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España España · Zaragoza
Voto de VirtualBoy:
4
Ciencia ficción Año 2044. El aumento de las tormentas solares ha convertido la superficie de la Tierra en un desierto radioactivo, reduciendo la población humana a 21 millones de personas. Jacq Vaucan (Antonio Banderas), un agente de seguros de una compañía de robótica, investiga un caso aparentemente rutinario cuando descubre algo que podría tener consecuencias decisivas para el futuro de la humanidad. (FILMAFFINITY)
21 de septiembre de 2014
27 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
La ciencia ficción es un género difícil de desarrollar en España por dos razones diferentes. La primera razón es cultural: la sci-fi en cualquiera de sus subtipos no tiene una tradición sólida en nuestro país si no es combinada con la comedia; como en el caso de Acción Mutante; o, en su caso, utilizada como mera ambientación para contextualizar alguna reflexión del director (Los Últimos Días). La segunda razón es presupuestaria: la ciencia ficción es un género caro y España no es precisamente Hollywood: aquí tanto las productoras como las administraciones están mucho más limitadas económicamente y eso en la práctica acerca el resultado más a la serie B que a las grandes superproducciones estadounidenses. Es por eso mismo por lo que siempre miro con buenos ojos la valentía de creadores que, como Gabe Ibáñez, deciden romper con la tradición cinematográfica de nuestro país, mucho más cómoda con el costumbrismo "azconiano" que con los replicantes de Blade Runner, y ofrecer una nueva propuesta. Sin embargo, de la buena intención a la ejecución exitosa de la idea hay un largo camino lleno de obstáculos que el cineasta debe solventar con éxito si quiere que su película sea reconocida. En este caso no ha sido así por las razones que expondré a continuación, e imagino que muchos de vosotros compartiréis mi opinión.
En primer lugar la pobreza del guión, después de un primer acto interesante, se deja notar conforme avanza la trama.La historia es la siguiente: Antonio Banderas interpreta a un vendedor al servicio de una compañía de seguros que ha monopolizado la venta de robots doméstico-laborales; robots que han sustituido la mano de obra humana en un planeta semideshabitado y post-apocalíptico. La razón por la que la compañía ROC ostenta el monopolio del mercado de la Inteligencia Artificial no es otra que asegurar la lealtad de los robots a la especie humana a través del sometimiento obligatorio de todos sus productos a dos de las leyes de la robótica de Isaac Asimov, es decir: "los robots no pueden matar a un ser vivo" y "los robots no pueden mejorarse a sí mismos". Sin embargo, en un momento determinado, algunos robots empiezan a aplicarse reparaciones a medida, lo que vaticina que los protocolos de seguridad han sido quebrantados y que los robots van a evolucionar exponencialmente hasta convertirse en la forma de vida dominante. Al margen de que, como en toda película neo-noir que intente serlo, la aseguradora funcione más como una especie de subcuerpo policial armado que como una compañía de seguros de verdad; el planteamiento de la película es sugerente, pero el guión pierde solidez en cuanto se atisban las grandes preguntas, que ni se plantean ni se contestan; y lo que podría haber sido una película maravillosa sobre cómo el ser humano reflexiona sobre su extinción termina siendo solo una breve declaración de intenciones.
En segundo lugar la relativa falta de presupuesto es más que evidente. Digo relativa porque, a pesar de contar con un presupuesto muy superior al filme español medio (cinco millones de euros), esa cantidad no basta para llevar a término lo que se había planteado el director. Es cierto que se puede hacer buen cine de ciencia ficción con una producción pequeña, como lo hizo Tarkovsky con sus dos obras maestras (Solaris y Stalker), pero para eso hay que bajarse del carro de los hologramas y del neón y pasarse al de los diálogos. Gabe Ibáñez aquí opta por algo intermedio y solo le sale bien a medias, y es que mientras la primera parte de la película es muy competitiva técnicamente, a partir de la media hora cambian los focos, la iluminación se atenúa y la acción sustituye el escenario cyberpunk de la ciudad por un descampado sosísimo. Tal vez se habría podido remediar este tipo de carencias recurriendo más a la insinuación que a la exhibición directa de decorados, pero en cualquier caso al final uno tiene la sensación de estar viendo más una película de "directa a DVD" que otra cosa. Por todo esto opino que Autómata tiene sus luces (más bien pocas y muy concentradas en la puesta en escena) y sus sombras, pero posiblemente habría ayudado a mejorar el resultado final otro reparto. A mí me gusta mucho Antonio Banderas, que además del protagonista es uno de los coproductores de la cinta, pero no he terminado de creerme su papel. Y es una lástima porque él ha admitido en numerosas ruedas de prensa que estaba encantado con su personaje y que el proyecto le entusiasmó desde el primer momento. Sin embargo no ha sido capaz, con independencia de su talento profesional, de transmitirme todo lo que me habría gustado encontrar en Jacq Vaucan. Y me da pena porque como he dicho profeso un gran afecto por nuestro actor más internacional, pero las cosas como son.
En definitiva, Autómata propone mucho y se queda solo en eso: en una simple propuesta. Tal vez siente un precedente en nuestro cine, pero hoy por hoy solo se la recomendaría a un espectador que quiera pasar un rato entretenido sin muchas pretensiones o a un amante de la ciencia ficción deseoso de cazar cameos a Blade Runner (la mujer de Banderas en la peli se llama Rachel), Yo, Robot, etc. Un cuatro (regular). No le pondría menos, pero tampoco más.
VirtualBoy
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