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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Thriller Tras presenciar un asesinato en un bar, los miembros de una banda de música punk son encerrados en una habitación del local por los autores del homicidio: una pandilla aterradora de neonazis que reivindican la supremacía blanca. Su líder es el dueño del bar (Patrick Stewart), un tipo que no quiere dejar testigos de lo sucedido.

9 de enero de 2022
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Estupendo «survival» a cargo de Jeremy Saulnier, quien ya había apuntado muy buenas maneras con «Blue Ruin» (ídem, 2013), mezcla de thriller «alla» hermanos Coen y denuncia de esa América «redneck» y supremacista que de un tiempo a esta parte viene levantando la voz de manera más y más impúdica y, por ende, peligrosa. En «Green Room», de hecho, Saulnier sitúa la acción en una sala de conciertos para neonazis en mitad de un bosque del estado de Oregón. Toda una declaración de intenciones.
La trama, mil veces vista —de «Río Bravo» («Rio Bravo, 1959) a «Asalto a la comisaría del distrito 13» («Assault on Precinct 13», 1976), pasando por sus respectivos «remakes», «El Dorado» (ídem, 1966) y «Asalto al distrito 13» («Assault on Precinct 13», 2005)—, no pierde un ápice de interés merced a un sapientísimo manejo de los tiempos y de los códigos de cada uno de los subgéneros —western, terror, comedia negra— con que juguetea el realizador de Virginia, así como a unas texturas indies a las que, por fortuna, no ha renunciado pese al (relativo) éxito de sus películas. En efecto, la tensión se puede cortar con un cuchillo —o «cutter» o machete; otra cosa no, pero instrumentos afilados hay de sobra en «Green Room»— desde que sus núbiles protagonistas acceden a tocar para semejante patulea fascista. Que de ahí no puede salir nada bueno —ni entero— resulta palmario, con «spoiler» o sin él; el talento de Saulnier y su equipo radica en su habilidad para, en base a lo cual, edificar una intriga de indiscutible eficacia y creciente irrespirabilidad, pespunteada por esos estallidos de violencia marca de la casa que coquetean con el gore sin rubor.
Encabeza el reparto un Anton Yelchin cuya languidez de doncel doliente se agrava en contraposición con ese führer de vía estrecha compuesto por un Patrick Stewart como siempre estupendo. Macon Blair entrega un cabeza rapada ciertamente improbable, pero asimismo reseñable. En cuanto a la antaño actriz infantil Imogen Poots, la naturalidad con que interpreta a su personaje invita a seguirle la pista (más) de cerca.
Carorpar
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