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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Terror. Fantástico Tras presenciar la muerte de su hermana bajo las garras de un lobo, la joven Rosaleen regresa a casa de su abuela, lugar donde ella acostrumbra a contar historias acerca del hombre lobo y del peligro que entrañan los hombres cejijuntos. (FILMAFFINITY)
22 de agosto de 2021
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La segunda película de Neil Jordan abunda en el viejo “locus” de que, con carácter previo a su “disneyficación” —lógica, por otra parte, en un mundo más y más civilizado—, los cuentos de hadas no estaban pensados para entretener a los niños o ayudarles a conciliar el sueño, sino para acojonarlos y enseñarles un par de lecciones de supervivencia: no te salgas del sendero, no hables con extraños, no comas nieve amarilla.
“En compañía de lobos” comparte la peculiar —y, a mi juicio, un tanto cuestionable— imaginería, entre el prerrafaelismo y la psicodelia, típica de numerosas cintas de su misma época y similar pelaje, caso de “Lady Halcón” (“Lady Hawke”, 1985), “La princesa prometida” (“The Princess Bride”, 1987), o “Willow” (ídem, 1988). Si bien, las notas de terror gótico que se dejan sentir ya desde los títulos de crédito oscurecen la propuesta haciéndola más sugestiva. De hecho, la impronta estética en el Tim Burton de “Sleepy Hollow” (ídem, 1999) es notoria. En cuanto a los efectos especiales, atesoran todo el encanto analógico y “animatronic” de una manera de hacer las cosas desgraciadamente extinta. La historia, algo deslavazada, no carece de atrevimiento formal —precisamente ahí radica la causa principal de tal discontinuidad—, con lo que parece una serie de estratos oníricos un poco al estilo de “Origen” (“Inception”, 2010) y de una fábula dentro de otra, como si de una matrioshka se tratase.
En el reparto de “En compañía de lobos” encontramos rostros muy conocidos como el de Angela Lansbury; otros algo menos célebres, pero habituales de las pantallas de entonces, caso de David Warner y Terence Stamp; intérpretes que, como Stephen Rea, empezaban a hacerse un nombre; y, finalmente, la debutante Sarah Patterson, con unos catorce años ciertamente turbadores. Hoy más de una cuenta de twitter habría denunciado la sexualización de la criatura, y no les habrían faltado argumentos. En fin, lo dicho: otros tiempos.
Carorpar
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