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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Drama La historia de un legendario director llamado J.J. "Jake" Hannaford, que regresa a Hollywood desde los años de semi-exilio en Europa, con planes para completar el trabajo en su propia película, también titulada "Al otro lado del viento" y volver al estrellato... Último largometraje de Orson Welles, terminado en 2018 por un equipo de profesionales siguiendo las anotaciones del realizador. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película póstuma de Orson Welles adolece de innumerables imperfecciones, lo cual no debería resultar sorprendente, habida cuenta de que ha sido acabada más de tres décadas después de su muerte, lógica y cronológicamente sin el visto bueno del autor. Particularmente llamativo se antoja el encono con que la han saludado algunos de nuestros críticos a sueldo, pareciera que ignaros —a conciencia o no, me cuesta discernir qué será peor— del antedicho, ineludible, matiz.
De vuelta en Hollywood tras su largo exilio europeo, Welles esperaba que “The Other Side of the Wind” sustituyera a “Citizen Kane” (Ciudadano Kane, 1941) en la condición de su obra maestra, probablemente harto de que el rasero con que juzgar su cine continuase siendo una cinta que había rodado a los veintiséis años. Quién sabe lo que habría pasado de haber vivido el tiempo suficiente para rubricarla él mismo. El caso es que, en efecto, y sin dejar de lado los muchos atenuantes derivados de las atípicas circunstancias, este inconexo ajuste de cuentas metacinematográfico queda muy lejos no sólo de “Citizen Kane”, sino de otras maravillas suyas, tales que “The Lady from Shanghai” (La dama de Shanghai, 1947), “Touch of Evil” (Sed de mal, 1958) o “Falstaff - Chimes at Midnight” (Campanadas a medianoche, 1965).
No obstante, el talento de Welles se sobrepone a las zancadillas presupuestarias a que en vida hubo de hacer frente y a la discutible amalgama que de su material ha hecho el equipo contratado por Netflix. La genialidad lo trasciende todo, la incompetencia ajena e incluso la propia muerte. Buena prueba de ello es el ramillete de escenas —eso sí, contempladas de manera aislada, como en puridad nos las legara su director, cegadores fogonazos de feísmo— protagonizadas por John Huston, gigante derrotado, no sé si más hemingwaiano que wellesiano —con perdón de tanta cacofonía— o viceversa, en cualquier caso cuarteada encarnación de un cine y un “dasein” extintos y me temo que irrecuperables.
En cuanto a esa “película dentro de la película”, donde el insípido Bob Random y una turbadora Oja Kodar se dedican a jugar al gato y al ratón y a los médicos alternativamente, estoy de acuerdo con lo afirmado en el interesante documental “They´ll Love Me When I´m Dead” (Me amarán cuando esté muerto, 2018): es tan ardua y denodadamente nefasta que ha de tratarse, por fuerza, de una parodia del cine “atmosférico” de los sesenta, con Bergman y Antonioni a la cabeza, muy del gusto de los “connaisseurs” de entonces y aún de los de hoy.
Carorpar
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