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Voto de Zappianin:
6
10 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delirante comedia dramática de una negrura como el pozo en el que caes en una pesadilla y nadie te rescata.
Sus protagonistas, los cuatro hermanos están histriónicos en sus respectivos papeles de tan vitriólica historia cargada de sarcasmo, irreverencia, crueldad, cinismo, humor de distintos grados como en el alcohol todo sin destilar.
Hay algunas situaciones tan desbordantes de imaginación como de mala baba y alguna te saca una sonora carcajada por sus punzantes coletazos e imprevistos.
Tambien hay una ácida crítica a la cerrazón de mollera con el fanatismo religioso así como un sinfín de aventuras a cuál más enloquecida.
Grotescas situaciones se intercalan con otras más gamberras o directamente salvajes todo regado por un humor bañado en whisky de 60 grados y con resaca de parapléjico.
Hilvana bastante bien las diversas peripecias y arranca incluso algún escaso momento de sombría ternura.
O gustará o repateará, creo que no encuadra en el término medio, todo o nada.
Especial para mentes lacrimógenas, cristianos confesos, confusos de fe o creyentes insaciables, así como estómagos débiles y mentes bien pensantes que aman lo políticamente correcto.
Rascando se percibe una acerada mirada a la familia y una furibunda animadversión a la religión y la iglesia.
Contiene escenas divertidas, mordaces y de una astucia a prueba de buenas intenciones.
Como se dice coloquialmente:
El camino al infierno está construido y pavimentado de buenas intenciones.
La película está expresamente dedicada a Patricia Mullan, muerta unos años antes y madre del director, actor, guionista, productor.
Brillante y deslenguada ópera prima tras la cámara de Peter Mullan, antes había dirigido algunos cortometrajes.
Sus protagonistas, los cuatro hermanos están histriónicos en sus respectivos papeles de tan vitriólica historia cargada de sarcasmo, irreverencia, crueldad, cinismo, humor de distintos grados como en el alcohol todo sin destilar.
Hay algunas situaciones tan desbordantes de imaginación como de mala baba y alguna te saca una sonora carcajada por sus punzantes coletazos e imprevistos.
Tambien hay una ácida crítica a la cerrazón de mollera con el fanatismo religioso así como un sinfín de aventuras a cuál más enloquecida.
Grotescas situaciones se intercalan con otras más gamberras o directamente salvajes todo regado por un humor bañado en whisky de 60 grados y con resaca de parapléjico.
Hilvana bastante bien las diversas peripecias y arranca incluso algún escaso momento de sombría ternura.
O gustará o repateará, creo que no encuadra en el término medio, todo o nada.
Especial para mentes lacrimógenas, cristianos confesos, confusos de fe o creyentes insaciables, así como estómagos débiles y mentes bien pensantes que aman lo políticamente correcto.
Rascando se percibe una acerada mirada a la familia y una furibunda animadversión a la religión y la iglesia.
Contiene escenas divertidas, mordaces y de una astucia a prueba de buenas intenciones.
Como se dice coloquialmente:
El camino al infierno está construido y pavimentado de buenas intenciones.
La película está expresamente dedicada a Patricia Mullan, muerta unos años antes y madre del director, actor, guionista, productor.
Brillante y deslenguada ópera prima tras la cámara de Peter Mullan, antes había dirigido algunos cortometrajes.