Rodar una película sobre Simeón el Estilita era un proyecto largamente aspirado por Luis Buñuel. Lo logró en 1965, pero el productor, Gustavo Alatriste, marido de la protagonista, Silvia Pinal, se quedó sin financiación antes de finalizar el rodaje, y Simón del desierto acabó siendo un mediometraje de 45 minutos. Aún así tiene una curiosa perfección. Como era de esperar en Buñuel, se trata de una película socarrona y gamberra sobre la figura del santo que en busca de un ascetismo extremo se pasó años viviendo en lo alto de una columna, con la intención de alejarse del ajetreo humano que perturbaban su vida mística. El cineasta aragonés dirige sus dardos no hacia Simón, sino contra sus seguidores, que no acaban de asimilar las enseñanzas del santo.