Dicen que cuando aterrizas en Bombay tienes una de estas dos reacciones: u horrorizado te quieres ir inmediatamente, o te fascina y no sabes porqué. A mí me ocurrió esta última, quizás porque arrivé el Diwali, una especie de fin de año hindú, compartido por sikhs, budistas y jainistas.

Pero no creo que vivir seis meses ahí, o pasearte por el país en una Royal Enfield o lo que sea, te dé derecho a decir que esta película refleja muy bien el subcontinente indio. Porque la India es demasiado grande para conocerla incluso en una sóla vida.

La primera parte del film hace una recreación bastante fidedigna de unos slumdogs de Juhu, un suburbio en medio de Bombay que tiene una playa muy circense, con camellos y todo. Hay barrios peores, como los musulmanes, que sino entras acompañado mejor que ni te asomes. Vale, hay incongruencias, pero a mí en el cine esas cosas me la soplan. La gente compara esta parte con "Ciudad de Dios", una película en mi opinión sobrevalorada y que aparte de un buen montaje poca cosa cuenta. Uy, denuncia social, y todo ese rollo. Tonterías, querer ver en estas películas un reflejo de la realidad de un país, es como decir que "El vaquilla" refleja a España. Además "Ciudad de Dios" no es que sea muy original, "Pixote" ya hizo lo mismo hace años con lo de las favelas.

Y Danny Boyle al menos ha tenido la sabiduría de a mitad de película cambiar de registro y contarnos algo. Porque sino te haces un documental de esos de denuncia y ya está. Vale, la segunda parte parece una comedieta americana típica. Pero qué demonios, está bien contada. Y si es edulcorada es porque a los indios les va eso. Las películas de Bollywood son así, muy chorras y acaban bien. Pero es que los indios no van al cine a que les cuenten algo, siempre es lo mismo. Van al cine a estar. Ya se sabe de que va la peli, y duran un montón. Lo que quieren es colorido y bailes, mientras comentas con los demás alguna otra cosa que no tiene nada que ver con la peli. Eso sí, en cuanto hay música, pues a bailar.

Y sí, en la India sacan ojos a los niños, y ves muertos por las calles. Podría decir aquello de he visto atacar naves en llamas más allá de Orión, "rayos "C" brillar en la oscuridad, bla, bla, bla... pero ¿y qué? Tienen una extraña alegría a pesar de todas estas atrocidades, y se toman la muerte como algo natural. No son tan raritos como los japos. Y qué puñetas, hay muchas más cosas en ese país.

Y bueno, Boyle ha hecho una película entretenida, que tampoco es la repera. Hace un montaje muy bueno, como es usual en él, y se la sirve a los occidentales. Sí, a esos que van a buscar no sé qué karma a ese país y los acoge un gurú de esos sacamantecas budistas, religión practicada en la India por el escalofriante porcentaje del 0,8% de sus habitantes.