A Archibaldo de la Cruz le pasa algo muy curioso: puede conseguir que una persona se muera con solo quererlo. Podría evitarlo si no lo deseara, pero en él se confunde interés sexual con impulso criminal. Todo ello provoca en Archibaldo un fuerte sentimiento de culpa porque, aunque no mata a nadie, cree que los fallecimientos son consecuencia directa de sus pensamientos. Ensayo de un crimen (1955), de Luis Buñuel, se estructura como un flashback, con la confesión de Archibaldo. Se la considera una película menor en la filmografía de Buñuel - formalmente es más simple que otras de sus películas -, pero en Ensayo de un crimen están muchas de las características de su cine, como el retrato de una personalidad neurótica, la asociación entre erotismo y muerte, el fetichismo y la dicotomía virgen-prostituta. Muy buen trabajo del protagonista, Ernesto Alonso.