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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Terror Gente que desaparece sin dejar rastros, muertos que vuelven de sus tumbas, voces que se escuchan en los drenajes de agua, entes invisibles que asesinan personas, movimientos magnéticos que no tienen explicación. (FILMAFFINITY)
3 de octubre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suele suceder en el subgénero que las premisas dan más miedo que su ulterior desarrollo, y no digamos la resolución de la trama. Conque tampoco sorprende en exceso que lo mismo le ocurra a esta cinta; aunque resulta un tanto frustrante, habida cuenta de que el planteamiento es de auténtica antología. Sólo recordarlo pone los pelos como escarpias, imagínense verlo por vez primera, y sin estar sobre aviso. Una experiencia ciertamente sobrecogedora. Más allá de su estremecedor arranque, pespuntea “Aterrados” media docena de sustos bastante logrados, alcanzando un nuevo pico de tensión al desenlace que nos deja con muy buen mal sabor de boca.
Demián Rugna, hombre-orquesta —dirige, escribe el guion y, por si fuera poco, firma también la banda sonora— al que conviene seguir la pista, trata de compensar el convencionalismo y los subterfugios que vertebran el nudo con el recurso a un tono cómico —eso sí, haciendo gala de un humor negro como el alquitrán— que, si bien no comparto, sí me parece una apuesta más audaz que lo acostumbrado en el terror comercial de las dos últimas décadas, apoltronado en el tópico con aburguesamiento porcino y, encima, transido de una severa conciencia de la propia trascendencia.
En efecto, “Aterrados” no se toma demasiado en serio a sí misma, apenas lo justo para tratar a un espectador no por adulto menos desenfadado con el debido respeto —cosa que, de un tiempo a esta parte, no hacen demasiados títulos ni sus renombrados muñidores—; pero sin perder nunca de vista el carácter de divertimento “pulp” que el horror lleva inscrito en su partida de nacimiento y del que tantos arribistas sin talento —ni memoria— parecen querer despojarlo. Buena prueba de ello es que sus protagonistas, ese trío de investigadores de lo paranormal y, especialmente, el policía al borde el retiro y con más teclas que un piano —claro, que la sordera la trae de fábrica— interpretado por un estupendo Maximiliano Ghione, no constituyen sino mordaces caricaturas de unos tipos humanos y catódicos con los que estamos sobradamente familiarizados.
Carorpar
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