet es una que nunca había visto. En Filmaffinity.com, la película ha recibido prácticamente la misma cantidad de 1s que de 10s. Y es que “Uncle Boonmee…” del impronunciable director tailandés Apichatpong Weerasethakul es, ante todo, una película difícil.
La ganadora este año de la Palme d’Or, el premio mayor en el festival de cine de Cannes, uno de los más prestigiosos del mundo, es, como la define Weerasethakul (a quienes los medios han bautizado, por economía de lenguaje, como “Joe”), una muestra de “open cinema”, cine abierto a todo tipo de interpretaciones, con ideas difusas y con una marea de símbolos y sucesos de la que el espectador puede sacar los elementos que considere relevantes para construir sus propios significados acerca del largometraje.
Eso hice yo. No lo relacioné, como lo han hecho ciertas personas, con la situación política de Tailandia (empezando porque no tengo conocimiento sobre el asunto) pero de eso se trata “Uncle Boonmee…”, de que cada quien enmarque en su propia mente lo que vio.
Yo vi en “Uncle Boonmee…” tres temas íntimamente ligados: la pérdida de la sacralidad que rodea las tradiciones tailandesas, una transformación en la relación con la naturaleza tan característica de quienes creen en la transmigración del alma y una desvalorización de lo propio en una sociedad que se está occidentalizando cada día más.
La pérdida de la sacralidad está impregnada en todo el largometraje e incluso podría argumentarse que la parte cómica de la película, con el mico-hombre que ha surgido de una espiritualidad de un humano que se ha encontrado con la naturaleza, se ha hecho intencionalmente para que el espectador en vez de admirar al personaje se ría de él. Pero tal vez donde se vea más claro es en una de las escenas finales, cuando un personaje que quiere ser monje entra a escondidas al cuarto de su mamá, se quita su túnica, se baña y se pone una camiseta, unos jeans y tenis, y sale a comer. El agua con el que se baña remueve su pasado, su religión, su pueblo y lo prepara para estar inmerso en otra realidad, la que está afuera del templo, donde la gente se come sus hamburguesas al lado de gasolinerías donde paran carros cada minuto.
Antes que nada, que quede claro que “Uncle Boonmee Who Can Recall His Past Lives” es una de las (si no la más) extrañas películas que jamás he visto. La reacción que encuentro en los usuarios de internet es una que nunca había visto. En Filmaffinity.com, la película ha recibido prácticamente la misma cantidad de 1s que de 10s. Y es que “Uncle Boonmee…” del impronunciable director tailandés Apichatpong Weerasethakul es, ante todo, una película difícil.
La ganadora este año de la Palme d’Or, el premio mayor en el festival de cine de Cannes, uno de los más prestigiosos del mundo, es, como la define Weerasethakul (a quienes los medios han bautizado, por economía de lenguaje, como “Joe”), una muestra de “open cinema”, cine abierto a todo tipo de interpretaciones, con ideas difusas y con una marea de símbolos y sucesos de la que el espectador puede sacar los elementos que considere relevantes para construir sus propios significados acerca del largometraje.
Eso hice yo. No lo relacioné, como lo han hecho ciertas personas, con la situación política de Tailandia (empezando porque no tengo conocimiento sobre el asunto) pero de eso se trata “Uncle Boonmee…”, de que cada quien enmarque en su propia mente lo que vio.
Yo vi en “Uncle Boonmee…” tres temas íntimamente ligados: la pérdida de la sacralidad que rodea las tradiciones tailandesas, una transformación en la relación con la naturaleza tan característica de quienes creen en la transmigración del alma y una desvalorización de lo propio en una sociedad que se está occidentalizando cada día más.
La pérdida de la sacralidad está impregnada en todo el largometraje e incluso podría argumentarse que la parte cómica de la película, con el mico-hombre que ha surgido de una espiritualidad de un humano que se ha encontrado con la naturaleza, se ha hecho intencionalmente para que el espectador en vez de admirar al personaje se ría de él. Pero tal vez donde se vea más claro es en una de las escenas finales, cuando un personaje que quiere ser monje entra a escondidas al cuarto de su mamá, se quita su túnica, se baña y se pone una camiseta, unos jeans y tenis, y sale a comer. El agua con el que se baña remueve su pasado, su religión, su pueblo y lo prepara para estar inmerso en otra realidad, la que está afuera del templo, donde la gente se come sus hamburguesas al lado de gasolinerías donde paran carros cada minuto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Al ser Tailandia un país eminentemente budista, se puede inferir que la relación de sus habitantes con la naturaleza tiene ciertas características pues, al creer en la transmigración del alma, los otros seres vivos, sean animales o vegetales, dejan de ser inferiores al ser humano (¿podré estar matando a un ser querido si mato un grillo por diversión?) y se forma una relación no únicamente de respeto a ellos, sino una relación que los considera otros sujetos más. Los seres humanos no son más que unos más de los seres vivos en la naturaleza, al punto que un pez puede aparearse con una mujer, y un hombre puede terminar convirtiéndose sin problema en un híbrido entre humano y simio que con la misma facilidad con que se pasea entre las ramas de los árboles visita a su tío humano para ver cómo va todo. La película muestra cómo con la modernidad esta relación cambia, y se ve perfectamente ejemplificado cuando Boonmee está muriendo y sueña con el futuro. Una serie de fotografías nos muestra al hombre-mico siendo atrapado por unos soldados, unos jóvenes con camisetas Levi’s tirándole piedras al ser, y los soldados tomándose fotos con él; es la última atracción, un hombre-mico con un lazo al cuello. Los seres vivos de la naturaleza dejan de estar al mismo nivel de los humanos y se vuelven inferiores, se pueden dominar y manejar a voluntad, así como se domina al principio de la película a la vaca que trata de escapar sólo para re-encontrarse con su dueño, listo a apresarla de nuevo.
Ligado a todo esto está una desvalorización de lo propio, de lo tailandés, en una sociedad que se está occidentalizando cada día más, entrando cada vez más en el sistema capitalista. Es por eso que, en un fragmento de la película que parece no tener mucho que ver con el resto, una princesa tailandesa se ve blanca al ver su reflejo en el agua, y entrega todas sus pertenencias al pez que allí habita para ser transformada en esa figura.
Ligado a todo esto está una desvalorización de lo propio, de lo tailandés, en una sociedad que se está occidentalizando cada día más, entrando cada vez más en el sistema capitalista. Es por eso que, en un fragmento de la película que parece no tener mucho que ver con el resto, una princesa tailandesa se ve blanca al ver su reflejo en el agua, y entrega todas sus pertenencias al pez que allí habita para ser transformada en esa figura.