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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
5
Drama Léo Lauzon es un niño que vive en un humilde barrio de Montreal, atrapado en una sórdida existencia. Cada noche intenta evadirse por medio de los recuerdos, los sueños y su desbordante imaginación, pero la cruda realidad familiar interrumpe siempre sus fantasías: tiene un padre obsesionado por la salud intestinal de toda la familia, un hermano culturista que vive preso del miedo, dos hermanas que padecen trastornos mentales, un abuelo a ... [+]
28 de septiembre de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Léolo” me ha resultado una película bastante sobrevalorada cuyo principal problema radica en la incapacidad de sus responsables para encontrar el tono adecuado. Posiblemente le hubiera convenido porfiar en el realismo mágico al que apunta en su planteamiento. Aunque a mí el subgénero se me hace bola, las audiencias acostumbran a reservarle abundantes parabienes. No obstante, éste viene aderezado con una ración generosa de escatología, del gusto de un Cela —y no Céline, como me ha parecido leer por ahí—, que no le sienta bien en absoluto. Entiendo que el mozo esté en una edad muy mala, pero a la tercera manola el chiste se vuelve tautológico. La verdad, se me escapa qué de tan sublime encuentran en todo ello sus enfervorecidos apologetas. Al contrario, las deyecciones en familia y la figura del abuelo rijoso constituyen groseros lugares comunes con escaso margen para la innovación... si acaso la merecieran, que a mi juicio tampoco.
“Léolo” alcanza a conmoverme sólo en momentos muy puntuales, como la humanísima cobardía del híper-musculado Fernand —el moderno culto al cuerpo no disimula, de hecho tampoco lo pretende, una alarmante precariedad mental cada día más generalizada— o, por supuesto, la embriagadora “Chanson de Bianca”. Imposible no enamorarse hasta el corvejón de la núbil —cierto, quizá en exceso, que me detengan— Giuditta del Vecchio. Lástima de la deriva bizarra y onanista inmediatamente posterior, que ensucia, arruinándolas por completo, las tiernas posibilidades que alberga cualquier historia de amor adolescente. Habida cuenta del “uso” que se acaba haciendo de la encantadora jovencita, incluso su apellido se torna chusco juego de palabras.
Mención aparte merece la voz en off. Pocas cosas se me ocurren menos cinematográficas que dicho recurso, aquí omnipresente hasta un punto tal que parece estemos escuchando un audiolibro —otra aberración, ésta de los audiolibros, justificable únicamente en caso de fuerza mayor, ceguera por ejemplo—.
En definitiva, el malogrado Jean-Claude Lauzon tenía en su mano los mimbres para dirigir la obra maestra que tantos quieren ver en “Léolo”. Sin embargo, una serie de decisiones como mínimo discutibles hacen de ella una cinta meramente llamativa, y en demasiadas ocasiones no precisamente por sus virtudes. Insisto: una pena.
Carorpar
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