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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
4
Ciencia ficción. Drama. Romance En un mundo futuro, sólo algunas mujeres pueden tener hijos. Son las llamadas "doncellas", que sólo pueden tener relaciones sexuales con el fin de procrear y deben cubrirse con una túnica roja que las identifica e impide que otros hombres puedan verlas. Una de ellas, Kate, tras ser entregada al Comandante Fred, trata de escapar de ese mundo totalitario, aunque sabe que puede costarle la vida, como le recuerdan constantemente los ... [+]
5 de septiembre de 2017
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera versión cinematográfica de la novela homónima de Margaret Atwood que recientemente ha visto también una exitosa adaptación a la pequeña pantalla.
A cargo del reputado Volker Schlöndorff —y con guión del nobel Harold Pinter—, lamento decir que no se cuenta entre lo más granado de su filmografía. Porque, como tantas otras cintas de su época —salvo contadas excepciones, qué malos fueron los noventa; y todavía hay quien los reivindica— presenta un barroquismo visual rayano en lo indigerible. La densidad del "sfumato" es tal que, en ciertos pasajes, cuesta no imaginar a todo el equipo de rodaje fumándose hasta los folios del guión. O quizá suceda que nos hemos acostumbrado a la frialdad y el despojamiento característicos de “Black Mirror” (2011-Actualidad), de un tiempo a esta parte, y con sus —innegables— altibajos, influencia definitiva en toda distopía que se precie.
Además, aunque quiero suponer que por motivos de metraje, se omiten las escenas dedicadas al "cómo (coño) —con perdón—hemos llegado hasta aquí" en que sí abunda la serie y que constituyen el elemento verdaderamente inquietante de la historia. En su lugar, el melodrama romántico y, por ende, convencional adquiere una relevancia, a mi juicio, excesiva, restándole con ello bastante interés al producto.
El reparto, a priori uno de los puntos fuertes de la película, también falla. Sólo Faye Dunaway resulta medianamente creíble en su papel de Serena Joy Waterford. El resto dan la impresión de querer estar haciendo cualquier otra cosa. Incluso Aidan Quinn —más noventero, por cierto, que un par de hombreras—, y ello pese a lo deleitoso que debieron de resultarse (casi) todas sus entradas en escena, circunscritas a meterle mano a Natasha Richardson.
En fin, éstas son sólo unas cuantas de las las posibles razones para que un relato tan sugestivo no haya vuelto a ser puesto en imágenes desde entonces. Eso sí, a ver dentro de treinta años qué tal ha envejecido la serie que tanta admiración está causando. Esperemos que no tan mal como el film que nos ocupa. O puede que los noventa hayan sido definitivamente restablecidos en el trono de las tendencias y esta película sea un referente estético. Lo cual podría considerarse incluso más terrible que el advenimiento de la república de Gilead.
Carorpar
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