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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
9
Drama. Romance. Fantástico Un pintor arruinado y abatido por haber perdido la inspiración conoce, un frío día de invierno, a una chiquilla en Central Park vestida de un modo anticuado. A partir de ese momento se suceden otros encuentros, con la particularidad de que en breves intervalos de tiempo la chica se va convirtiendo en una bellísima joven, de la cual el pintor se enamora. Pero Jennie esconde un secreto… (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuento lleno de misterio y toques fantásticos que va añadiendo buenas dosis de romanticismo cautivador que nos atrapa sin remisión. Dirigida por el elegante William Dieterle, se aprovecha de la producción generosa en medios con la que Selznick respaldaba siempre las obras en las que actuaba su amada Jennifer Jones.

Desde el comienzo muestra abiertamente su carácter místico, de ensoñación, y es precisamente ahí por donde a Dieterle está casi a punto de írsele la mano, experimenta con artificios visuales aplicando filtros, cambios cromáticos o juegos de iluminación, para que la atmósfera onírica quede bien marcada. Pero afortunadamente el conjunto no se debilita, hay ocasiones en las se fuerza demasiado y el cambio con el resto de la narración resulta abrupto, pero en otras resuelve con sutileza y belleza algunas de las mejores escenas, y esos momentos compensan con creces el arrebato visual.

La historia de ese pintor frustrado y sin inspiración, que al ver a una misteriosa niña en el parque intuye que realizando su retrato surgirá nuevamente la chispa del talento, es una figura con la que es fácil identificarse. Su obsesión con Jennie es una metáfora de un anhelo universal que tenemos todos, porque aunque en principio pueda parecer que su búsqueda está relacionada con sus inquietudes como artista (la deseada inspiración o las dudas sobre si realmente tiene talento para vivir de su arte), pronto descubrimos que el verdadero motor es el deseo de sentir un amor profundo que sea capaz de resistir la erosión del paso del tiempo. Algo a lo que aspiramos todos los mortales.

Nuestro sentido común no para de decirnos que las apariciones de Jennie están motivadas por la soledad y melancolía que condicionan la vida de Eben Adams, pero como todos aspiramos a encontrarnos una Jennie en nuestra vida, la empatía puede más y acabamos ansiando esos encuentros, convenciéndonos a nosotros mismos que si perseguimos con énfasis nuestros sueños, el simple acto de fe tendrá su efecto redentor. Como dice el personaje de Ethel Barrymore sobre la posibilidad de que Jennie exista, “si Eben cree que existe, ya hace que exista”.

Mención especial para Joseph Cotten, actor sobrio que nunca buscó el lucimiento personal cuajando a sus personajes de veracidad por encima de todo, aquí está especialmente inspirado. Su pasión hace que el cuento de hadas trascienda a la inmortalidad.

Jennie pertenece a ese grupo selecto de pequeñas joyas de orfebrería que apelan directamente a nuestros sentimientos y se quedan arraigadas en la memoria, es imposible no sentirse conmovido incluso tiempo después de haberla visto. Su huella queda para siempre.
Orson_
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