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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
9
Bélico. Drama En los últimos momentos de la II Guerra Mundial, en plena caída del III Reich, Willi Herold, un soldado desertor de 19 años, andrajoso y hambriento, encuentra un uniforme de un capitán nazi. Haciéndose pasar por un oficial, Herold comenzará a transformarse usando la autoridad que le proporciona su nueva identidad, revelando la monstruosa esencia de aquellos de los que trata de escapar. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Radicalmente opuesta al clásico de Steven Spielberg, La lista de Schindler (1993), Robert Schwentke recrea un nuevo relato sobre el nazismo basado en hechos reales veinticuatro años después de su mayor influencia. A partir de una desesperada huída perpetrada por un desertor nazi de sus antiguos compatriotas, el director muestra la escabiosa evolución o manutención de la esencia criminal y cruel de un renegado afortunado y empoderado en base al descubrimiento de su salvoconducto: el abandonado traje de un alto mando con el que se disfrazará de atrocidad, hipocresía e inmoralidad y se convertirá en el sustento ensalzador de su conducta animal y egolatría. La atmósfera caótica de los últimos momentos de la Segunda Guerra Mundial y, por ende, la inminente caída del III Reich, es una ayuda inmejorable en el desarrollo del argumento y muestra cómo unas simples vestimentas colmadas de sangría y visceralidad son suficientes para estafar a los que, en su día, tuvieron a Europa en su mano derecha. Max Hubacher brinda una interpretación bella y portentosa animando a El Capitán, Willi Herold, personaje obviamente basado en el eterno Hans Landa de Christoph Waltz y Quentin Tarantino (Malditos bastardos, 2009) tanto en el ademán interpretativo del actor como en el perfil psicológico del personaje. Otro personaje que considero de absoluta importancia no es otro que el leal acólito del protagonista, Freytag (Milan Peschel), cuyo parecido fisiológico con Adolf Hitler y su opositora personalidad frente a él da a entender, quizás, un blanqueamiento del dictador, o una mirada atónita pero realista frente a las convicciones personales del "führer", lo cual se muestra en el arco donde Freytag permanece en el campo de concentración con una visión apesadumbrada y triste frente a los acontecimientos que visiona permanentemente (consolidado por la conocida aversión que tenía Hitler sobre dichos campos). La fotografía es absolutamente maravillosa, en la que se emplea una cuidadosa iluminación que otorga especial dramatismo tanto a la época histórica como a los sucesos acontecidos, todo a través de un filtro en blanco y negro (como ocurría igualmente en La lista de Schindler), y unos planos secuencia que provocan el ralentí (slow motion) filmados con mucho miramiento y ocurridos ocasionalmente en escenas de jolgorio, dando a entender metafóricamente la ausencia de guerra en tiempo de fiesta. Cabe destacar la evidente recreación al comienzo de la película, en la secuencia de la huída, de un momento icónico proveniente de El señor de los anillos: La comunidad del anillo (Peter Jackson, 2001), calcando la técnica del director neozelandés en el uso de la cámara (planos contrapicados y picados y posicionamiento de los actores en el espacio). El film pierde algo de solidez en el último arco argumental y desenlace (por sucesos inhóspitos que embrollan ligeramente la evolución del desarrollo principal), aunque se contrapone con la brillante reivindicación y sátira al régimen sucedida en los créditos (dando a entender que el nazismo aún no ha muerto) y que, con unos nostálgicos atavíos, puede volver a sembrar el terror pasado. Cinta desapercibida que, creo, no tiene nada que envidiar al alarde de Paweł Pawlikowski (Cold War, 2018) en cuanto a aspectos técnicos y trasfondo histórico. Estimable a más no poder, film que seguro estará en el pódium anual de cualquier cinéfilo. (9).
Tiggy
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