Del mismo modo que hay cintas a las que el tiempo no afecta y que siguen vigentes muchas décadas después de su estreno (véase for example "La naranja mecánica" -que la veas, leñe, que es un peliculón-), hay otras que pese a resultar intachables, no resisten el paso del tiempo. Éste es uno de esos casos: ésta película, vista hoy día, puede resultar trasnochada y cargada de moralina, por lo que es imprescindible no perder la perspectiva de la época durante el visionado. Aún hoy, desgraciadamente, a muchos padres entristecería el hecho de que su blanca y única hija se casara con un negro. No obstante, no solo es políticamente incorrecto manifestarlo, sino que salvo para sectores ultraconservadores (o ultrarreligiosos, o ambas cosas), no está ni lejos, tan mal visto, como en el momento en que se rodó la película.

Vista entonces sin perder en ningún momento esa perspectiva temporal (caso contrario la nota bajaría unos cuantos puntos), podemos decir que estamos ante una excelente cinta, que trata de forma no solo simpática sino inteligente el tema del racismo, la discriminación, las incoherencias internas en tanto dificultad para conjugar principios y prejuicios, el amor y el respeto.
Excelentes interpretaciones (¿cuando no ha estado a la altura la Hepburn? ¿cuando no lo ha estado Spencer Tracy?) y un magnífico guión, avalan ésta película, altamente recomendable.