Siendo sólo unos niños, Richard y Emmeline se ven obligados a sobrevivir durante largo tiempo en una preciosa isla deshabitada, en la que tendrán todo lo necesario para subsistir pero también toda clase de peligros. Con el tiempo olvidarán parte de las tradiciones, y se darán cuenta de que están empezando a cambiar, ya no son niños, y su cuerpo y sus sentimientos son distintos ahora.

Una magnífica epopeya de la vida, un canto a la libertad y al respeto de la naturaleza.

Lo mejor, el paisaje que te acompaña durante toda la película, transmitiendo un sentimiento de armonía y paz, y la actuación de los actores principales, simpáticos y adorables, y capaces de transmitir a la perfección todos lo que sienten.

Si te sientas a verla, ya no podrás despegarte del sofá.

Muy recomendable.