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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Drama El cónsul de Sodoma es un recorrido por la vida de Jaime Gil de Biedma (1929-1990), uno de los poetas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Su vida es la historia de una contradicción: por un lado, pertenece a la alta burguesía y es ejecutivo de una importante multinacional; por otro, vive su faceta de poeta y homosexual que se rebela contra su entorno familiar e histórico. El sexo, el amor, la literatura y la lucha política ... [+]
14 de diciembre de 2015
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Correcto biopic en torno a la figura de Jaime Gil de Biedma, reputado poeta y atormentado ser humano que, quizá —probablemente— a causa de ello y siempre a partir de lo que se desprende de la película, se prodigó en aventuras extraliterarias más que en la construcción de una carrera artística al uso.
Tal como acostumbra a suceder en este tipo de productos, “El cónsul de Sodoma” adolece de cierta falta de trabazón, dando la impresión de mero conjunto de sugerentes estampas sin más hilatura que la omnipresencia de su carismático protagonista. Si bien, por suerte, también la vida carece de argumento. De lo contrario, qué previsible, qué aburrida y desmerecedora de ser vivida resultaría, ¿no creen?
La explicitud de sus escenas (homo) sexuales causó en su día bastante revuelo. Al respecto cabe aducir tres cosas: la primera, que ese “en su día” fue 2009 apenas, ejemplo de que la todavía gazmoña sociedad española no ha avanzado —evolucionado, diría, y en todas las acepciones biológicas del término— tanto como nos ufanamos; que, no obstante lo cual, nuestra cinematografía sigue sin caracterizarse por la sutileza precisamente; y que el cacareado trueque de fluidos queda relegado a un segundo plano a poco que el espectador con dos dedos de alma alcance a comprender la extraña, honda sensibilidad que la cinta dimana.
Particularmente gratos me han resultado los pasajes en que vemos reunida a la flor y nata de la “Gauche Divine”. Los Marsé y Barral con quienes vemos a Gil de Biedma intercambiar impresiones —mucho más sensatas, no deja de ser lógico, las aportaciones del novelista obrero encarnado por un Àlex Brendemühl a mi juicio, sin embargo, algo melifluo para el papel— constituyen sólo una pequeña muestra de la explosión de talento felizmente acontecida en medio del erial cultural que venía siendo España desde el final de la Guerra Civil, veinte años atrás ya.
En cuanto a Jordi Mollá, dejando de lado que su frágil apariencia no acaba de casar muy bien con el vigor que traslucen las imágenes de archivo que he podido ver de Gil de Biedma, demuestra, una vez más, la enorme variedad de registros y el insondable fondo de armario con que, como intérprete, está dotado. Y la voz, su voz en “El cónsul de Sodoma” sí es, indudablemente, la del atribulado poeta. Cosa, por cierto, nada fácil.
Carorpar
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