Parece envejecida pero no es así, aún mantiene cierta frescura, esta película que fue precursora de tantas otras sin pretender ser ejemplo de nada sino todo lo contrario, y que sin quererlo fue un grito de rebeldía entre sus bramidos irreverentes y escatológicos, pues; se puede ser cerdo, se puede ser lo siguiente, o se puede ser todavía peor; se puede ser como quienes habitan esa casa de fieras (Animal House) que es la sede social de la fraternidad Delta.

Que su transcurrir entre gestos soeces, entre su absoluta falta de sensibilidad hacia nada ni nadie, y su absoluto desprecio por la sensiblería, no le impida disfrutar de un par de fabulosos números musicales y de un final delirante y devastador.

Lo peor de ella son las secuelas; todas aquellas que sólo tomaron de ésta, el acné, la sordidez y el mal gusto pero olvidaron en ésta, el talento y la mala leche.

Como colofón, y ya que escribo esta reseña en dos mil veintiuno, quiero dejar constancia del hecho; de que por muy desmadrada que les pareciese, “Proyecto X” (2012), recuerden que este desmadre a la americana fue muy posterior al desmadre original; al desmadre de “Desmadre a la americana”.