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Voto de Felipe Lícula:
8
Terror. Intriga. Drama El doctor Malcom Crowe es un conocido psicólogo infantil de Philadelphia que vive obsesionado por el doloroso recuerdo de un joven paciente desequilibrado al que fue incapaz de ayudar. Cuando conoce a Cole Sear, un aterrorizado y confuso niño de ocho años que necesita tratamiento, ve que se le presenta la oportunidad de redimirse haciendo todo lo posible por ayudarlo. Sin embargo, el doctor Crowe no está preparado para conocer la ... [+]
24 de agosto de 2008
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la vi en su estreno pensé que hacía tiempo que, sin riadas de sangre, sin artefactos cortantes o punzantes, o sin malvados descuartizadores de adolescentes, no se hacía una buena película de miedo como ésta. Da miedo sí, con elementos habituales como el niño que se asusta, los espíritus que rondan y la muerte en la vuelta de la esquina. Pero da miedo sobre todo con la cuestión de enfrentarse a lo desconocido, aquello que no entendemos muy bien y a veces se planta a nuestro lado helándonos de terror. El frío, sin duda, es un signo de temor, de soledad, de incomodidad, de espanto. Es una película entretenida aunque da la impresión por momentos de quedar algo deslabazada, a trazos, sin cuidar. No me refiero ya a que se vea el micrófono colgando durante una escena sino alguna otra falta de detalle en la construcción de los personajes, de las situaciones, y en la introducción del final, que sin mostrarlo para que siga siendo sorprendente bien se pudiera haber presentado con elementos de intriga (en cualquier caso aparecen elementos del guión relacionados con el mismo de una manera correcta, que además se enumeran en la buena secuencia final).

Con todo, a la película se le pueden encontrar dos sentidos, utilizando si se quiere el sexto que propone. Uno de ellos es que hay personas que son capaz de ver más allá de lo que ven las demás, sin necesidad de entrar en terreno parasicológico, y eso, a menudo genera incompresión. Eso es una de las cosas que le da miedo al niño: que le tomen por loco. Y otro mensaje importante que subyace es el de la comunicación. La que se da, o mejor dicho, a menudo no se da, entre los vivos, lo que esto nos preocupa y lo que puede significar que nos vayamos de aquí sin haber dejado las cosas claras. Tan terrorífico sería el hecho de que los muertos vinieran a arreglar sus asuntos pendientes, como el hecho de que al morir nos queden asuntos pendientes.
Felipe Lícula
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